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viernes, 16 de julio de 2021

Revestidos de María con su escapulario y dejándonos sumergir en el molde de María plasmemos en nosotros todas sus virtudes para vivir su camino de fidelidad y santidad

 


Revestidos de María con su escapulario y dejándonos sumergir en el molde de María plasmemos en nosotros todas sus virtudes para vivir su camino de fidelidad y  santidad

 

‘Flor del Carmelo, viña florida, esplendor del cielo, Virgen fecunda y singular. ¡Oh madre tierna! Estrella del mar’. Así invocamos en bella referencia también al Monte Carmelo de donde se toma el título de esta advocación mariana en esta festividad a María, la madre del Señor y nuestra madre, en la festividad del Carmen que hoy celebramos. Famosas y conocidas de todos son también las expresiones de San Bernardo: ‘En los peligros, en las angustias..., llama a María, invoca a María. María es la Estrella del mar’.

Sobreponiéndose a las extensas llanuras y valles de Galilea la cadena montañosa del Carmelo la atraviesa para asomarse al mar Mediterráneo en Haifa. Unas montañas que tuvieron un intenso significado en la historia del pueblo de Israel porque se convirtieron en refugio del profeta Elías en medio del ardor de su celo por defender el nombre santo de Dios, frente a los baales o falsos dioses que los poderosos querían imponer al pueblo de Dios. Un lugar propicio para la contemplación y para la admiración de las obras de Dios porque como viña y jardín florido (significado del nombre del Carmelo) ayudaba a la interiorización y a sentir de manera especial la presencia de Dios.

Fue allí cuando en tiempos de las cruzadas por liberar la tierra santa de las manos de los otomanos y musulmanes, donde terminaron refugiándose aquellos cruzados que no se querían arrancar de la tierra de Jesús. En aquellos eremitas desperdigados por aquellas montañas tuvo su origen la Orden del Carmelo que en medio de aquel monte entronizaron una imagen de María para que fuese su luz y su estrella en su camino por la vida cual una procerosa navegación por el mar. Flor del Carmelo y Estrella del Mar aquella bendita imagen de María en el monte Carmelo.

Como una señal aquellos monjes constituidos ya en orden religiosa la tradición habla de cómo María les entregó su vestido para que de ella se vistieran significado en aquel escapulario. En su origen el escapulario es como un vestido que se sobrepone sobre las vestiduras ordinarias sobre todo cuando hay que realizar los duros trabajos del campo. Pero ese escapulario se vino a convertir en el vestido de María que aquellos que querían mantenerse en fidelidad querían apoyarse en María para hacer la travesía de su vida.

¿De quien mejor podemos vestirnos cuando queremos seguir los caminos de Jesús y vivir los valores del Evangelio? María, dejando que Dios se encarnase en sus entrañas, en su cuerpo dio cuerpo al Hijo de Dios que se hacía hombre. Podíamos decir que el cuerpo de María, la vida de María, es como el mejor molde en el que hemos de introducirnos para configurar nuestra vida a la manera de la vida de Jesús. Llevar, pues, el escapulario de María es vestirnos de María, es reflejar en nosotros las virtudes y los valores de María, es vestirnos de su propia santidad para que así mejor nos podamos parecer a Jesús, configurar plenamente con Jesús.

‘El escapulario del Carmen, según decía el papa Pío XII el 11 de febrero de 1950, es símbolo y signo de las virtudes de María: humildad, castidad, mortificación, oración, y, sobre todo, signo y recuerdo de nuestra consagración a Jesucristo y a ella, un signo eficaz de santidad y una prenda de eterna salvación’.

Recojamos todo el significado del monte Carmelo al que hemos venido haciendo referencia y coloquemos a María como Reina, Madre y Señora para que así se convierte verdaderamente en estrella del mar que nos haga caminar con seguridad en medio de las tormentas, peligros, angustias de la vida. Es un camino de fidelidad, un camino de fe, que al mismo tiempo se convierte para nosotros en escuela de oración y en senda que nos conduce a la santidad.

Revistámonos de verdad de María en esta fiesta de la Virgen del Monte Carmelo, no como un adorno o una prenda externa, sino porque desde lo más hondo de nosotros mismos queremos vivir su vida, plasmar en nuestra vida sus virtudes escuchando su invitación perenne para que hagamos siempre lo que El nos diga.

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