Encontrarnos
con Jesús es encontrarnos con un camino de plenitud porque El es la Verdad de
nuestra vida
Daniel 3, 14-20. 91-92. 95; Salmo: Dn
3; Juan 8, 31-42
Nos sucede muchas veces que estamos en
una discusión acalorada con alguien sobre cualquier tema que sea de interés o
sobre algo que nos afecta profundamente y resulta que parece al final un
diálogo de sordos; cada uno mientras el otro expone sus razones está ya
pensando de antemano lo que le va a responder, pero sin ni siquiera escuchar el
razonamiento que se nos pueda estar haciendo.
No nos escuchamos y porque no nos
escuchamos no nos comprendemos, y hasta podemos llegar a violencias
innecesarias o a que en verdad perdamos la paz dentro de nosotros por lo que
dijimos en nuestro acaloramiento o porque realmente al final nos sentimos ambos
insatisfechos y hasta crecidos en nuestro orgullo.
Que importante es que nos escuchemos,
que sepamos estar atentos a lo que el otro
nos dice, a tratar de descubrir también lo que me puede beneficiar,
hacer bien. Sucede que leemos o escuchamos una reflexión y no estamos tratando
de seguirla para ver en qué nos puede enriquecer, sino quizá prejuzgamos o
estamos pensando en como nosotros diríamos aquello que se nos está ofreciendo. Así
nunca llegaremos a un verdadero enriquecimiento personal con la aportación que
recibamos de los demás, porque lo que hacemos es encerrarnos en nuestras
propias ideas o nuestro propio pensamiento.
Y esto que estamos diciendo que nos
vale humanamente en nuestra relación con los demás en los caminos de la vida,
nos lo tenemos que aplicar también en nuestra escucha de Jesús y su evangelio.
No nos podemos quedar nunca en ideas preconcebidas sino saber descubrir siempre
la novedad del evangelio como su misma palabra indica. Y esto tiene que ser Jesús
para nosotros. No podemos decir que ya nos lo sabemos y querer ir con nuestras
propias ideas por delante, sino en verdad abrir nuestro corazón a su palabra.
Hoy nos dice Jesús en el evangelio: ‘Si os mantenéis en mi palabra, seréis de
verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres’. Muy importante esto que nos dice Jesús.
¿Cómo podemos ser discípulos de Jesús si no le escuchamos? Ser discípulo
entraña ponernos en camino para seguir al maestro, al que nos enseña, pero para
eso es necesario que le conozcamos, que sepamos que es lo que nos dice, que
aquello que le escuchamos haga mella en nuestra vida, signifique algo para
nosotros.
Sería
incomprensible que queramos seguir a un maestro sin saber lo que nos enseña; no
podemos seguir a Jesús sin escucharle y cuando sentimos que ahí estamos
encontrando el sentido y el valor de nuestra vida eso no lo queremos olvidar
nunca, lo mantenemos grabado a fuego en nuestro corazón.
Encontrarnos
con Jesús es encontrarnos con la verdad. Ya nos lo dice en otro momento ‘Yo
soy el Camino, y la Verdad, y la Vida’. Y cuando encontremos esa verdad que
se hace vida en nosotros, es encontrar el sentido, el valor de nuestra vida,
aunque tantas veces la veamos maltrecha. Pero queremos seguir sus pasos, hacer
su camino, vivir su vida, dejarnos inundar por su verdad. Entonces
encontraremos lo que de verdad nos hace dichosos, felices, nos introduce en
caminos de plenitud. Nada ni nadie nos hará abandonar ese camino. Sentiremos
que es la plenitud de nuestro ser. ¿Y qué es la libertad? Ahí, en Jesús,
tenemos la respuesta.
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