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lunes, 23 de marzo de 2009

Con Jesús siempre nos llega la vida

Isaías, 65, 17-21
Sal. 29
Jn. 4, 43-54

Con Jesús siempre nos llega la vida, nos arranca de la muerte. Con esta frase quiero resumir el mensaje que nos ofrece hoy la Palabra de Dios, en especial el evangelio.
‘Señor, baja antes de que se muera mi niño’, suplicaba una y otra vez aquel hombre a Jesús. Había vuelto Jesús desde Judea atravesando Samaria hasta Galilea. ‘Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún… y le pedía a Jesús que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose…’ Jesús andaba por Caná ‘donde había convertido el agua en vino’ en el primer signo que Jesús realizó en Galilea.
Como no veáis signos y prodigios, no creéis’, le dice Jesús. El hombre pedía la curación de su hijo. ¿Cuál fue el gran prodigio que allí se realizará? Es cierto que el niño del funcionario se restablecerá, pero tenemos que reconocer que el gran prodigio fue la fe que se despertó en aquella gente, comenzando por aquel funcionario real que pedía la salud de su hijo.
Fe en que Jesús podía curar a su hijo tenía aquel hombre cuando acude a Jesús. Es la necesidad, la amargura de su corazón al ver morir a su hijo lo que le hace acudir a Jesús. Pero esa fue se transformó en algo más hondo. ‘Jesús le dice: Anda, tu hijo está curado. Y el hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino’. Finalmente cuando todo está comprobado con los criados que vienen a trasmitirle la buena noticia ‘creyó él y toda su familia’. Una lección para nuestra vida.
¿Qué buscamos nosotros cuando vamos hasta Jesús? Algunas veces vamos muy preocupados por nuestros afanes humanos, por nuestros dolores o nuestros achaques, por los problemas que podamos tener. Queremos el milagro de la salud o la solución de nuestros problemas. Pero ¿es sólo eso lo que viene a ofrecernos Jesús?
Jesús viene a traernos vida, pero es necesario que creamos en El y nos pongamos en camino, aunque nuestros problemas no se soluciones, los dolores no desaparezcan o no nos recuperemos en nuestra salud como pedimos y deseamos. Creer y ponernos en camino. Creer en la Palabra de Jesús con todo lo que pueda ofrecernos, decirnos o pedirnos esa Palabra y ponernos en camino. Porque la Palabra nos levanta, no nos deja quietos o impasibles. La Palabra nos pone en caminos a una vida nueva y distinta. La Palabra pone inquietud en nuestro corazón y deseo de cosas mejores.
Pero ¿seremos capaces de darnos cuenta de la fe que Jesús suscita en nuestro corazón? ¿Seremos capaces de darnos cuenta de la vida que Jesús nos ofrece? ¿No necesitaríamos ponernos en camino descubriendo o reconociendo esa presencia de Jesús a nuestro lado?
No siempre reconocemos o apreciamos su presencia. Muchas veces nos falta fe o nos llenamos de dudas. Aunque escuchamos la Palabra o la invitación de Jesús no terminamos de oírla en el corazón, creerla de verdad que se va a realizar en nuestra vida y no nos decidimos a dar el paso hacia delante que nos pide el Señor.
Que nos arranque el Señor de esas brumas de duda, de desconfianza, de incredulidad, de frialdad que muchas veces no nos dejan terminar de ver la presencia del Señor. Y el Señor está ahí y quiere darnos vida. Levantarnos de nuestra postración. Darnos su vida y salvación.
Señor, aumenta mi fe. Quiero creer. Lléname de tu vida.

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