Una
nueva evangelización porque la luz del evangelio no ha terminado de ser en
verdad luz y sal de nuestra sociedad
Hechos de los apóstoles 13, 46-49; Sal 116;
Lucas 10, 1-9
A la hora de comenzar a escribir la
semilla de este día me encuentro, os lo digo sinceramente, con el dilema de no
saber por donde orientar mi reflexión. Hoy, sobre todo en nuestro mundo
occidental, vivimos inmersos en una campaña mediática muy intensa con el tema
del amor y de la amistad. Este tema se ha convertido en un intenso reclamo que
nos bombardea por todas partes y no podemos ocultar lo que tiene de campaña
publicitaria pues grandes son las ganancias comerciales que circulan en el
mercado con motivo de este día.
No es malo que pensemos y hasta
celebremos el amor y la amistad, aunque, como siempre se suele decir, no es
cosa de un solo día que se podría quedar en una falsedad si no es algo que se
viva intensamente cada día. Es bonito el amor, es preciosa la amistad, forma
parte de nuestra vida, alegra el corazón y llena de ansias de vivir porque es
triste vivir solo sin tener a quien amar y sin sentirse uno amado de los demás.
Pero, repito, no lo podemos convertir en flor de un día, porque se marchita
pronto como se marchita una flor cortada.
Es una semilla que tenemos que sembrar
muy hondo en el corazón, pero es necesario que seamos buena tierra para que
crezca esa hermosa planta y nos pueda brindar una hermosa flor. Cómo tenemos
que cuidar esa planta de la amistad, cómo tenemos que cuidar la tierra de
nuestro corazón. Sintámonos felices con nuestros amigos y hagámoselo saber;
vivamos con intensidad el amor y no dejemos que nada le pueda quitar su bello
brillo ni enturbiar su resplandor.
Cuidemos el amor, que significa cuidar
a la persona amada; pero cuidemos el amor que significa cuidar mucho nuestro
corazón para que no se sienta turbado por otras influencias que nos llenen de
dudas. No es una joya ofrecida ni una flor presentada como un obsequio lo que
va a hacer crecer, madurar y mantener ese amor, sino que pensemos que esa joya
es el amor mismo, esa flor es realmente nuestro amor que es el que tenemos que
hacer bello.
Y dicho esto en lo que quizá me he
extendido más de lo que pensaba – yo no ando recordando a mis amigos qué día es
hoy sino que cada día lo hago el día de la amistad – centrémonos también en el
mensaje que nos ofrece la celebración de este día. Hoy celebramos a dos santos
que son considerados también patronos de Europa por la tarea evangelizadora que
realizaron en extensos territorios de nuestra Europa en su tiempo. Hoy es día
de san Cirilo y san Metodio, patronos de Europa.
Una invitación que surge, pues, de la
Palabra de Dios que hoy se nos proclama para comprometernos aun más en esa
tarea de la evangelización. Jesús ha escogido de entre los discípulos a los
doce apóstoles y los envía, como envía a sus discípulos todos de dos en dos, a
hacer un primer anuncio de la Buena Noticia de Jesús. Pero Jesús no les oculta
la dificultad que entraña su tarea porque les dice que les envía como ovejas en
medio de lobos. ‘Mirad que os mando como corderos en medio
de lobos’, y les dice
también que ‘la mies es abundante pero los obreros son pocos’.
Mucha la
mies, pocos los obreros, corderos en medio de lobos, significa lo complejo de
la tarea. Entonces y ahora. Los que venimos habitualmente a la iglesia o
vivimos en países que llamamos cristianos o de vieja cristiandad algunas veces
parece que nos cegamos y nos creemos que ya la tarea está realizada porque
todos somos cristianos, todos bautizamos a nuestros hijos o venimos a algunas celebraciones
religiosas. Pero comparemos el numero de los que habitualmente vemos en
nuestras celebraciones – y si queremos incluso cojamos como referencia los días
de mayor afluencia que no son tantos – y lo que es el conjunto de la población
que nos rodea en el lugar y nos daremos cuenta que andamos en minoría; no somos
tantos, seamos realistas. ¿No nos tendría solo eso ya que comenzar a hacernos
preguntas?
No nos
extrañe que se nos repita una y otra vez que es necesaria una nueva
evangelización. Hemos de reconocer que la luz del evangelio – aunque nos
llamemos cristianos y hagamos nuestras fiestas a los Santos, a la Virgen o al
Cristo de nuestra devoción – no ha terminado de calar en nuestros corazones, en
la vida de los que rodean, no ha terminado de ser en verdad sal y luz de
nuestra sociedad. Es mucho lo que nos queda por hacer.
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