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miércoles, 16 de abril de 2025

Dispuestos de verdad a vivir la Pascua con Jesús, paso de la muerte a la vida, asumiendo la cruz clavada a nosotros para llegar a la resurrección de una nueva vida

 


Dispuestos de verdad a vivir la Pascua con Jesús, paso de la muerte a la vida, asumiendo la cruz clavada a nosotros para llegar a la resurrección de una nueva vida

Isaías 50, 4-9ª; Salmo 68; Mateo 26, 14-25

Hay momentos que son de preparativos; es un acontecimiento que se avecina y al que queremos darle la importancia que juzgamos que ha de tener y allá nos creamos comisiones de trabajo para que todo este a punto, para que lo tengamos todo preparado, nos trazamos planes, vemos las cosas que son necesarias, lo que no nos puede faltar lo buscamos por donde sea, nos hacemos listas de las cosas que necesitamos; pero es la madre que prepara la comida para sus hijos que se reúnen y quiere ofrecerles lo mejor y allá anda afanada con las comidas, con los adornos de la casa, la preparación de la mesa y no sé cuantas cosas más; es un viaje que vamos a emprender y reunimos todo aquello que creemos necesitar aunque no nos quepa en las maletas, hacemos previsiones de todo tipo, pero queremos tenerlo todo preparado y que no nos falle nada.

¿Preparativos de qué? ¿Preparativos de las cosas que creemos necesitar para ese acto? ¿Cuál tendría que ser lo importante que preparemos? Quizás sea bueno hacernos estas preguntas pero no solo para cosas como hemos querido reflejar en unos ejemplos anteriormente sino en este momento presente que vivimos como cristianos. También llega la hora de los preparativos ahora que estamos en semana santa en vísperas ya de celebrar la pascua. En otros tiempos nuestras madres nos preparaban la ropa de la semana santa que además quizás había la costumbre de estrenar algo. ¿En qué andamos afanados? ¿Será lo más importante lo que nos ocupa en la preparación de estos días?

El evangelio hoy nos ayuda. Se acercaba el día de celebrar la cena de pascua, están por Jerusalén lejos de sus viviendas habituales, y es la pregunta que le hacen al Maestro. ‘¿Dónde quieres que te prepararemos la Pascua?’ Jesús les da instrucciones muy concisas de cómo llegar a la persona que les ofrecería el sitio para la cena pascual. Los discípulos encontraron todo como les había dicho Jesús y allí lo prepararon.

Pero el evangelio nos dice algo más de esos preparativos. Ya Judas Iscariote se había dejado ver con los pontífices para ver en lo que quedaban para entregarle; las gestiones estaban hechas. Al comienzo de la cena Jesús manifiesta la congoja que lleva en el alma. ‘Uno de vosotros me va a entregar’. Como hemos comentado en otra ocasión la inquietud queda sembrada en todos los presentes. ‘¿Soy yo acaso, Señor?’ todos se preguntan y le preguntan. ‘El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!’ Pero todos estaban comiendo del mismo plato, porque eran las costumbres y era la forma de comer el cordero pascual. ¿Estaban todos provocando esa entrega? Una buena pregunta para que nos miremos por dentro, como les estaba sucediendo en aquel momento al grupo de los apóstoles sentados a la mesa con Jesús.

Conocemos la conclusión del relato del evangelio, pero nosotros nos tenemos que quedar con esas preguntas que han ido siendo base y carril por donde va discurriendo esta reflexión que nos tenemos que hacer en estos momentos en que también nosotros nos disponemos a celebrar la Pascua.

La pregunta que nos hacemos más que en donde es decirnos como vamos a celebrar la Pascua y también como yo soy actor de esa Pascua. Ni nos podemos quedar fuera contemplando a los otros ni nos podemos quedar en las cosas que hemos de preparar. Demasiado tiempo le dedicamos estos días a las cosas, a los preparativos de las cosas y quizás no estemos pensando en cómo hemos de prepararnos nosotros. Soy yo también actor en esa Pascua, pero no como una representación a la manera de teatro que tengamos que hacer sino en la medida en que con Cristo nosotros también vamos a subir al Calvario, a la cruz, a pasar por la muerte. Si no lo hacemos así no llegaremos a la Pascua, seguiremos siendo unos espectadores o unos tramoyistas que preparan cosas para que otros contemplen o vivan.

¿Estaré dispuesto de verdad a vivir toda la Pascua con Jesús pasando de la muerte a la vida, asumiendo la cruz en todo su sentido clavada a nuestra vida para poder llegar a la resurrección de una nueva vida? Muchas cosas, algunas veces inesperadas o no deseadas van apareciendo en nuestra vida que tienen que convertirse en Pascua en nosotros.

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