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viernes, 14 de julio de 2017

El coraje y la fortaleza del Espíritu del Señor nos mantendrán firmes y perseverantes hasta el final a pesar de que la vida muchas veces no se nos haga fácil

El coraje y la fortaleza del Espíritu del Señor nos mantendrán firmes y perseverantes hasta el final a pesar de que la vida muchas veces no se nos haga fácil

Génesis 46,1-7.28-30; Sal 36; Mateo 10,16-23

Ya nos gustaría que en la vida todo fuera fácil, libre de contratiempos y problemas. Bien sabemos que se nos convierte en una lucha en la que ya por nosotros mismos tenemos cada día que superarnos, querer crecer de verdad como personas superando limitaciones, venciéndonos en los impulsos negativos que nos pudieran aparecer en nosotros mismos, pero son también los problemas que vamos encontrando en la convivencia con los demás, o en ese deseo de hacer que nuestro mundo sea mejor.
No nos es fácil, porque encontramos opiniones distintas, concepciones de la vida distintas que muchas veces nos pueden llevar a enfrentamientos o a tensiones que nos pueden hacer sufrir. también nos vamos a encontrar quienes no comulgan con nuestras ideas y que van a hacer todo lo posible porque nosotros no las podamos llevar adelante, cuando no desde su poder nos van a hacer la vida imposible, siéndonos difícil realizar nuestras metas ya sea en lo personal o ya sea en lo que queremos para nuestra sociedad.
Sucede en la vida social, lo estamos viendo continuamente en la vida política en donde muchas veces parece que más que proponer nuestras ideas lo que queremos es destruir al contrario. Es triste que todo lo convirtamos en una lucha sin cuartel, en una guerra donde no nos importa destruir lo que sea con tal de destruir al que consideramos adversario y enemigo. Poco puede avanzar una sociedad así.
Es también la lucha que sufrimos desde el ámbito de nuestra fe. Jesús nos previno. No seria fácil su camino. Nos hablará en ocasiones de camino estrecho. Pero nos anuncia también las persecuciones que habríamos de sufrir por el llevar el nombre de cristianos. Pero ya nos dice también que seremos bienaventurados cuando somos perseguidos por la causa del Reino. Es una esperanza, pero es también una manera de vivir. La paz que llevamos en nuestro corazón nadie nos la podrá quitar; nos podrán quitar la vida, pero no nos podrán quitar la paz si estamos bien aferrados en el Señor.
Pero igual que sucede en el ámbito social, como antes reflexionábamos, nos sucede en nuestro caminar con los demás dando testimonio de nuestra fe. No nos aceptarán; pero es no aceptación se convertirá en persecución. Y Jesús nos habla de tribunales a los que seremos llevados, nos habla de persecuciones y muerte que tendremos que soportar en ocasiones de los que son más cercanos a nosotros que no nos entenderán, que trataran de quitarnos de la cabeza nuestras ideas, o que nos harán la vida imposible. Son muchas formas, en ocasiones muy sutiles, con los que vamos a sufrir esa persecución, y lo vamos a tener la vida diaria de cada día.
Pero Jesús nos habla de que no nos sentiremos solos, que con nosotros estará siempre la fuerza del Espíritu, que pondrá palabras en nuestros labios, y fuerza en nuestro corazón. Tenemos el coraje y la fortaleza del Espíritu del Señor que está con nosotros.
No nos es fácil la vida, decíamos, no nos es fácil el dar nuestro testimonio cristiano. Pero la perseverancia salvará nuestra vida. Podremos ser dichosos de verdad aun en medio de esas persecuciones, porque no nos faltará la paz en nuestro corazón. 

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