La presencia de Jesús y nuestro encuentro con El viene a restaurar con su salvación a todo el ser de la persona
Isaías 35,1-10; Sal 84;
Lucas 5,17-26
Decimos que cuando hay voluntad todo lo conseguimos, porque ya seremos
capaces de poner todos los medios que estén a nuestro alcance y si es necesario
inventarnos otros para conseguir aquello que tenemos voluntad de obtenerlo. Es
bueno, es cierto, que tengamos voluntad para obtener las cosas porque eso
impedirá que nos rindamos fácilmente cuando puedan aparecer las dificultades y
eso significa también una valoración de nosotros mismos, una autoestima como
ahora tantas veces nos repiten para creer que podemos y somos capaces y
mantener nuestras lucha y nuestros afanes por conseguirlo.
Todo esto está muy bien mientras no caigamos en autosuficiencias que
nos hagan creer que todo lo podemos alcanzar por nosotros mismos – los orgullos
nos impulsarán a intentar conseguir lo que otros consideran imposible – pero
nunca esa autosuficiencia nos puede conducir a creernos en un estadio superior
y poco menos que omnipotentes. Creo que hace falta algo mas para que no lo
echemos a perder, algo que nos ayude a encontrar motivaciones porque fácilmente
nos vienen los cansancios en nuestras luchas y bajamos la guardia y terminamos
por rendirnos o nos obcecamos de tal manera que nos puede convertir en fieras
que busquemos el obtener las cosas por la violencia, o la manipulación.
Nos hace falta humildad para saber hasta donde podemos llegar y nos
ceguemos, pero necesitamos además una fuerza superior que solo desde la fe
podemos encontrar. Será esa fe la que nos impulse, la que nos haga mover
montañas, como ya no dirá Jesús en el evangelio, y nos hará mantenernos
perseverantes hasta el final. Muchas consideraciones podríamos hacernos aquí en
torno a nuestra fe.
Bástenos lo que hemos dicho hasta aquí como inicio y preparación a lo
que el evangelio hoy viene a enseñarnos. Jesús estaba enseñando en una casa
rodeado de gente. Era tal la cantidad que cuando vienen unos hombres con un
paralítico para llevarlo a los pies de Jesús para que lo cure, es imposible
entrar por la aglomeración de la gente en la puerta. Y es aquí donde aparece la
voluntariedad de aquellos hombres que no se dejan vencer fácilmente. Pero será
también la fe, como luego el mismo evangelista nos resalta que Jesús se fijó en
la fe de aquellos hombres. En la dificultad se aguza el ingenio y quitando
algunas lozas del tejado por aquel hueco descuelgan a aquel hombre enfermo
hasta los pies de Jesús.
Vemos ya una parte del mensaje en la voluntad y en la fe de aquellos
hombres. Pero aquí viene la sorpresa de Jesús. Cuando todos pensaban que iba a
curarlo lo que Jesús le ofrece es la salvación con el perdón de sus pecados.
Desconcierto quizás por aquellos que lo traían y el mismo enfermo porque en su
fe sencilla lo que ellos pedían era la curación de la parálisis de aquel
hombre. Pero el estupor se contagia entre los demás que están allí escuchando a
Jesús y siendo testigos de sus obras, porque por allá aparecen aquellos que
dicen que Jesús blasfema porque solo es Dios el que puede perdonar pecados. Los
escribas y fariseos están siempre al acecho.
Pero Jesús se reafirma en lo que ha hecho y en lo que ha dicho. ¿Quién
puede perdonar pecados? ¿Quién puede tener poder para sanar a aquel hombre? ¿Es
cosa de poderes humanos? Si tiene poder para sanar a aquel hombre – es el poder
y la gloria de Dios – también en consecuencia tiene poder para perdonar los
pecados. ‘A ti te lo digo, le dice al que está postrado en su camilla,
levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’.
Todos ahora se quedaron viendo visiones, como se diría en otro lugar;
todos estaban ahora asombrados como Dios da el poder del perdón de los pecados
a quien ellos pensaban que eran un hombre. Pero allí está Dios con su salvación.
Todos darán gloria a Dios.
El encuentro con Jesús viene a restaurar la vida del hombre. Estamos
viendo todo un proceso en lo que allí ha sucedido aquel día. La fe de aquellos
hombres en Jesús les hace fuertes, les hace creer en las posibilidades de todo
aquello que anhelan. Está fortaleciéndose la dignidad de aquellas personas,
están creciendo humana y espiritualmente desde que creen en Jesús.
Es la vida de aquellos hombres, y no solo la del paralítico la que se
está transformando. Aquella voluntariedad que antes decíamos lo está
expresando, como al mismo tiempo se va haciendo fuerte su fe, van creciendo
humana y espiritualmente; nada los detiene, aparecen las iniciativas para
vencer las dificultades, podemos decir que han crecido como personas.
Lo que en la vida de los hombres es tanta veces cobardía o son sombras
ahora les hace llenarse de valentía y va haciendo que su vida se ilumine de una
forma nueva y sorprendente. Es la salvación que está llegando al paralítico y a
aquellos hombres. Nos quedamos muchas veces solo en la curación y el perdón que
ha obtenido el paralítico, pero tenemos que darnos cuenta que la gracia de
Jesús, la salvación de Jesús está afectando a todos, porque al final todos darán gloria a Dios.
¿Nos daremos cuenta de que esos han de ser los derroteros por donde ha
de girar nuestra preparación en al Adviento para la celebración del nacimiento
del Salvador?
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