Dispuestos
de verdad a vivir la Pascua con Jesús, paso de la muerte a la vida, asumiendo
la cruz clavada a nosotros para llegar a la resurrección de una nueva vida
Isaías 50, 4-9ª; Salmo 68; Mateo 26, 14-25
Hay momentos que son de preparativos;
es un acontecimiento que se avecina y al que queremos darle la importancia que
juzgamos que ha de tener y allá nos creamos comisiones de trabajo para que todo
este a punto, para que lo tengamos todo preparado, nos trazamos planes, vemos
las cosas que son necesarias, lo que no nos puede faltar lo buscamos por donde
sea, nos hacemos listas de las cosas que necesitamos; pero es la madre que
prepara la comida para sus hijos que se reúnen y quiere ofrecerles lo mejor y
allá anda afanada con las comidas, con los adornos de la casa, la preparación
de la mesa y no sé cuantas cosas más; es un viaje que vamos a emprender y
reunimos todo aquello que creemos necesitar aunque no nos quepa en las maletas,
hacemos previsiones de todo tipo, pero queremos tenerlo todo preparado y que no
nos falle nada.
¿Preparativos de qué? ¿Preparativos de
las cosas que creemos necesitar para ese acto? ¿Cuál tendría que ser lo
importante que preparemos? Quizás sea bueno hacernos estas preguntas pero no
solo para cosas como hemos querido reflejar en unos ejemplos anteriormente sino
en este momento presente que vivimos como cristianos. También llega la hora de
los preparativos ahora que estamos en semana santa en vísperas ya de celebrar
la pascua. En otros tiempos nuestras madres nos preparaban la ropa de la semana
santa que además quizás había la costumbre de estrenar algo. ¿En qué andamos
afanados? ¿Será lo más importante lo que nos ocupa en la preparación de estos
días?
El evangelio hoy nos ayuda. Se acercaba
el día de celebrar la cena de pascua, están por Jerusalén lejos de sus
viviendas habituales, y es la pregunta que le hacen al Maestro. ‘¿Dónde
quieres que te prepararemos la Pascua?’ Jesús les da instrucciones muy
concisas de cómo llegar a la persona que les ofrecería el sitio para la cena
pascual. Los discípulos encontraron todo como les había dicho Jesús y allí lo
prepararon.
Pero el evangelio nos dice algo más de
esos preparativos. Ya Judas Iscariote se había dejado ver con los pontífices
para ver en lo que quedaban para entregarle; las gestiones estaban hechas. Al
comienzo de la cena Jesús manifiesta la congoja que lleva en el alma. ‘Uno
de vosotros me va a entregar’. Como hemos comentado en otra ocasión la
inquietud queda sembrada en todos los presentes. ‘¿Soy yo acaso, Señor?’ todos
se preguntan y le preguntan. ‘El que ha metido conmigo la mano en la fuente,
ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero,
¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese
hombre no haber nacido!’ Pero todos estaban comiendo del mismo plato,
porque eran las costumbres y era la forma de comer el cordero pascual. ¿Estaban
todos provocando esa entrega? Una buena pregunta para que nos miremos por
dentro, como les estaba sucediendo en aquel momento al grupo de los apóstoles
sentados a la mesa con Jesús.
Conocemos la conclusión del relato del
evangelio, pero nosotros nos tenemos que quedar con esas preguntas que han ido
siendo base y carril por donde va discurriendo esta reflexión que nos tenemos
que hacer en estos momentos en que también nosotros nos disponemos a celebrar
la Pascua.
La pregunta que nos hacemos más que en
donde es decirnos como vamos a celebrar la Pascua y también como yo soy actor
de esa Pascua. Ni nos podemos quedar fuera contemplando a los otros ni nos
podemos quedar en las cosas que hemos de preparar. Demasiado tiempo le
dedicamos estos días a las cosas, a los preparativos de las cosas y quizás no
estemos pensando en cómo hemos de prepararnos nosotros. Soy yo también actor en
esa Pascua, pero no como una representación a la manera de teatro que tengamos
que hacer sino en la medida en que con Cristo nosotros también vamos a subir al
Calvario, a la cruz, a pasar por la muerte. Si no lo hacemos así no llegaremos
a la Pascua, seguiremos siendo unos espectadores o unos tramoyistas que
preparan cosas para que otros contemplen o vivan.
¿Estaré dispuesto de verdad a vivir
toda la Pascua con Jesús pasando de la muerte a la vida, asumiendo la cruz en
todo su sentido clavada a nuestra vida para poder llegar a la resurrección de
una nueva vida? Muchas cosas, algunas veces inesperadas o no deseadas van
apareciendo en nuestra vida que tienen que convertirse en Pascua en nosotros.
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