Vistas de página en total

miércoles, 18 de marzo de 2015

Tengamos esperanza porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparado

Tengamos esperanza porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados

Isaías 49,8-15; Salmo 144; Juan 5, 17-30
‘Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados’. Es la invitación a la confianza en Dios que escuchamos en palabras del profeta. Terminará diciéndonos algo muy hermoso. ‘Sión decía: Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado. ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré’. Así es el amor del Señor.
Cuántas veces decimos que Dios no nos escucha cuando acudimos a El desde nuestras angustias y preocupaciones porque quizá no vemos las cosas tal como se las pedimos. ¿Qué hace una madre cuando un hijo sufre? Está a su lado, sola su presencia llena de paz al que sufre, nos sentimos consolados con su presencia o con sus lágrimas que se unen a las nuestras. Creo que tenemos que aprender a sentir esa presencia amorosa del Señor. Es el padre y madre bueno que nos dará lo mejor, que nos regalará su amor.
¿No nos ha dado a Jesús? Estamos precisamente en este camino de cuaresma preparándonos para celebrar todo el misterio de su amor en la entrega de Jesús por nosotros. ¿Qué nos viene a ofrecer Jesús? Todo lo que es el amor de Dios y si ponemos toda nuestra fe y nuestra confianza en El tenemos asegurada la vida, la vida eterna. No nos faltará su gracia, porque El siempre está dispuesto a regalarnos ese perdón, esa paz que necesitamos. Así nos ama el Señor.
No nos tenemos que cansar de pedirle fe al Señor; que no nos falte nunca la fe y la esperanza porque en El pongamos toda nuestra confianza; en sus manos ponemos nuestra vida, con nuestras luchas, con nuestros problemas, con nuestros sufrimientos, y todo eso con amor. Hemos de aprender a hacer esa ofrenda de amor de nuestra vida al Señor, aunque algunas veces nos pueda ser dura la vida, o los problemas nos agobien, pero sintamos que estando con Dios, estando Dios con nosotros no nos ha de faltar esa paz que El quiere regalarnos; es la paz de sentirnos amados del Señor y en El nos sentimos seguros. Así nos decía Jesús en el evangelio: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida’.
No olvidemos nunca lo que hemos rezado en el salmo reconociendo que el Señor es compasivo y misericordioso. ‘El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan…’

No hay comentarios:

Publicar un comentario