A María, la Madre de Dios, le vamos a pedir que nos enseñe el verdadero
amor que nos conduzca por los caminos de la paz para este nuevo año 2017
Números 6, 22-27; Sal 66; Gálatas 4,
4-7; Lucas 2, 16-21
‘Cuando se cumplió el tiempo,
envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a
los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción…
los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño
acostado en el pesebre…’
Dios envió a su Hijo para
nuestra salvación. Podría haberlo hecho de mil maneras en su sabiduría divina,
pero quiso encarnarse en el seno de una mujer. ‘Envió Dios a su Hijo, nacido
de una mujer…’ Por eso cuando se les anuncia a los pastores el nacimiento
de un Salvador en la ciudad de David, ‘encontraron a María y a José y al
Niño acostado en un pesebre’.
Hoy queremos fijarnos en la
Madre, queremos fijarnos en María. Es la Madre de Dios. Así nos lo proclamó el
concilio de Éfeso como parte de nuestra fe, cuando ya en la fe y en el amor del
pueblo cristiano estaba claro el lugar de María. Era la madre de Jesús, era la
Madre de Dios; en Jesús no podemos separar su naturaleza humana y su naturaleza
divina, por eso la persona de Jesús es divina, porque el hijo de María es el
Hijo de Dios.
Una manifestación más de la
ternura del amor de Dios. Así se encarnó el Hijo de Dios en el seno de María
para ser para siempre Emmanuel, Dios con nosotros.
Y hoy nosotros nos gozamos con
María. Es cierto que en todas las celebraciones del Misterio de la Navidad
siempre ha estado presente María, porque siempre encontraremos al Niño con
María su madre. Pero hoy de manera especial queremos sentir su presencia y su
amor cuando tanto de ella hemos aprendido en este camino que nos ha llevado a
la Navidad y en todo lo que es el camino de nuestra vida cristiana.
Queremos seguir sintiendo su
amor, su presencia de Madre, sintiendo cómo nos presenta a Jesús como una madre
presenta a su hijo recién nacido a cuantos llegan hasta ella, queriendo
escucharla cómo ella nos conducirá siempre a Jesús para que hagamos lo que El
nos dice, cómo ella es modelo y ejemplo para nosotros de cómo hemos de acoger a
Jesús y como acoger su Reino.
Hoy casi no necesitamos decir
mucho más, sino quedarnos contemplando. Contemplando la ternura de la madre con
su Hijo que es siempre imagen de esa ternura de Dios con nosotros. Allí donde
vemos amor verdadero y autentico podemos decir, podemos estar seguros de estar
contemplando a Dios. Dios en su amor y en su ternura es Padre y es Madre para
nosotros porque es así como nos envuelve con su amor.
Y a María le vamos a pedir que
nos siga enseñando lo que es el verdadero amor, y que ese amor seamos capaces
de tenerlo entre todos nosotros los hombres. Cuánto lo necesitamos. Es el amor
que nos enseñará los caminos de la paz, porque el amor siempre es encuentro, el
amor nos hace sentirnos humanos y hermanos, el amor nos llevará al
entendimiento y a romper todas las armas de la guerra que nos puedan enfrentar
o distanciar, el amor nos hará auténticos para saber actuar con sinceridad y
verdad los unos con los otros.
Es el amor que nos llevará a
preocuparnos de los demás para hacernos verdaderamente solidarios en sus
problemas y necesidades; es el amor que dará sensibilidad a nuestro espíritu
para llenarnos de humanidad y para buscar siempre lo bueno y lo justo para los
demás; es el amor que nos hará mirar con mirada nueva a los que caminan a
nuestro lado en este mundo porque ya nos sentimos hermanos.
Cuando estamos comenzando un año
nuevo estamos celebrando también una jornada de oración por la paz. Es cierto
que estos días todo son parabienes de los uno para los otros, y nos deseamos
felicidad y prosperidad en el nuevo año que comienza. Pero tenemos el peligro
de convertirlos en palabras de un día, en una cosa formal que todos nos
decimos, pero que cuando pasen estas fechas pronto olvidemos esos buenos deseos
y sigamos con nuestras luchas de los unos contra los otros, con nuestras
envidias o con la insolidaridad marcando el ritmo de nuestra vida olvidándonos
pronto de los demás.
Esta jornada de la paz los
cristianos la queremos hacer oración también, no solo porque imploramos de lo
alto el auxilio divino para lograr emprender esos caminos de paz, sino porque
tiene que convertirse en compromiso en nuestra vida para trabajar seriamente
por esa paz.
Nos duelen las guerras y las
violencias que azotan a nuestro mundo en pleno siglo XXI en tantos lugares del
mundo; nos duelen esas miserias que hacen sufrir a tantos y que a la larga
pueden provocar esas violencias; nos duele que nuestra sociedad que tendríamos
que decir que ha avanzado en civilización sin embargo aun no hayamos aprendido
la civilización del amor y de la paz; nos duelen las discriminaciones que
seguimos haciéndonos en nuestro mundo creando barreras, poniendo muros de odio,
de discriminación o de indiferencia que nos separan y nos alejan. Y no podemos
cruzarnos de brazos ante esos u otras muchas situaciones dolorosas de nuestro
mundo.
Oramos hoy comprometidos por la
paz. Oramos en el comienzo de este nuevo año con el deseo de que pronto llegue
la verdadera paz a nuestro mundo. Oramos por los que son victimas de esa falta
de paz con todos sus sufrimientos. Oremos los unos por los otros para que
tengamos verdadera paz en el corazón y podamos sembrar de paz a nuestro mundo.
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