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jueves, 15 de agosto de 2024

María en su Asunción sigue siendo hoy un faro de luz que pone esperanza en nuestros corazones despertando en nosotros los deseos de un mundo nuevo y mejor

 


María en su Asunción sigue siendo hoy un faro de luz que pone esperanza en nuestros corazones despertando en nosotros los deseos de un mundo nuevo y mejor

Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab; Salmo 44; 1Corintios 15, 20-27ª; Lucas 1, 39-56

Tener una señal que nos garantice que aquello por lo que luchamos lo podemos conseguir será siempre algo que nos da esperanza en nuestro esfuerzo por lo que merece la pena, aunque sea duro el camino, seguir en nuestros deseos de superación y de alcanzar esa meta. ¿Estamos seguros que este camino nos llegará al final que pretendemos? ¿Merecen en verdad esos esfuerzos que algunas veces parece que se nos hace oscuro el camino por todas las cosas que nos vamos encontrando y que parecen que quieren distraernos de nuestra meta? Y confiamos, y esperamos, y mantenemos la tensión del esfuerzo, y somos capaces de pasar todos los sacrificios que sean necesarios porque nos sentimos seguros del final que buscamos.

No se trata ya de los caminos geográficos que tenemos que recorrer si queremos llegar a un lugar hermoso donde nos anuncian que vamos a disfrutar mucho. Podríamos estar haciendo referencia también a la situación que vivimos en nuestro mundo que en medio de tantas violencias y tanto egoísmo insolidario pudiera parecer que nos hace perder la esperanza. Sin dejarnos envolver por el pesimismo bien sabemos que la realidad es cruda, guerras que no se terminan sino que más bien parece que surgen con más fuerza cada día con el peligro incluso de que se abran nuevos frentes, y aun seguimos soñando con la paz aunque nos flaqueen las esperanzas.

Un mundo duro y cruel de tantos que tienen que dejar su tierra y lugar de origen arriesgando sus vidas es búsqueda de algo mejor, pero como contrapartida esos resabios de racismo que aparecen en algunos lugares, esos brotes insolidarios que nos hacen pensar primero en nosotros sin querer mirar las tragedias pero también los sueños que hay detrás de cada uno de esos emigrantes; y nos vemos envueltos en ese torbellino y sentimos la tentación de dejarnos arrastrar por esas negruras que pueden aparecer en nuestro corazón. ¿Necesitará nuestro mundo, necesitaremos nosotros un faro de esperanza que nos anime a seguir en pie?

Es mucho lo que está en juego y esta fiesta de la Asunción de la Virgen es para nosotros un rayo de esperanza que nos llena de esas certezas y seguridades el corazón. Era turbulento también aquel momento de la historia del mundo en que apareció la Buena Noticia del Evangelio. Desde la Palabra de Jesús comenzó a brillar una nueva luz que llenaba de esperanza aquel mundo. Recordamos que los evangelios nos hablarán de que en aquel mundo que andaba en tinieblas, recordando a los profetas, allá por Galilea comenzó a brillar una nueva luz con el anuncio del evangelio de Jesús. Será la lectura que irán aprendiendo a hacer de la vida y de la historia aquellos que creían en Jesús, aquellos que seguían a Jesús. Cada hecho, cada momento comenzaba a tener una nueva lectura que seguía despertando esperanzas en los corazones.

Es lo que hoy también nosotros queremos sentir cuando celebramos esta fiesta de la Asunción de la Virgen que la queremos celebrar también en el contexto de nuestro mundo, con nuestras problemáticas sociales y también con nuestras problemáticas personales, porque a todos en algún momento no nos faltan esas oscuridades que pidieran entenebrecer también nuestras vidas. Pero no nos puede faltar la esperanza.

Es posible un mundo nuevo por el que luchamos y nos esforzamos, es posible que los corazones vayan cambiando y tengamos una nueva mirada  que nos llene de esperanza, es posible hacer un mundo mejor porque hay muchos corazones generosos que ya lo están trabajando.

Tenemos que estar atentos a esas buenas señales que nos pueden ir apareciendo y no podemos dejar que pasen desapercibidas. No todo son deseos de guerra y de violencia y hay un fuerte clamor por la paz en nuestro mundo; no todo es encerrarnos en nuestros egoísmos, racismos y discriminaciones, porque también nos encontramos con muchas personas de buena voluntad que trabajan por mejorar la situación de quienes llegan ansiosos de algo nuevo a nuestras costas; no siempre avanzamos todo lo que queremos, pero hay señales en el camino que tenemos que saber descubrir para no dejarnos embotar por cosas negras que se magnifican en exceso.

Hoy escuchamos el canto de María que se siente engrandecida en el Señor, porque siente que en ella Dios está realizando maravillas, pero porque siente también que por ella Dios está haciendo maravillas para nuestro mundo. ‘Los poderosos van a ser derribados de sus tronos y los humildes van a ser enaltecidos, los hambrientos van a ser saciados, pero aquellos que se creen satisfechos de todo van a sentir el peor de los vacíos en su corazones’. Es la imagen que en María contemplamos de esa transformación de nuestro mundo.

Algo nuevo tiene que surgir, algo nuevo ya está surgiendo, en eso nuevo tenemos que sentirnos implicados, a ese carro de transformación nosotros tenemos que apuntarnos. Dejémonos de catastrofismos que llenan de oscuridad los corazones – cuidado con las noticias que algunas veces difundamos que parece que lo que queremos es escachar la cabeza de los que no piensan como nosotros – y resaltemos los puntos de luz que vayamos encontrando que si abrimos los ojos los descubriremos.

Nosotros, los canarios, hoy invocamos a María con la hermosa advocación de Candelaria. Es la portadora de la luz, así un día la puso con su imagen en las playas de nuestra isla, pero quiere seguir siendo esa portadora de luz para nuestra tierra hoy pero nos está pidiendo que es lo que nosotros tenemos que ser en medio de este mundo que  nos ha tocado vivir. Dejémonos iluminar e iluminemos con esa luz del evangelio de Jesús que ella también nos ha venido a traer.

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