Busquemos siempre y por encima de todo lo que es la gloria del Señor que en El está nuestra gloria
Eclesiástico
35,1-15; Sal
49; Marcos
10,28-31
‘Pedro se puso a decir
a Jesús: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido’. Creo que estas palabras tienen un
eco muy concreto en actitudes y posturas que tenemos o podemos tener en la
vida.
Por una parte está esa actitud orgullosa que va
haciendo cuentas, queriendo sumar y multiplicar en méritos gananciales todo
aquello bueno que vamos haciendo en la vida. Y nos creemos buenos y nos
comparamos con los demás; y directamente o o acaso de una forma muy sutil
echamos en cara o le contamos a los demás lo que hemos hecho por ellos. Y claro
nos subimos a los pedestales de nuestros méritos. Y hasta nos hacemos exigentes
cuando no nos vemos recompensados como a nos gustaría.
Pero no es solo en nuestra relación con los demás sino
que eso tenemos el peligro de traducirlo también en nuestra relación con el
Señor. Siempre recuerdo lo que me decía alguien en una ocasión que ya él se
tenía ganado el cielo porque cuando chico hizo muchas veces los primeros
viernes de mes y eso era una garantía de que ya estábamos salvados, fuera como
fuera nuestra vida hoy. Son los que van haciendo alarde de lo que ayudan a la Iglesia,
o de las cofradías a las que pertenecen o si un día hicieron una limosna a un
pobre. Si yo soy tan bueno, cómo Dios me trata así, terminan diciendo cuando le
surgen los problemas o las cosas en la vida no le salen como deseaban.
Como le decía Pedro a Jesús: ‘Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido’. ¿Por
qué hacemos las cosas o qué es lo que vamos buscando? ¿Nuestra gloria o la
gloria del Señor?
Es cierto que Jesús nos promete una recompensa eterna.
Pero eso es gracia del Señor. Pero nos dice también que no nos faltarán
dificultades, habla en concreto de persecuciones, y al final nos enseña a
hacernos los últimos y los servidores de todos. ‘Muchos
primeros serán últimos, y muchos últimos primeros’.
Cuidado, nos viene a decir, que si nos hacemos los primeros, si nos subimos en
pedestales, vamos a caer y vamos a ser los últimos. Porque el que se ensalce
será humillado, pero el que se humilla será enaltecido. Y podríamos recordar
muchos más textos de las palabras de Jesús.
Es hermosa la reflexión del
sabio del Antiguo Testamento que escuchamos hoy en la primera lectura: ‘El
sacrificio del justo es aceptado, su ofrenda memorial no se olvidará. Honra al
Señor con generosidad y no seas mezquino en tus ofrendas; cuando ofreces, pon
buena cara, y paga de buena gana los diezmos. Da al Altísimo como él te dio:
generosamente, según tus posibilidades, porque el Señor sabe pagar y te dará
siete veces más’. Y
nos dice a continuación que no andemos con sobornos interesados.
Busquemos siempre y por encima de todo lo que es la
gloria del Señor. Seamos generosos que El nos gana en generosidad.
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