En la cercanía con Jesús sentándonos a sus pies para escucharle o caminando tras sus huellas podremos ahondar cada día más en el misterio de Cristo
Jeremías 2, 1 3. 7 8. 12 13; Sal
35; Mateo 13, 10-17:
‘Se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: ¿Por qué
les hablas en parábolas?’ Habían
escuchado a Jesús en la orilla del lago que desde la barca les había estado
enseñando y les había propuesto diversas parábolas para hablarles del Reino de
Dios. Ahora, al llegar a casa, le preguntan. Ellos quieren entender también su
significado.
Jesús les dice que les habla en
parábolas porque la gente sencilla no le entiende. Ha venido anunciando la
llegada del Reino, les ha propuesto todo su estilo y su sentido cuando allá en
el monte les había hablado largo y tendido, de muchas maneras les había hablado
en la sinagoga o en los caminos y diferentes lugares; ahora les habla en
parábolas. Y a los discípulos más cercanos que son los que ahora preguntan les
dice: A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de
los cielos y a ellos les cuesta más entenderlo’.
Los que están cercanos a Jesús
pueden comprender mejor los misterios del Reino. Esto es importante y será para
nosotros también una exigencia. Pero Jesús quiere que todos puedan comprender
los secretos del Reino, el estilo y sentido del Reino de Dios; por eso habla en
parábolas; son imágenes que como signos nos hablan, nos ayudan a comprender.
Una forma pedagógica de hacernos entender el misterio que hoy seguimos
necesitando.
Es hermoso cuando uno visita
antiguas catedrales, templos diversos, claustros de monasterios o de las mismas
catedrales la catequesis que en imágenes vemos plasmadas con tanto arte en sus
paredes, en sus retablos, en el propio sentido de la arquitectura empleada, en
los arcos o soportales de los claustros tanto monacales como de las catedrales.
Era una forma de enseñar al pueblo que no sabía leer y que entonces no tenían a
su alcance los textos escritos a través de aquellas imágenes trasmitirles todo
el mensaje del evangelio.
Así hoy las imágenes sagradas de
nuestros templos, y sean de Cristo, de la Virgen o de los Santos de nuestra
devoción, o las imágenes de la pasión y muerte de Jesús que veneramos
especialmente en semana santa siguen siendo esa catequesis plástica para el pueblo
sencillo.
No nos quedamos en el arte, sino
en lo que con el arte se nos quiere expresar. Y es cierto que para muchos por
no recibir quizá la explicación o enseñanza adecuada se puede crear una cierta
confusión; se quedan en la imagen, idolatran la imagen, y no les sirve siempre
para acercarse verdaderamente a Jesús en quien únicamente podemos encontrar
nuestra salvación.
Decíamos antes que las palabras de
Jesús nos comprometen y son una exigencia para los que queremos estar más cerca
de El. ‘A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de
los cielos…’ Es la cercanía a Jesús, es el sentarnos como María de Betania
a los pies de Jesús para escucharle, es el querer en verdad hacer camino con
Jesús como aquellos discípulos que le acompañaban a todas partes, es el sentir
esa presencia permanente de Jesús cerca de nuestra vida queriendo llevarle de
verdad en nuestro corazón, será nuestra oración encuentro vivo con el Señor y
la escucha de su Palabra, será la participación viva y con sentido en nuestras
celebraciones las que nos ayudarán a ir penetrando más y más en el misterio de
Cristo para seguirle, para vivir de forma autentica nuestra vida cristiana.
Un compromiso, una exigencia, una gracia del Señor para nuestra vida.
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