Ex. 32, 7-14
Sal. 105
Jn. 5, 31-37
Diatriba y oposición de los judíos contra Jesús. Será como el tema de fondo del evangelio en los días que nos restan de Cuaresma. Escucharemos principalmente el evangelio de san Juan. Nos acercamos a la pasión y muerte de Jesús que será en lo que desemboque toda esta oposición y diatribas. Nos valdrá para ir conociendo cada vez con mayor profundidad la figura de Jesús y el sentido de su pasión y muerte que se avecinan en nuestras celebraciones.
Les cuesta aceptar a Jesús, comprender que es el Mesías Salvador, el enviado del Padre. Hoy se nos habla en el evangelio de diversos testimonios que avalan la obra de Jesús.
Les habla en primer lugar del testimonio de Juan, el Bautista, el que vino a preparar los caminos del Señor; aquel que le señala como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo – recordemos los primeros discípulos de Jesús, Juan y Andrés, que escucharon esa indicación del Bautista y se fueron tras Jesús -; aquel que fue testigo en la orilla del Jordán de la manifestación de la gloria de Dios sobre Jesús a la hora de su bautismo.
Además los judíos de Jerusalén habían enviado mensajeros a Juan para saber si él era el Mesías, por que bautizaba si no era el Mesías ni un profeta, y Juan les había hablado claramente del que estaba en medio de ellos y no lo conocían. ‘Enviásteis mensajeros a Juan y él ha dado testimonio a la verdad’, les dice ahora Jesús.
Pero Jesús les ofrece un testimonio mayor. ‘Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mi: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, El mismo ha dado testimonio de mí’, les dice Jesús.
Recordamos que Nicodemo cuando fue a ver a Jesús reconoce que es un hombre que viene de Dios, porque si no viniera de Dios y Dios no estuviera con El, no podría realizar las obras que hace.
Y finalmente Jesús les habla de lo anunciado en las Escrituras, que tiene pleno cumplimiento en Jesús. ‘Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna: pues ellas dan testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida!... si creyerais a Moisés, me creeríais a mí porque de mí escribió él…’
Decir Moisés en esa referencia a las Escrituras es estar haciendo referencia a la Ley y a los profetas. La Torá, la ley es atribuida a Moisés. Recordamos cómo en el Tabor aparecieron Moisés y Elías en el momento de la transfiguración de Jesús, para significar la Ley y los Profetas que habían hablado de Jesús, del Mesías que iba a venir como Salvador.
Nosotros queremos conocer a Jesús, reafirmar nuestra fe en Jesús, fortalecer y profundizar en nuestra fe en Jesús. Es lo que hemos ido queriendo hacer de manera especial en este tiempo de Cuaresma, porque en verdad queremos llenarnos de la vida eterna. Queremos ir sin titubeos hasta Jesús para tener vida. Ahondemos, pues, en las Escrituras. La Biblia tiene que ser nuestro vademécum cada día.
Si un cristiano que quiere en verdad seguir a Jesús ha de alimentarse diariamente de la Palabra del Señor, escuchándola en su corazón, meditándola y haciéndola oración, con mayor intensidad tenemos que hacerlo en este tiempo de gracia y de salvación que tiene que significar para nosotros la Cuaresma. Como hemos dicho en otra ocasión es nuestra sabiduría y nuestra inteligencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario