Creer
en Jesús es poseer la vida eterna, es sentirnos poseídos por Dios y llenos de
Dios, Dios es ya posesión nuestra metido en todo nuestro ser para hacernos un
hombre nuevo
Hechos de los apóstoles 5, 27-33; Salmo 33;
Juan 3, 31-36
Hay cosas en la vida que nos impactan y
dejan huella en nosotros, huella que no es solo un recuerdo que no podemos
quitar de la cabeza, que eso también sucede, sino que quizás a partir de ese
momento vemos las cosas de otra manera, nos impulsa a tomar decisiones
importantes para nuestra vida o nos llevan a vivir distinto. Un accidente que
presenciamos o en el que nos vimos envueltos y del que salimos ilesos, una
palabra de alguien en un momento determinado que se convirtió para nosotros en
algo solemne y único, las palabras de un moribundo podríamos pensar, algo que
vimos hacer a alguien que nos resultó insólito y sorprendente por el
convencimiento con que lo hacía, y así cada uno podemos pensar en ocasiones
distintas de la vida que nos hemos sentido impactados de forma extraordinaria.
Podemos pensar en cosas de la vida
ordinaria, hechos reales que hemos vivido, o entramos en un ámbito más
espiritual y estamos hablando de la fe. Una fe que no se reduce a una
tradición, algo que nos han transmitido aunque eso tiene también su importancia
y sigue siendo algo fundamental, sino una fe que ha ido creciendo en nuestro
interior, pero desde lo que nosotros vivimos, desde las experiencias humanas y
religiosas, espirituales que hayamos tenido.
Quizás vivimos tan materializados, tan
imbuidos por el ambiente que nos rodea que todo lo reduce a lo material, a lo
sensorial que nos produzca placeres, y tenemos el peligro de perder esa
sensibilidad espiritual que tiene que formar parte también de nuestra vida. Nos
quedamos fácilmente en la corteza, pero no sabemos llegar a lo hondo donde está
la verdadera sabia de nuestra vida; quizás en ocasiones pasamos por momentos de
experiencia espiritual e incluso religiosa, y lo materializamos tanto que
podemos quedar solo disfrutando de la belleza externa que vienen a ser como
adornos, que es cierto también nos pueden ayudar, pero no calamos hondamente en
esa experiencia espiritual que podamos estar viviendo; cuando nos falta esa
hondura salimos, es cierto, encantados por esa belleza externa, pero no
espiritualmente impactados.
Lo vivido días pasados con la muerte
del Papa Francisco, podría ser una experiencia espiritual intensa, pero puede
ser que nos quedemos en la anécdota, la solemnidad del acto, algo así como en
el espectáculo, las personas o personajes que han intervenido, pero no hemos
sabido descubrir una voz que en lo hondo nos esté hablando desde la figura, la
vida y la muerte del Papa Francisco. Es la experiencia de Dios lo que tenemos
que saber encontrar, saber vivir en cualquier cosa que vivamos, porque Dios
llega a nosotros de mil maneras y en todos los acontecimientos y en todas las
partes. ¿Tendremos que aprender a despertar la fe?
Es esa experiencia de la fe que nos
transforma, que le da hondura a nuestra vida, que le hace adquirir un nuevo
sentido y valor, es lo que nos hace sentirnos con nueva vida. Y esa experiencia
de fe es algo más que un impacto que nos hace guardar un recuerdo o dejar una
huella, algo que no podemos olvidar; es eso y mucho más, porque eso se va a
hacer vida en nosotros, es lo que nos va a hacer vivir de verdad y entonces
todo tendrá un nuevo sentido, como decíamos, un nuevo valor.
Hoy el evangelio nos dice que creer en
Jesús es algo maravilloso porque nos hace poseer la vida eterna. Y cuando nos
habla de vida eterna, no estamos pensando en el más allá después de la muerte,
sino que esa vida eterna es lo que ahora estamos viviendo, porque es sentirnos poseídos
por Dios y sentirnos llenos de Dios, porque es sentir que Dios es ya posesión
nuestra porque así está metido en nuestro corazón, en nuestro espíritu, en todo
nuestro ser.
Y eso nos hará vivir, entonces, de
manera distinta, de manera nueva; es por eso que decimos que los que creemos en
Jesús somos hombres nuevos, algo distinto a cuando vivíamos sin esa fe, sin ese
Jesús poseyendo nuestra vida. ‘El que cree en el Hijo posee la vida eterna’.
¿Será así como estamos viviendo nuestra fe? ¿Será así como nos sentimos poseedores
de esa vida eterna?
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