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martes, 26 de marzo de 2024

Recostémonos en el pecho de Jesús para sentir el latido de su corazón y, aunque mucho sea nuestro pecado, escucharemos el latir de la misericordia y del perdón

 


Recostémonos en el pecho de Jesús para sentir el latido de su corazón y, aunque mucho sea nuestro pecado, escucharemos el latir de la misericordia y del perdón

Isaías 49, 1-6; Salmo 70; Juan 13, 21-33. 36-38

Hay momentos en que afloran las emociones y nos sentimos incapaces de controlarlas. Hasta la persona más fría del mundo, la que nos parece que nunca se inmuta, aquel que parece que se ha cubierto con una coraza para no dejar entrever cuales son sus sentimientos también tiene un momento en el que el control desaparece y afloran todas sus emociones.

Algunas veces parece que tenemos que mostrarnos duros e insensibles, no queremos dejar trasparentar lo que llevamos por dentro, porque nos parece quizás una falta de dominio de nosotros mismos, o porque queremos aparentar una fortaleza que quizás en el fondo no tenemos tanto como queremos insinuar; pero nos hace falta dejar trasparentar nuestras emociones para ser más humanos, eso forma parte de nuestra vida, de lo que somos, porque todo no es un fría cabeza sino que están los sentimientos que se desprender del corazón, y eso es también vida nuestra. Cuidado que esas insensibilidades aparentes sean orgullos ocultos, pero que son muy reales en nuestra vida y que por otra parte tanto daño nos puede hacer.

El evangelio que se nos ofrece en este martes santo es un evangelio donde afloran las emociones. Sí, podemos decir, Jesús está emocionado por el momento. Démonos cuenta que este episodio que ahora se nos narra está enmarcado en aquella última cena, la cena pascual que Jesús quiso hacer con sus discípulos como un anticipo o como un principio de lo que iba a ser su Pascua. En dos momentos de esta noche expresará Jesús la tristeza de su espíritu y cuanto ha deseado comer aquella pascua con sus discípulos. Al comienzo de la cena, y luego lo repetirá en su entrada en Getsemaní.

Parece como si en su emoción por el momento se le escapara lo que iba a suceder precisamente a partir de las actitudes de ellos. ‘Uno de vosotros me va a entregar’. Pero al mismo tiempo es su entrega, como así lo había manifestado, nadie le arrebata la vida, sino que El la entrega libremente. Pero por medio anda quien lo va a traicionar, o quienes lo van a traicionar. Pensamos siempre en Judas, a quien le da un poco de pan untado en aquella salsa que preparaban para comer el cordero pascual, pero a él le dice que lo que tiene que hacer que lo haga pronto. No entenderá el resto, que piensa en algún encargo de Jesús a quien era encargado de llevar la bolsa común. Pero cuando salió Judas ‘era de noche’, la oscuridad de la noche lo envolvía.

Allá queda el resto con sus buenos deseos, porque no terminaban comprender lo de la traición y la entrega, estarán dispuestos a todo por Jesús como se adelantará a decir Pedro. Siempre adelantándose sin darse cuenta que el espíritu puede estar pronto pero la carne es débil. Luego se dejará dormir en el huerto cuando Jesús les pide que oren en aquella hora tan importante. Pero Pedro siempre porfiando va a recibir el anuncio más terrible que pudiera escuchar, aunque siga sin comprender. ‘¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces’. Así a suceder antes que el gallo cante en esa noche. Sigue estando presente la noche.

Pero hay uno de quien tenemos que aprender que se ha recostado sobre el pecho de Jesús. Por algo será el discípulo amado, como tantas veces va a ser reconocido así y no por su nombre en el evangelio. Podía sentir el palpitar del corazón de Cristo. Podía él palpitar también al mismo ritmo y con el mismo amor. Suyas pueden hacer sus emociones y su sensibilidad, con Jesús podrá subir a una altura espiritual que quizás otros no podrán alcanzar.

¿Quién será el mejor que nos habla de la luz que quiere ser anulada por las tinieblas pero que será quien nos ilumine el camino, de la vida que tiene la última palabra sobre la muerte porque habrá resurrección, de la verdad porque en el espíritu de Jesús vamos a encontrar la verdadera sabiduría, del amor y de la intensidad con que hemos de vivirlo, del camino para seguir a Jesús que es Jesús mismo? Todo su evangelio estará lleno de estas imágenes que por si mismas nos están hablando de lo más profundo de Jesús.


Recostémonos en el pecho de Jesús para sentir el latido de su corazón, y aunque muchas hayan sido nuestras traiciones y negaciones, mucho sea nuestro pecado, escucharemos el latir de la misericordia y del perdón.

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