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lunes, 11 de diciembre de 2023

Levántate, tú puedes, no esperes que otro te lleve tu camilla, no te quedes postrado, ponte en camino

 


Levántate, tú puedes, no esperes que otro te lleve tu camilla, no te quedes postrado, ponte en camino

Isaías 35, 1-10; Sal 84; Lucas 5, 17-26

Cuántas veces en la vida nos vemos bajo el peso de los problemas sin saber cómo salir adelante, nos sentimos impotentes, incapaces de encontrar salida; en ocasiones nos sentimos como inútiles, también hay que decirlo, porque no nos valoramos a nosotros mismos, no somos capaces de reconocer las imposibilidades que podamos tener, pero de ahí no pasamos; yo no sé, yo no puedo, son frases que escuchamos o que incluso decimos en muchas ocasiones.

Por supuesto necesitamos una mano que nos ayude a dar los primeros pasos, nos dé el primer empujón, no para resolvernos ellos todos los problemas, sino para hacernos creer en nosotros mismos; es bueno que haya personas dispuestas así a nuestro lado, porque son un buen estimulo; pero reconociendo quizás que estamos limitados tenemos que ver otras posibilidades, otras salidas, algo que nosotros hagamos por nosotros mismos.

¿Queremos el milagro fácil que todo nos lo dé hecho? Quizá el milagro tiene que estar en reconocer nuestra limitación, pero querer salir de ella, no conformarnos, no cruzarnos de brazos para que otros sean los que nos resuelvan los problemas. Y esto que estoy diciendo no es auto alimentar nuestra autosuficiencia, porque también tenemos que saber a quién podemos acudir, pero hacerlo, es comenzar a creer que es posible en mi vida algo distinto. Y decimos de nuestra vida personal, como podemos decirlo de lo que es esa sociedad que quisiéramos que fuera mejor.

Me ha venido a la mente toda esta reflexión que os estoy ofreciendo precisamente leyendo y queriendo escuchar en mi corazón también el evangelio que hoy se nos propone. El evangelista nos presenta el cuadro, Jesús que está enseñando en un lugar a donde ha acudido mucha gente; por un lado también están escribas y fariseos, que siempre estarán atentos a lo que hace o a lo que dice Jesús, no para aprender, sino ya sabemos cuales son sus intenciones. En medio de todo esto aparecen unos hombres que en una camilla traen a un paralítico para que Jesús lo cure. Pero está la dificultad de la aglomeración de la gente; pero aquellos hombres no se arredran y buscan soluciones, bajar desde el tejado en la camilla a aquel paralítico para que llegue a los pies de Jesús.

Ya estamos viendo cómo se buscan soluciones sin cruzarse de brazos. Las barreras se pueden saltar. Cuántas veces vemos el muro que se nos interpone, pero nos falta la iniciativa para ver como pasar por encima de ese muro, y nos quedamos paralizados.

Pero ahora vienen otros pasos que son muy importantes. Las palabras de Jesús hacen reconocer que aquel hombre – todos lo somos – es pecador y cuando se reconoce el pecado estará siempre presente la misericordia de Dios, aunque los hombres no terminamos de aprender lo que es la misericordia y saborearla. Así está la reacción de aquellos que escuchan que Jesús ofrece el perdón a aquel hombre. ¿Nuestras reacciones van por los caminos de la misericordia y saber saborearla?

Pero ahora Jesús le va a decir a aquel hombre que no tiene que quedarse postrado en aquella situación. ‘A ti te lo digo… levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’. No te quedes postrado, levántate. No esperes siempre que haya alguien que te cargue la camilla – yo lo habían hecho otros antes para traerlo ante Jesús – a ti te toca ahora cargar con la camilla para que vuelvas a tu casa. Y aquel hombre se levantó con el estupor de todos.

Cuántas veces necesitamos oír esa palabra que nos dice: ‘levántate’. Tú puedes. Es posible. Sentir esa liberación interior, que nos viene de Dios. No quedarnos atados y paralizados. Ponernos en camino que podemos hacerlo. No podemos consentir que el mundo siga por los derroteros que va; podemos hacer algo nuevo, algo distinto, un mundo mejor y distinto. Pero tenemos que poner manos a la obra. Jesús está con nosotros. Y su palabra de salvación llega a nuestra vida. ‘Sed fuertes, no temáis. Aquí está nuestro Dios, viene en persona y nos salvará’.


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