Me atrevo a llamar, y no por querer ser original, la fiesta que celebramos en este día la fiesta del ‘si’.
Primero y lo más importante es el ‘si’ de Dios al hombre, al que ama y al que ofrece su salvación. ‘Si’ del amor de Dios que se nos revela y manifiesta en Jesús y que es correspondido por el ‘si’ de la humanidad, cuyo primer ejemplo tenemos en María, la que se llamó a sí misma la humilde esclava del Señor.
Vayamos por partes para ordenar mejor nuestra reflexión. El ‘si’ más importante y más grandioso es el de Dios. Dios sigue amando al hombre a pesar de nuestra infidelidad y pecado. Dios quiere seguir contando con el hombre y le ofrece la salvación, un Salvador. De tal manera es este ‘si’ de Dios que nos envía a su Hijo para que se encarne y se haga hombre para así llenarnos de su salvación, con ese amor total de Dios con nosotros.
‘Pide una señal al Señor tu Dios en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo’, le dijo a Acaz. ‘No, no la pido, respondió Acaz, no quiero tentar al Señor’. Pero el profeta de parte de Dios le anuncia que la señal se dará y será una señal salvadora. ‘Escucha, casa de David… pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal. Mirad la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pone por nombre Emmanuel (que significa Dios con nosotros)’. Es el ‘si’ de Dios que quiere acercarse al hombre y nos está anunciando al Salvador.
Y ahí contemplamos el ‘si’ de Jesús: el ‘si’ de Jesús, Dios verdadero; el ‘si’ de Jesús verdadero hombre. ‘Cuando Cristo entró en el mundo dijo: Tú no quieres sacrificios ni ofrendas; pero me has preparado un cuerpo… entonces yo dije… Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad… y conforme a su voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre’.
Al ‘si’ de Dios se corresponde el ‘si’ del hombre. El primer 'si' enlo humano fue el de María y que es como modelo y ejemplo de todo nuestro ‘si’. Lo hemos escuchado en el evangelio. ‘Fiat… hágase en mí según tu palabra…’
‘Llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió su mensaje a la tierra y la Virgen creyó el anuncio del ángel: que Cristo encarnado en su seno por obra del Espíritu Santo iba a hacerse hombre por salvar a los hombres’. Así diremos en el prefacio.
Es el misterio de la Encarnación de Dios que hoy celebramos. Hemos escuchado el anuncio del ángel a María en el Evangelio y en ese momento del ‘si’ de María Dios se encarnó en sus entrañas. ‘El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra: por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios’. Admirable misterio el que hoy celebramos.
Un misterio de amor de Dios, que reconocemos, que adoramos. Un misterio de amor de Dios que nos impulsa a la alabanza y a la acción de gracias. Un misterio de amor de Dios que nos está invitando a dar también nuestro ‘si’.
Como María nos postramos ante la voluntad de Dios. Como María abrimos nuestro corazón a Dios para dejar que su amor actúe en nosotros, nos llene y nos inunde. Como María plantamos la Palabra de Dios en nuestra vida y nuestro corazón.
‘Concédenos en tu bondad que cuantos confesamos a nuestro Redentor como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a El en su naturaleza divina’. Así rezamos y pedimos en la oración litúrgica de esta fiesta.
El ‘si’ que damos como respuesta al plan de Dios sobre nuestra vida nos eleva y engrandece, nos hace semejantes a Dios, porque nos hace partícipes de su vida divina. Por ese ‘si’ de nuestra respuesta en el Hijo nos hacemos hijos. Con ese ‘si’ de nuestra respuesta emprendemos un camino de gracia y santidad al que estamos llamados.
Que María nos alcanza esa gracia de aprender a decir ‘si’, a no reservarnos más para nosotros sino estar siempre disponibles para Dios como lo estuvo María.
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