Vivir en la fe en Jesús para vivir envueltos en el amor de Dios y en la
vida de Dios para siempre
Hechos
de los apóstoles 5,27-33; Sal 33; Juan 3, 31-36
‘El que cree en el Hijo posee
la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida…’ le decía Jesús a Nicodemo, como nos relata hoy
el evangelio.
En el ritual del bautismo la
primera pregunta que hace el sacerdote al neófito es ‘¿Qué pides a la
Iglesia de Dios?’ y la respuesta es ‘la fe’. Y a continuación se vuelve a preguntar ‘¿Qué
te da la fe?’, a lo que se responde: ‘la vida eterna’.
Es bueno que recordemos estas
cosas que quizás cuando participamos en la celebración de un bautismo nos
puedan pasar desapercibidas, por ser en los momentos iniciales y aun no nos
hayamos metido de lleno en la celebración. Pero son cosas importantes que hemos
de tener en cuenta en nuestra vida. Es el sentido de nuestra vida. La fe no es
un adorno que nos pongamos o nos quitemos según nos parezca o nos convenga.
La fe es el alma de nuestra
vida, lo que nos da sentido a lo que hacemos y a lo que vivimos. Y vivimos con
fe y vivimos con esperanza; esperamos la vida eterna, pero esperar la vida
eterna no es solo pensar en un mas allá después de nuestra muerte corporal –
que también lo es – sino es esa participación de la vida de Dios que ahora
vivimos.
Vivir en la fe es sentir que
vivimos en la presencia de Dios, o lo que es lo mismo sentir que vivimos
envueltos en el amor de Dios. El Dios en quien creemos es un Dios Amor, que nos
ama mas allá de nuestros merecimientos, porque su amor siempre es fiel; somos
sus criaturas – hemos sido creados por El, de El recibimos la vida – pero aun
mas El quiere hacernos sus hijos; por eso nos hace participes de su vida, una
vida sin fin, una vida eterna, como es eternidad la vida de Dios.
Y cuando vivimos envueltos en
esa vida de Dios, en ese amor de Dios, nuestras obras, nuestra manera de vivir
lo ha de reflejar. ¿Cómo podemos decir que vivimos envueltos en su amor y
nosotros no amar de la misma manera? ¿Cómo decir que vivimos en el amor de Dios
y nosotros mantener el odio en nuestro corazón, cerrarnos en el egoísmo y en la
insolidaridad, enturbiar nuestra vida con la mentira, la vanidad, el orgullo,
malear nuestra vida con la injusticia?
Creemos en Jesús y nos llenamos
de vida. Creemos en Jesús y necesariamente hemos de vivir en el amor. Creemos
en Jesús y comenzamos a sentirnos de manera distinta en nuestra relación con
los demás, porque ya comenzamos a mirarlos como hermanos, y cuando somos
hermanos nos queremos, nos hacemos el bien, buscamos lo bueno, colaboramos
juntos en hacernos mutuamente felices en la vida. Creer en Jesús nunca nos aísla
de los demás; creer en Jesús siempre nos llevara a un encuentro lleno de vida
con los demás. Creer en Jesús nos llenara de vida eterna.
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