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lunes, 16 de marzo de 2015

‘El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino’, hagamos lo mismo

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino’, hagamos lo mismo

Isaías 65,17-21; Salmo 29; Juan 4,43-54
‘Un profeta no es estimado en su propia patria’, así comienza recordándonos el evangelista esta afirmación de Jesús. Ya proféticamente Simeón había anunciado que aquel Niño iba a ser signo de contradicción en medio de su pueblo. ‘Este niño va a ser motivo de que muchos caigan o se levanten en Israel’, había dicho. Y lo vemos a lo largo del evangelio. Muchos se entusiasmarán por El, mientras los principales entre el pueblo le rechazan. Aunque luego contemplamos también cómo surgen aquí y allá personajes que le aceptan, que le escuchan, que creen en El.
Ya los evangelistas nos resaltarán que serán los sencillos y humildes lo que principalmente le escuchen, pero también contemplaremos diversos episodios en que serán gentiles, no judíos, los que crean en El. Será el centurión romano el que pida con fe por la salud de su criado, será la mujer cananea la que llore y grite detrás de Jesús por su hija poseída por un espíritu inmundo, o será, como hoy hemos escuchado en el evangelio, un funcionario real el que suba hasta Caná pidiendo por su hijo enfermo en Cafarnaún. Son precisamente los que quizá nos dan mejores ejemplos de una fe confiada. Ya recordamos como en esas ocasiones Jesús alaba la fe de esas personas.
Es la fe que nos salva; es la fe que nos hace encontrarnos de verdad con Jesús y con su salvación. Que no nos falte esa fe. Pero creo que tendríamos que hacernos una consideración, porque muchas veces los que parece que estamos más cerca de Jesús no nos mostramos tan seguros y firmes en nuestra fe y confianza en el Señor. ¿Será para nosotros también un signo de contradicción?
Los que estamos como más metidos en la Iglesia, en las celebraciones y hasta en compromisos pastorales tenemos el peligro de hacer un poco como aquellos que en el evangelio se creían seguros de si mismos - no hace mucho en estos días pasados lo hemos escuchado - y nos creemos poseedores de la fe verdadera como si fuera algo nuestro y quizá hasta despreciamos la fe de la gente sencilla. Lejos de nosotros esas actitudes autocomplacientes de considerarnos mejores o con más fe que los demás.
También, por otra parte, nosotros tenemos nuestras dudas y nuestros altibajos en la fe y muchas veces aunque aparentamos mucha seguridad y nos mostramos muy religiosos estamos también pidiendo pruebas y razones una y otra vez y no tenemos la fe de la confianza, de ponernos en las manos del Señor que es donde tenemos que sentirnos seguros y dejarnos conducir por El. Como nos decía Jesús hoy en el evangelio ‘Como no veáis signos y prodigios, no creéis’.
Que no estemos siempre buscando el milagro o la prueba para creer. Que crezca nuestra fe; que aprendamos de la fe de los sencillos. Cuántos ejemplos podemos recibir de tantas personas que nos rodean si fuéramos capaces de mirar con unos ojos limpios y con un corazón libre de maldad la fe de esas personas. Que seamos capaces de poner con mucha humildad pero con mucho amor toda nuestra fe y nuestra confianza en el Señor. El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino’, nos dice el evangelio. Hagamos lo mismo.

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