El nombre de Jesús que nos salva, nos santifica, nos llena de gracia, nos inunda de amor y de paz, que hemos de tener siempre en nuestros labios y nuestro corazón
1Juan
2,29; 3,1-6; Sal 97; Juan 1,29-34
‘Has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás
a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús…’, le decía el ángel a María. ‘No
tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella
viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque El salvará a su pueblo de sus pecados’. Son las palabras del ángel a
José disipando sus dudas.
‘Le pondrás por nombre Jesús’ es el mandato del ángel en ambos
casos. ‘Al cumplirse los ocho días tocaba circuncidar al Niño, y le pusieron
por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción’.
Le pusieron por nombre Jesús.
Aunque no es una fiesta especial en la liturgia sin embargo nos
permite recordar en este día el santo nombre de Jesús. Y aunque muchas veces lo
hayamos repetido en estos días de la Navidad, que todo ha estado centrado en Jesús,
es bueno que un poco nos detengamos ante este maravilloso nombre. Jesús, Dios
nos salva, viene a ser su significado. Como le decía el ángel a José, ‘le
pondrás por nombre Jesús porque El salvará a su pueblo de sus pecados’. Es
nuestra Salvación, nuestro Salvador. La muestra hermosa de que Dios nos quiere,
de que Dios nos ama y en Jesús nos ofrece su salvación. Es en el nombre de Jesús
donde encontraremos vida y nos llenaremos de su salvación.
El nombre de Jesús que tenemos que invocar con fe, porque en El
encontramos fuerza y encontramos vida, encontramos sentido de lo que hacemos y
sentiremos su gracia. ‘En tu nombre echaré las redes’ decía Pedro ante
la petición de Jesús y su trabajo encontró sentido y obtuvo sus frutos. En el
nombre de Jesús iniciamos toda obra buena, en el nombre de Jesús queremos
comenzar nuestro día invocándole que es también bendecidle, bendecir a Dios.
Bendito sea el nombre del Señor, bendito sea el nombre de Jesús porque
en El encontramos nuestra santificación. ‘Santificado sea tu nombre’, decimos
cada vez que rezamos el padrenuestro bendiciendo a Dios, bendiciendo el nombre
de Jesús. En el nombre de Jesús nos santificamos porque en El encontramos la
fuerza de su presencia para emprender toda obra buena, para alejarnos de lo
malo, para vencer la tentación, para prevenirnos de todo peligro.
‘No tenemos oro ni plata, decía Pedro al paralítico de la
puerta Hermosa, pero en el nombre de Jesús levántate y anda’. En el
nombre de Jesús llevaremos nuestro amor a los demás, nos haremos verdaderamente
solidarios con los que sufren, tenderemos nuestra mano que ayude a caminar, nos
convertiremos en presencia que conforta y que anima y que de alguna manera
hacemos presente a Dios junto al hermano a través de nuestro amor.
Decir ‘Jesus’ es decir amor, porque nos está recordando lo
grande que es el amor de Dios que nos ha dado a su Hijo. Decir ‘Jesus’ es
decir misericordia porque nos manifiesta lo que es la misericordia divina que
nos perdona y nos levanta. Decir ‘Jesus’ es decir Paz porque El es el
Príncipe de la Paz y los ángeles cuando cantaron la gloria del Señor en su
nacimiento cantaban la paz que nacía en nuestro corazón porque recibíamos la
Buena Noticia de que éramos amados de Dios.
Invoquemos el nombre de Jesús. Tengamos siempre presente en nuestros
labios el nombre de Jesús. Que el nombre de Jesús se adueñe de nuestro corazón
porque así nos llenemos de su amor.
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