En
camino para la vida, con la mano tendida para levantar de todo lo que sea
muerte, enraizado en el amor del Padre y buscando otros lugares donde llevar
ese mensaje de vida
Hebreos 2,14-18; Sal 104; Marcos 1,29-39
En camino
para la vida. Ojalá fueran así siempre nuestros caminos; pero los llenamos de
muerte tantas veces, o por lo menos, no sanamos; caminamos pero vamos a lo
nuestro, caminamos y no terminamos de ver lo que hay alrededor, vamos pensando
solo en nosotros mismos, nuestros intereses o preocupaciones, pero podemos
perder la sensibilidad de captar lo que realmente pasa en nuestro entorno; o
algunas veces, aunque nos quejemos del olor a podrido, del olor a muerte que
pudiera haber en nuestro entorno, no hacemos nada por quitarlo. Y nuestro
camino tendría que ser para la vida.
Es lo que
contemplamos hoy en Jesús en el evangelio. Cuando ahora hemos retomado el
tiempo ordinario, hemos comenzado escuchando el principio del evangelio de san
Marcos, en estos días entre la semana. Y nos está hablando de esos primeros
pasos de Jesús en Galilea anunciando la llegada del Reino de Dios. Y lo vemos
en camino. Estuvo el sábado en la sinagoga y cuando salio de allí lo llevaron a
casa de Simón y Andrés; va a ser como el centro del que partan los caminos que
Jesús ha de ir realizando. Un camino siempre para la vida. Es lo que anuncia,
pero es lo que se va realizando con su presencia.
Le dicen que la suegra de Simón está enferma, y allí le vemos tendiendo su mano para levantarla. Tender la mano para levantar y para poner en camino será algo que le veremos hacer repetidamente. Sanar es levantar, sanar es poner en camino, sanar es hacer recuperar la vida, la dignidad, la grandeza de la persona, es mucho más que curar de una enfermedad o de una limitación, es liberar de lo que nos ata, es poner vida en la persona. Ya había curado al hombre poseído por el espíritu inmundo allá en la sinagoga – lo había liberado de aquella posesión del maligno - y ahora tiende su mano de nuevo para sanar. Y aquella mujer se levantó y se puso a servirles.
Serán muchos
los que se agolpen a la puerta al caer de la tarde. Era sábado y hasta la caída
del sol no estaba permitido hacer muchas cosas por el descanso sabático, por
eso será al caer de la tarde, cuando ya ha terminado el sábado, cuando se
agolpen a su puerta con enfermos de todo
tipo. Y allí está Jesús para la vida. ‘a población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de
diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no
les permitía hablar’.
Pero Jesús
quiere seguir estando en camino. Si su mano estaba siempre tendida para
levantar, su corazón estaba enraizado en el amor del Padre; por eso se ha
levantado de madrugada para irse al descampado a orar. Allí lo encuentran
quienes están comenzando ya a ser sus discípulos para decirle que la gente lo
anda buscando. Ya buscan a Jesús y se interesan por las cosas de Jesús. Pero El
quiere ir más allá. ‘Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para
predicar también allí; que para eso he salido’.
Escuchamos
hoy este evangelio quienes nos decimos también sus discípulos. También en El
hemos puesto nuestra esperanza; también a El lo buscamos porque queremos
llenarnos de su vida; como aquella gente que se agolpaba a la puerta, queremos
también tomar esa mano que Jesús nos ofrece para levantarnos, para llenarnos de
vida; como aquellos primeros discípulos que ya comienzan a interesarse por las
cosas de Jesús nosotros también vamos en su búsqueda y ojalá sepamos llegar a
ese lugar de silencio donde también nos encontremos con Jesús; que sepamos
estar con El para aprender a enraizar nuestro corazón en el amor del Padre,
como lo hacia Jesús. Necesitamos ese lugar descampado, ese lugar de silencio,
ese lugar donde nos apartemos un poco de ese ajetreo de las cosas de cada día,
para poder llenarnos de Dios.
Entonces
aprenderemos también que tenemos que ir a otra parte porque a otros también
tenemos que llevar ese mensaje de vida, que sepamos nosotros también ponernos
en camino de vida para ir tendiendo la mano. Muchos son los que están
esperando, no los defraudemos.
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