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miércoles, 28 de septiembre de 2016

Generosidad de corazón para desprendernos de nuestros apegos y reservas, retazos de muerte o desconfianzas que hacen flaquear nuestra disponibilidad para el Reino

Generosidad de corazón para desprendernos de nuestros apegos y reservas, retazos de muerte o desconfianzas que hacen flaquear nuestra disponibilidad para el Reino

Job 9,1-12.14-16; Sal 87; Lucas 9,57-62

‘Mientras iban de camino Jesús y sus discípulos…’ Ahora subían a Jerusalén. Jesús ya había tomado esa decisión sabiendo bien lo que significaba aquella subida a Jerusalén. Pero esa imagen de Jesús y sus discípulos que iban de camino es bien significativa.
Caminaban de un lado para otro por aquellas aldeas y pueblos de Galilea anunciando el Reino. Era el camino de la construcción del Reino; era el camino del seguimiento de Jesús. Ya nos enseñaba Jesús que el discípulo sigue a su maestro, va de camino en pos de su maestro. Así los discípulos de Jesús, así nosotros vamos haciendo también camino con Jesús.
Muchos al paso de su Jesús también se ponen a caminar con El; quieren estar con Jesús, quieren escucharle, quieren disfrutar de sus signos para alabar también al Señor; caminan con Jesús porque ven un camino nuevo, un nuevo sentido, una nueva vida, una nueva esperanza que comienza a rebrotar en los corazones.
Para algunos el camino es ocasional, durante un tiempo, porque han de volver a sus tareas, a sus familias, a sus responsabilidades, pero seguramente regresarán con una nueva luz encendida en sus corazones. Otros le siguen con mayor radicalidad, porque un día dejaron en la orilla del lago sus barcas, o la banca de los negocios o sus ocupaciones  para que otros la ocuparan o siguieran en ese oficio. A esos Jesús les va enseñando pacientemente una y otra vez cuales son las exigencias, lo que significa el Reino ya en la manera de vivir en torno a Jesús desprendidos de todo, con el corazón abierto, con el pensamiento atento al mensaje que Jesús les va trasmitiendo.
Hoy en este camino que Jesús y sus discípulos van haciendo en su subida a Jerusalén tres personas más quieren unirse al grupo de los discípulos para seguir a Jesús. ‘Te seguiré adonde vayas’, le dice uno; el otro es invitado, el tercero también está dispuesto a seguirle. Quieren seguirle pero aun no han entendido bien lo significa dar ese paso. Jesús les hablará de radicalidad en el seguimiento, de pobreza y de disponibilidad total. Seguir a Jesús no es ir a buscar cosas seguras, porque Jesús no tiene ni donde reclinar la cabeza; hasta las fieras del campo tienen sus madrigueras, pero con Jesús todo es distinto. Un día les dirá que han de estar dispuestos a que les reciban o no les reciban cuando lleguen a un lugar a anunciar el Reino; ayer escuchábamos como eran rechazados en algún lugar de Samaria simplemente porque se dirigían a Jerusalén.
Los otros parecen que siguen aun con lazos de la vida antigua, ponen condiciones o piden plazos. Pero el que sigue a Jesús ha de estar dispuesto a ser un hombre nuevo, con una vida nueva en la que no cabe nada de muerte; el que sigue a Jesús ha de tener disponibilidad total para mirar siempre adelante y estar siempre en camino.
Son las exigencias del camino de Jesús, de hacer camino con Jesús. ‘El que vuelve la vista atrás no vale para el Reino’, les dirá. Lo hemos de escuchar nosotros que quizá seguimos con nuestras reservas, nuestras prevenciones, nuestros apegos de los que nos cuesta desprendernos, muchos retazos de muerte aun colgando de nuestra vida, sin poner la confianza total, la disponibilidad total. Jesús quiere contar con nosotros, ¿seremos generosos de corazón para ponernos en disponibilidad total para su seguimiento?

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