Generosidad de corazón para desprendernos de nuestros apegos y reservas, retazos de muerte o desconfianzas que hacen flaquear nuestra disponibilidad para el Reino
Job 9,1-12.14-16; Sal 87; Lucas
9,57-62
‘Mientras iban de camino Jesús y sus discípulos…’ Ahora subían
a Jerusalén. Jesús ya había tomado esa decisión sabiendo bien lo que
significaba aquella subida a Jerusalén. Pero esa imagen de Jesús y sus discípulos
que iban de camino es bien significativa.
Caminaban de un lado para otro por aquellas aldeas y pueblos de
Galilea anunciando el Reino. Era el camino de la construcción del Reino; era el
camino del seguimiento de Jesús. Ya nos enseñaba Jesús que el discípulo sigue a
su maestro, va de camino en pos de su maestro. Así los discípulos de Jesús, así
nosotros vamos haciendo también camino con Jesús.
Muchos al paso de su Jesús también se ponen a caminar con El; quieren
estar con Jesús, quieren escucharle, quieren disfrutar de sus signos para
alabar también al Señor; caminan con Jesús porque ven un camino nuevo, un nuevo
sentido, una nueva vida, una nueva esperanza que comienza a rebrotar en los
corazones.
Para algunos el camino es ocasional, durante un tiempo, porque han de
volver a sus tareas, a sus familias, a sus responsabilidades, pero seguramente
regresarán con una nueva luz encendida en sus corazones. Otros le siguen con
mayor radicalidad, porque un día dejaron en la orilla del lago sus barcas, o la
banca de los negocios o sus ocupaciones
para que otros la ocuparan o siguieran en ese oficio. A esos Jesús les
va enseñando pacientemente una y otra vez cuales son las exigencias, lo que
significa el Reino ya en la manera de vivir en torno a Jesús desprendidos de
todo, con el corazón abierto, con el pensamiento atento al mensaje que Jesús
les va trasmitiendo.
Hoy en este camino que Jesús y sus discípulos van haciendo en su
subida a Jerusalén tres personas más quieren unirse al grupo de los discípulos
para seguir a Jesús. ‘Te seguiré adonde vayas’, le dice uno; el otro es
invitado, el tercero también está dispuesto a seguirle. Quieren seguirle pero
aun no han entendido bien lo significa dar ese paso. Jesús les hablará de
radicalidad en el seguimiento, de pobreza y de disponibilidad total. Seguir a Jesús
no es ir a buscar cosas seguras, porque Jesús no tiene ni donde reclinar la
cabeza; hasta las fieras del campo tienen sus madrigueras, pero con Jesús todo
es distinto. Un día les dirá que han de estar dispuestos a que les reciban o no
les reciban cuando lleguen a un lugar a anunciar el Reino; ayer escuchábamos como
eran rechazados en algún lugar de Samaria simplemente porque se dirigían a
Jerusalén.
Los otros parecen que siguen aun con lazos de la vida antigua, ponen
condiciones o piden plazos. Pero el que sigue a Jesús ha de estar dispuesto a
ser un hombre nuevo, con una vida nueva en la que no cabe nada de muerte; el
que sigue a Jesús ha de tener disponibilidad total para mirar siempre adelante
y estar siempre en camino.
Son las exigencias del camino de Jesús, de hacer camino con Jesús. ‘El
que vuelve la vista atrás no vale para el Reino’, les dirá. Lo hemos de
escuchar nosotros que quizá seguimos con nuestras reservas, nuestras
prevenciones, nuestros apegos de los que nos cuesta desprendernos, muchos
retazos de muerte aun colgando de nuestra vida, sin poner la confianza total,
la disponibilidad total. Jesús quiere contar con nosotros, ¿seremos generosos
de corazón para ponernos en disponibilidad total para su seguimiento?
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