María
en su Asunción sigue siendo hoy un faro de luz que pone esperanza en nuestros
corazones despertando en nosotros los deseos de un mundo nuevo y mejor
Apocalipsis 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab;
Salmo 44; 1Corintios 15, 20-27ª; Lucas 1, 39-56
Tener una señal que nos garantice que
aquello por lo que luchamos lo podemos conseguir será siempre algo que nos da
esperanza en nuestro esfuerzo por lo que merece la pena, aunque sea duro el
camino, seguir en nuestros deseos de superación y de alcanzar esa meta. ¿Estamos
seguros que este camino nos llegará al final que pretendemos? ¿Merecen en
verdad esos esfuerzos que algunas veces parece que se nos hace oscuro el camino
por todas las cosas que nos vamos encontrando y que parecen que quieren
distraernos de nuestra meta? Y confiamos, y esperamos, y mantenemos la tensión
del esfuerzo, y somos capaces de pasar todos los sacrificios que sean
necesarios porque nos sentimos seguros del final que buscamos.
No se trata ya de los caminos
geográficos que tenemos que recorrer si queremos llegar a un lugar hermoso
donde nos anuncian que vamos a disfrutar mucho. Podríamos estar haciendo
referencia también a la situación que vivimos en nuestro mundo que en medio de
tantas violencias y tanto egoísmo insolidario pudiera parecer que nos hace
perder la esperanza. Sin dejarnos envolver por el pesimismo bien sabemos que la
realidad es cruda, guerras que no se terminan sino que más bien parece que
surgen con más fuerza cada día con el peligro incluso de que se abran nuevos
frentes, y aun seguimos soñando con la paz aunque nos flaqueen las esperanzas.
Un mundo duro y cruel de tantos que
tienen que dejar su tierra y lugar de origen arriesgando sus vidas es búsqueda
de algo mejor, pero como contrapartida esos resabios de racismo que aparecen en
algunos lugares, esos brotes insolidarios que nos hacen pensar primero en
nosotros sin querer mirar las tragedias pero también los sueños que hay detrás
de cada uno de esos emigrantes; y nos vemos envueltos en ese torbellino y
sentimos la tentación de dejarnos arrastrar por esas negruras que pueden
aparecer en nuestro corazón. ¿Necesitará nuestro mundo, necesitaremos nosotros
un faro de esperanza que nos anime a seguir en pie?
Es mucho lo que está en juego y esta
fiesta de la Asunción de la Virgen es para nosotros un rayo de esperanza que
nos llena de esas certezas y seguridades el corazón. Era turbulento también
aquel momento de la historia del mundo en que apareció la Buena Noticia del
Evangelio. Desde la Palabra de Jesús comenzó a brillar una nueva luz que
llenaba de esperanza aquel mundo. Recordamos que los evangelios nos hablarán de
que en aquel mundo que andaba en tinieblas, recordando a los profetas, allá por
Galilea comenzó a brillar una nueva luz con el anuncio del evangelio de Jesús.
Será la lectura que irán aprendiendo a hacer de la vida y de la historia
aquellos que creían en Jesús, aquellos que seguían a Jesús. Cada hecho, cada
momento comenzaba a tener una nueva lectura que seguía despertando esperanzas
en los corazones.
Es lo que hoy también nosotros queremos
sentir cuando celebramos esta fiesta de la Asunción de la Virgen que la
queremos celebrar también en el contexto de nuestro mundo, con nuestras
problemáticas sociales y también con nuestras problemáticas personales, porque
a todos en algún momento no nos faltan esas oscuridades que pidieran
entenebrecer también nuestras vidas. Pero no nos puede faltar la esperanza.
Es posible un mundo nuevo por el que
luchamos y nos esforzamos, es posible que los corazones vayan cambiando y
tengamos una nueva mirada que nos llene
de esperanza, es posible hacer un mundo mejor porque hay muchos corazones
generosos que ya lo están trabajando.
Tenemos que estar atentos a esas buenas
señales que nos pueden ir apareciendo y no podemos dejar que pasen desapercibidas.
No todo son deseos de guerra y de violencia y hay un fuerte clamor por la paz
en nuestro mundo; no todo es encerrarnos en nuestros egoísmos, racismos y
discriminaciones, porque también nos encontramos con muchas personas de buena
voluntad que trabajan por mejorar la situación de quienes llegan ansiosos de
algo nuevo a nuestras costas; no siempre avanzamos todo lo que queremos, pero
hay señales en el camino que tenemos que saber descubrir para no dejarnos
embotar por cosas negras que se magnifican en exceso.
Hoy escuchamos el canto de María que se
siente engrandecida en el Señor, porque siente que en ella Dios está realizando
maravillas, pero porque siente también que por ella Dios está haciendo
maravillas para nuestro mundo. ‘Los poderosos van a ser derribados de sus
tronos y los humildes van a ser enaltecidos, los hambrientos van a ser
saciados, pero aquellos que se creen satisfechos de todo van a sentir el peor
de los vacíos en su corazones’. Es la imagen que en María contemplamos de
esa transformación de nuestro mundo.
Algo nuevo tiene que surgir, algo nuevo
ya está surgiendo, en eso nuevo tenemos que sentirnos implicados, a ese carro
de transformación nosotros tenemos que apuntarnos. Dejémonos de catastrofismos
que llenan de oscuridad los corazones – cuidado con las noticias que algunas
veces difundamos que parece que lo que queremos es escachar la cabeza de los
que no piensan como nosotros – y resaltemos los puntos de luz que vayamos
encontrando que si abrimos los ojos los descubriremos.
Nosotros, los canarios, hoy invocamos a
María con la hermosa advocación de Candelaria. Es la portadora de la luz, así
un día la puso con su imagen en las playas de nuestra isla, pero quiere seguir
siendo esa portadora de luz para nuestra tierra hoy pero nos está pidiendo que
es lo que nosotros tenemos que ser en medio de este mundo que nos ha tocado vivir. Dejémonos iluminar e
iluminemos con esa luz del evangelio de Jesús que ella también nos ha venido a
traer.
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