Jonás, 3, 1-10
Sal. 50
Lc. 11, 29-32
Los hechos, los acontecimientos, las cosas que se nos dicen o se nos narran en la Escritura Santa, la Biblia, sea del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, son para nosotros siempre ejemplo y estímulo para nuestra vida, para nuestra fe. Los llamamos historia de salvación porque es la historia del actuar salvífico de Dios para con su pueblo, que es historia de ese actuar de amor de Dios en nuestra vida.
Jesús mismo vemos que utiliza hoy, en el texto proclamado en el evangelio, los hechos del Antiguo Testamento como un estímulo y un aliciente para el pueblo que le rodeaba. Los judíos son insaciables; están contemplando la obra, el actuar, la vida de Jesús, con sus enseñanzas y milagros, y aún siguen pidiendo más signos, más señales que les lleven a creer en Jesús.
Jesús les dice que ‘no se les dará más signo que el de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación…’
Y hace referencia Jesús a Jonás y a los habitantes de Nínive con su conversión, como también a la Reina del Sur que vino a conocer a Salomón famoso por su sabiduría. ‘Y aquí hay uno que es mayor que Salomón’, les dice. Por eso concluye Jesús. ‘Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás’.
Está haciendo referencia a lo que hemos escuchado en la primera lectura de hoy. Jonás que había sido enviado a Nínive a predicar la conversión, y que como sabemos se resistió y quiso embarcarse en dirección contraria, al final tras una serie de señales que vio él en lo que le sucedió, fue a Nínive, a la gran ciudad, a predicar el mensaje que le había dado el Señor. Y ya hemos escuchado cómo fue la respuesta de aquel pueblo. Hicieron penitencia y se convirtieron al Señor.
Todos estos hechos sucedieron y se nos narran en imagen de lo que somos nosotros o de lo que nosotros hemos de hacer. Por eso lo que en el fondo estamos preguntándonos ya es cómo respondemos nosotros a la invitación y llamada a la conversión que el Señor nos hace.
Cuando llegue la hora del juicio, ¿habrá también quien se levante contra nosotros y nos condene porque nosotros teniendo la gracia de Dios a nuestra mano sin embargo no respondemos o acaso la rechazamos?
Estamos haciendo este camino de Cuaresma y la Palabra del Señor está resonando en nuestros oídos y en nuestro corazón cada día. Pidámosle al Señor que conceda la fuerza y la luz de su Espíritu para que nuestro corazón se sienta compungido ante la Palabra que cada día se nos proclama y escuchamos. ‘Ahora es el tiempo de gracia, el tiempo favorable, el tiempo de la salvación’, hemos escuchado desde el primer día de la Cuaresma. Que no caiga en saco roto esa gracia salvadora del Señor.
‘Mira complacido a tu pueblo, Señor, que desea entregarse a una vida santa’, pedíamos en la oración litúrgica. Que logremos sentirnos ‘transformados interiormente mediante el fruto de las buenas obras’. Ha sido nuestra oración, ha de ser nuestro compromiso, es la tarea que tenemos que emprender y llevar a término para vivir con toda intensidad la Pascua del Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario