La gente busca a Jesús, quiere estar con Jesús, quieren escucharle y
también nosotros queremos buscar a Jesús, estar con Jesús, escuchar a Jesús
para hacer las obras de Jesús
Hebreos
2,14-18; Sal 104; Marcos 1,29-39
‘La población entera se
agolpaba a la puerta…’ nos
comenta el evangelista resumiendo el entusiasmo de la gente por Jesús. ‘Todo
el mundo te busca…’ vienen a decirle a la mañana siguiente cuando lo
encuentran solo en descampado a donde había ido para orar. ‘Así recorrió
toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios’,
termina diciéndonos el texto que hoy escuchamos.
La gente busca a Jesús, quiere
estar con Jesús, quieren escucharle. En la tarde anterior en la sinagoga todo
eran alabanzas porque hablaba con autoridad, con convicción, era algo nuevo lo
que estaban escuchando y les llegaba hondo al corazón. Por eso ahora siguen buscándole.
Hoy sin embargo el texto que hemos escuchado apenas pone palabras en labios de Jesús.
Solo decir que tiene que ir a otros lugares también para seguir con el anuncio
del Reino de Dios.
Pero casi podemos decir que no
necesitamos ahora palabras en sus labios porque nos está hablando, pero nos
está hablando con sus hechos. Las obras de Jesús, el amor de Jesús, los signos
que realiza cuando cura a todos los que acuden a El con cualquier tipo de
dolencia. Son los gestos de Jesús los que también nos hablan. Se nos manifiesta
su amor y donde está la fuente de ese amor.
Como decíamos, son las obras de Jesús
las que nos hablan. Las curaciones que va realizando nos están hablando por una
parte del amor de Dios, pero nos están diciendo también las transformación que Jesús
quiere. En el evangelio de Lucas escuchamos lo proclamado en la sinagoga de
Nazaret que nos decía como viene a realizar un cambio tan grande que nos
veremos libres de toda esclavitud.
Ahora nos lo está diciendo con
los hechos. No solo liberó al hombre del espíritu inmundo en la sinagoga sino
que todo lo que signifique dolor y sufrimiento para la persona quiere
arrancarlo de nuestra vida. Nos quitará las muletas de nuestra invalidez, pero
nos abrirá los ojos de tanta ceguera que hay en nuestros ojos demasiado
acostumbrados a las tinieblas y a quienes la luz le encandila.
Arrancará de nosotros ese mal
que nos corroe como una lepra para dejar purificado nuestro corazón y nuestra
vida para que podamos ir por la vida trasmitiendo vida. sacará de nosotros toda
tristeza que nos llene de pena y que nos encierra cada vez mas en nosotros
mismos y en esa oscuridad para poner esperanza en nuestro corazón de que es
posible tener alegría en el alma aunque sean duros los caminos que hayamos de
atravesar porque sabemos lo bello que vamos a encontrar en la meta.
Es lo que Jesús va realizando en
aquellas gentes que es una forma de anunciarles el Reino nuevo de Dios. Son los
signos de lo que es ese Reino de Dios. Ese Reino de Dios que tiene que ser
anunciado a todos y en todas partes. Esos gestos nos están hablando de ello.
Nos están hablando de cómo todo eso es posible también nosotros. También a
nosotros nos cura, nos sana, nos salva, nos llena de vida. Es lo que hemos de
vivir y es el anuncio que nosotros también hemos de hacer.
Y nos queda un gesto de Jesús
que comentar que también nos habla mucho. ‘Se levantó de madrugada, se
marchó al descampado y allí se puso a orar’. El Reino de Dios no es algo
que hagamos por nosotros mismos. Solo en Dios podemos realizarlo. El Reino de
Dios es reconocer de hecho en nuestra vida que El es el único Señor, es el
primero en todo para nosotros. Y hemos de saber reconocerlo con nuestra
adoración y con nuestra oración. Creo que esto nos está queriendo decir muchas
cosas.
Solo en Dios tendremos la
felicidad más completa. Unámonos a El. También nosotros queremos buscar a
Jesús, estar con Jesús, escuchar a Jesús.
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