Hechos, 16,11-15
Sal. 149
Jn. 15, 26-16, 4
Sal. 149
Jn. 15, 26-16, 4
‘Os he hablado de esto para que no os tambaleéis…’ les estaba diciendo Jesús a los discípulos. ¿No necesitaremos que nos lo diga Jesús también a nosotros?
Nos tambaleamos cuando nos falta un apoyo firme bajo los pies. Todo se nos mueve y nos da vueltas, perdemos el equilibrio y no sabemos donde apoyarnos. Tiembla la tierra bajo nuestros pies en un terremoto y todo se cae; tiembla una estructura ante cualquier movimiento inesperado y se nos puede venir abajo… cuantas cosas nos pueden suceder en la vida en todo ámbito y que nos pueden hacer tambalearnos.
‘Os he hablado de esto para que no os tambaleéis…’ para que no perdáis pie en el camino de vuestra fe, parece que les está diciendo Jesús a los discípulos y nos está diciendo también a nosotros.
Incluso cuando Jesús estaba con ellos también pasaron por momentos de duda, de crisis y hasta de negación. Le negó Pedro allá en el patio del Sumo Sacerdote. Le traicionó uno de los discípulos vendiéndole por unas monedas. Muchos discípulos ya no quisieron seguir con Jesús cuando les hablaba de cosas que no entendían o les era difícil comprender. La pasión y la cruz fue un momento de crisis y de escándalo para los discípulos, porque al ser prendido Jesús en el huerto ‘le abandonaron y huyeron…’ Encerrados estaban en el cenáculo ‘por miedo a los judíos…’
Podría sucederles cuando fueran ellos los que tuvieran que pasar por su propia pasión cuando comenzaran las persecuciones. Cuando el evangelista Juan escribe el evangelio ya casi a finales del siglo primero habían arreciado las persecuciones. Por eso recordaría lo que Jesús ahora les decía: ‘Os excomulgarán de la Sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios…’
‘Os he hablado de esto para que no os tambaleéis… os he hablado de esto para que cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho’. Nos sucede a nosotros también. Somos conscientes de cómo fácilmente se nos debilita la fe, y vemos a nuestro alrededor a tantos que quizá fervorosos y entregados un día, pronto se enfriaron, abandonaron, y ahora quizá marchan por otros caminos. Ante los problemas o dificultades que vamos encontrando en la vida, ante la dificultad para vivir con coherencia nuestra fe, también muchas veces dudamos y nos tambaleamos, nos sentimos débiles y pareciera que perdiéramos todo punto de apoyo.
Por eso Jesús nos previene, pero además nos asegura que no nos faltará nunca ese punto de apoyo para nuestra vida. Nos promete la presencia de su Espíritu, el Espíritu divino que nos fortalezca y santifique. Nos promete un Abogado, el Paráclito, que nos defienda y nos enseñe la verdad plena. ‘Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, El dará testimonio de mí, como vosotros daréis testimonio…’
El ha prometido que estaría con nosotros siempre, hasta el final de los tiempos. Por eso tenemos que sentirnos fuertes y nada tendría que hacernos tambalear. Cuidemos nuestra fe, pero confiemos de verdad en la presencia del Espíritu de Jesús junto a nosotros. Cuidemos nuestra fe tratando de ser en verdad coherentes en la vida, sin temor a ningún contratiempo y dejémonos iluminar y conducir por el Espíritu Santo. No desconfiemos, tenemos un Abogado, el Espíritu Santo que está con nosotros.
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