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miércoles, 10 de abril de 2019

Encontrarnos con Jesús es encontrarnos con un camino de plenitud porque El es la Verdad de nuestra vida



Encontrarnos con Jesús es encontrarnos con un camino de plenitud porque El es la Verdad de nuestra vida

 Daniel 3, 14-20. 91-92. 95; Salmo: Dn 3; Juan 8, 31-42
Nos sucede muchas veces que estamos en una discusión acalorada con alguien sobre cualquier tema que sea de interés o sobre algo que nos afecta profundamente y resulta que parece al final un diálogo de sordos; cada uno mientras el otro expone sus razones está ya pensando de antemano lo que le va a responder, pero sin ni siquiera escuchar el razonamiento que se nos pueda estar haciendo.
No nos escuchamos y porque no nos escuchamos no nos comprendemos, y hasta podemos llegar a violencias innecesarias o a que en verdad perdamos la paz dentro de nosotros por lo que dijimos en nuestro acaloramiento o porque realmente al final nos sentimos ambos insatisfechos y hasta crecidos en nuestro orgullo.
Que importante es que nos escuchemos, que sepamos estar atentos a lo que el otro  nos dice, a tratar de descubrir también lo que me puede beneficiar, hacer bien. Sucede que leemos o escuchamos una reflexión y no estamos tratando de seguirla para ver en qué nos puede enriquecer, sino quizá prejuzgamos o estamos pensando en como nosotros diríamos aquello que se nos está ofreciendo. Así nunca llegaremos a un verdadero enriquecimiento personal con la aportación que recibamos de los demás, porque lo que hacemos es encerrarnos en nuestras propias ideas o nuestro propio pensamiento.
Y esto que estamos diciendo que nos vale humanamente en nuestra relación con los demás en los caminos de la vida, nos lo tenemos que aplicar también en nuestra escucha de Jesús y su evangelio. No nos podemos quedar nunca en ideas preconcebidas sino saber descubrir siempre la novedad del evangelio como su misma palabra indica. Y esto tiene que ser Jesús para nosotros. No podemos decir que ya nos lo sabemos y querer ir con nuestras propias ideas por delante, sino en verdad abrir nuestro corazón a su palabra.
Hoy nos dice Jesús en el evangelio: ‘Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres’. Muy importante esto que nos dice Jesús. ¿Cómo podemos ser discípulos de Jesús si no le escuchamos? Ser discípulo entraña ponernos en camino para seguir al maestro, al que nos enseña, pero para eso es necesario que le conozcamos, que sepamos que es lo que nos dice, que aquello que le escuchamos haga mella en nuestra vida, signifique algo para nosotros.
Sería incomprensible que queramos seguir a un maestro sin saber lo que nos enseña; no podemos seguir a Jesús sin escucharle y cuando sentimos que ahí estamos encontrando el sentido y el valor de nuestra vida eso no lo queremos olvidar nunca, lo mantenemos grabado a fuego en nuestro corazón.
Encontrarnos con Jesús es encontrarnos con la verdad. Ya nos lo dice en otro momento ‘Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida’. Y cuando encontremos esa verdad que se hace vida en nosotros, es encontrar el sentido, el valor de nuestra vida, aunque tantas veces la veamos maltrecha. Pero queremos seguir sus pasos, hacer su camino, vivir su vida, dejarnos inundar por su verdad. Entonces encontraremos lo que de verdad nos hace dichosos, felices, nos introduce en caminos de plenitud. Nada ni nadie nos hará abandonar ese camino. Sentiremos que es la plenitud de nuestro ser. ¿Y qué es la libertad? Ahí, en Jesús, tenemos la respuesta.

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