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lunes, 13 de noviembre de 2023

Nos tendríamos que preguntar qué lagunas tenemos en nuestra fe cuando no somos generosos en el perdón y nos hacemos tan rigoristas con los débiles

 


Nos tendríamos que preguntar qué lagunas tenemos en nuestra fe cuando no somos generosos en el perdón y nos hacemos tan rigoristas con los débiles

Sabiduría 1,1-7; Sal 138; Lucas 17,1-6

Poner piedras en el camino, para hacerte tropezar, para que encuentres obstáculos y al final te canses y desistas de hacer el camino, para hacer que te desvíes del camino que lleva la meta, a lo que quieres conseguir y al final te pierdas, para hacerte daño porque te quieren mal, porque sienten la maldad en su corazón y parece que disfrutan entorpeciendo a los demás, porque afloran resentimientos y envidias, porque el orgullo nos corroe por dentro y hacemos lo posible y lo imposible porque el otro no consiga lo que desee… Hemos comenzado hablando materialmente de piedras en el camino para entorpecernos el recorrido que tengamos que hacer, pero al final hemos terminado resaltando la malicia que aflora en muchos corazones para hacer daño a los demás; y la maldad aparecerá en cosas materiales, como puedan ser las piedras del camino, o serán otras muchas intenciones torcidas que nos aparecen por dentro.

Es de lo que comienza hablándonos Jesús. Y son los más débiles los que habitualmente sufren las consecuencias de esos tropiezos porque en su debilidad es más fácil la caída. Y es esa malicia con que nos estamos acostumbrando a actuar en la vida, porque todo son desconfianzas, todo son recelos y envidias, amor propio herido y soberbias del corazón, porque en nuestras vanidades no soportamos que otros puedan estar mejor que nosotros e incluso hagan el bien cuando nos creemos que somos nosotros los únicos que hacemos el bien y no terminamos de ver y reconocer el bien que hacen tantos a nuestro lado. Y vienen los daños que nos hacemos los unos a los otros de mil maneras; y viene el mal ejemplo que arrastra cuando nosotros no hacemos las cosas bien y llevamos a los demás por mal camino. Y Jesús nos habla muy fuerte y muy duro por ese daño que hacemos en los demás.

Y los discípulos más cercanos de Jesús se ven sorprendidos por la dureza de Jesús en sus palabras para los que hacen el mal y las nuevas actitudes que Jesús pide a los que quieren ser sus seguidores. Porque a pesar de todo ese mal que nos hacemos, Jesús nos está pidiendo que seamos capaces de tener comprensión en el corazón y cuando alguien reconoce el mal generosamente le ofrezcamos el perdón. Y Jesús nos plantea que el perdón hay que ofrecerlo siempre, no podemos poner medidas ni límites; todos somos igualmente débiles y tropezamos muchas veces en la misma piedra, caemos una y otra vez en las mismas debilidades. Y de la misma manera que queremos que sean comprensivos con nosotros, así hemos de serlo también con los demás siempre.

Es lo que a los discípulos se les hace difícil. Entonces y ahora. Porque sigue siendo una piedra de tropezar hoy en nosotros y hasta en la Iglesia lo de la generosidad del perdón a los que hayan tropezado muchas veces. Nos cuesta perdonar. Se nos hace difícil. Mantenemos muchas reservas. Se mantienen incluso en los protocolos de actuación también muchas reservas y parece que no se tiene en cuenta mucho lo que Jesús nos dice. Nos acogemos a unas palabras, a lo que nos interesa, pero olvidamos o descartamos otras.

‘Aumentamos la fe’, le piden los discípulos a Jesús, porque todo aquello que les está diciendo Jesús les parece como imposible realizarlo. Y Jesús nos dice que si tuviéramos fe, aunque fuera tan pequeña como un grano de mostaza, seríamos capaces de hacer grandes maravillas, hacer que la morera se arranque de raíz y se plante en el mar. ¿Hasta dónde llegará entonces nuestra fe cuando no somos capaces de hacer esa maravilla de ofrecer generosamente el perdón a los que débiles han caído una y otra vez? ¿No habrá por ahí, en muchos que no lo imaginamos incluso, muchas lagunas en la fe?  ¿Por qué seremos tan rigoristas? ¿Qué imagen damos de la misericordia y de la compasión? Nos da mucho que pensar.

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