Vistas de página en total

jueves, 1 de mayo de 2025

Creer en Jesús es poseer la vida eterna, es sentirnos poseídos por Dios y llenos de Dios, Dios es ya posesión nuestra metido en todo nuestro ser para hacernos un hombre nuevo

 


Creer en Jesús es poseer la vida eterna, es sentirnos poseídos por Dios y llenos de Dios, Dios es ya posesión nuestra metido en todo nuestro ser para hacernos un hombre nuevo

Hechos de los apóstoles 5, 27-33; Salmo 33; Juan 3, 31-36

Hay cosas en la vida que nos impactan y dejan huella en nosotros, huella que no es solo un recuerdo que no podemos quitar de la cabeza, que eso también sucede, sino que quizás a partir de ese momento vemos las cosas de otra manera, nos impulsa a tomar decisiones importantes para nuestra vida o nos llevan a vivir distinto. Un accidente que presenciamos o en el que nos vimos envueltos y del que salimos ilesos, una palabra de alguien en un momento determinado que se convirtió para nosotros en algo solemne y único, las palabras de un moribundo podríamos pensar, algo que vimos hacer a alguien que nos resultó insólito y sorprendente por el convencimiento con que lo hacía, y así cada uno podemos pensar en ocasiones distintas de la vida que nos hemos sentido impactados de forma extraordinaria.

Podemos pensar en cosas de la vida ordinaria, hechos reales que hemos vivido, o entramos en un ámbito más espiritual y estamos hablando de la fe. Una fe que no se reduce a una tradición, algo que nos han transmitido aunque eso tiene también su importancia y sigue siendo algo fundamental, sino una fe que ha ido creciendo en nuestro interior, pero desde lo que nosotros vivimos, desde las experiencias humanas y religiosas, espirituales que hayamos tenido.

Quizás vivimos tan materializados, tan imbuidos por el ambiente que nos rodea que todo lo reduce a lo material, a lo sensorial que nos produzca placeres, y tenemos el peligro de perder esa sensibilidad espiritual que tiene que formar parte también de nuestra vida. Nos quedamos fácilmente en la corteza, pero no sabemos llegar a lo hondo donde está la verdadera sabia de nuestra vida; quizás en ocasiones pasamos por momentos de experiencia espiritual e incluso religiosa, y lo materializamos tanto que podemos quedar solo disfrutando de la belleza externa que vienen a ser como adornos, que es cierto también nos pueden ayudar, pero no calamos hondamente en esa experiencia espiritual que podamos estar viviendo; cuando nos falta esa hondura salimos, es cierto, encantados por esa belleza externa, pero no espiritualmente impactados.

Lo vivido días pasados con la muerte del Papa Francisco, podría ser una experiencia espiritual intensa, pero puede ser que nos quedemos en la anécdota, la solemnidad del acto, algo así como en el espectáculo, las personas o personajes que han intervenido, pero no hemos sabido descubrir una voz que en lo hondo nos esté hablando desde la figura, la vida y la muerte del Papa Francisco. Es la experiencia de Dios lo que tenemos que saber encontrar, saber vivir en cualquier cosa que vivamos, porque Dios llega a nosotros de mil maneras y en todos los acontecimientos y en todas las partes. ¿Tendremos que aprender a despertar la fe?

Es esa experiencia de la fe que nos transforma, que le da hondura a nuestra vida, que le hace adquirir un nuevo sentido y valor, es lo que nos hace sentirnos con nueva vida. Y esa experiencia de fe es algo más que un impacto que nos hace guardar un recuerdo o dejar una huella, algo que no podemos olvidar; es eso y mucho más, porque eso se va a hacer vida en nosotros, es lo que nos va a hacer vivir de verdad y entonces todo tendrá un nuevo sentido, como decíamos, un nuevo valor.

Hoy el evangelio nos dice que creer en Jesús es algo maravilloso porque nos hace poseer la vida eterna. Y cuando nos habla de vida eterna, no estamos pensando en el más allá después de la muerte, sino que esa vida eterna es lo que ahora estamos viviendo, porque es sentirnos poseídos por Dios y sentirnos llenos de Dios, porque es sentir que Dios es ya posesión nuestra porque así está metido en nuestro corazón, en nuestro espíritu, en todo nuestro ser.

Y eso nos hará vivir, entonces, de manera distinta, de manera nueva; es por eso que decimos que los que creemos en Jesús somos hombres nuevos, algo distinto a cuando vivíamos sin esa fe, sin ese Jesús poseyendo nuestra vida. ‘El que cree en el Hijo posee la vida eterna’. ¿Será así como estamos viviendo nuestra fe? ¿Será así como nos sentimos poseedores de esa vida eterna?

No hay comentarios:

Publicar un comentario