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viernes, 2 de mayo de 2014

Al multiplicar los panes para la multitud Jesús nos enseña a mirar de forma nueva y a comprometernos

Al multiplicar los panes para la multitud Jesús nos enseña a mirar de forma nueva y a comprometernos

Hechos, 5, 34-42; Sal. 26; Jn. 6, 1-15
Importante y de gran significado ha de ser este episodio de la vida de Jesús cuando hasta seis veces se nos narra en los cuatro evangelios, pudiendo hacer referencia a dos ocasiones distintas en que Jesús realizase este milagro de la multiplicación de los panes.
Podemos pensar en cómo se manifiesta el amor y la misericordia del Señor cuando se va encontrando a lo largo del evangelio con personas que sufren o pasan necesidad. ‘Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos’ y ahora en ellos también se va a manifestar la misericordia del Señor. Acudía mucha gente con hambre de Jesús, hambre de su palabra en sus deseos de escucharle, hambre de su vida y de su gracia porque siempre querían encontrar algo en Jesús que saciase plenamente sus vidas. Y así se manifiesta el amor del Señor.
Pero hay muchos detalles en este pasaje del evangelio que nos enseñan muchas cosas. La gente busca a Jesús y Jesús siempre tendrá una respuesta que les llena de vida; Jesús siempre nos ofrece su vida y su salvación. Puede ser que en ocasiones nos podamos quedar en cosas superficiales o que tienen menor importancia, pero siempre Jesús nos irá conduciendo a que encontremos lo mejor.
Sentían admiración por Jesús, por los milagros que hacía, pero ahora con este milagro que va a realizar no solo les va a mostrar su poder, sino que nos querrá conducir  a la gracia verdadera, al alimento que nos llene en plenitud.  Este milagro que ahora vemos realizar a Jesús va a tener su continuación en lo que luego va a suceder en la sinagoga de Cafarnaún y lo que Jesús allí nos va a decir, que seguiremos escuchando en los próximos días. 
Nos puede ayudarnos a hacer una mirada a nuestra vida de hoy y lo que sucede en nuestra sociedad actualmente y en lo que nosotros nos podríamos comprometer. Allí hay una multitud hambrienta, como podemos ver a nuestro alrededor tantos sufrimientos, tantas personas que carecen de lo necesario para vivir con dignidad su vida. Jesús nos está enseñando a mirar a nuestro alrededor para detectar los problemas, para que tomemos conciencia de lo que es la realidad que nos rodea, para que al fin nos lleguemos a sentir comprometidos.
‘¿Con qué compraremos panes para que coman estos?’ le preguntaba Jesús a Felipe como  nos podrá estar preguntando a nosotros qué es lo que podríamos hacer cuando vemos tanto sufrimiento a nuestro alrededor, tantas carencias y tantas necesidades. No somos ajenos a cuanto sucede a nuestro lado, a cuanto sucede en el mundo en que vivimos; tenemos que sentirnos responsables. Felipe le respondió a Jesús que el problema era grande y grandes habían de ser las soluciones, pero no tenían medios para encontrar ese remedio y solución allí donde estaban.
¿Será algo así lo que nosotros respondamos porque pensemos que el problema escapa a nuestras manos o porque pensemos que son otros los que tienen que buscar la solución? No nos podemos quedar cruzados de brazos porque pensemos que los problemas nos excedan y de entrada no encontremos solución.
Pero Jesús quiere contar con nosotros pero quiere que nosotros siendo sus manos y sus brazos que los extendamos hacia los demás también seamos capaces de buscar colaboración. ‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces; pero, ¿qué es esto para tantos?’ Será pequeño el grano de arena que se nos pueda ofrecer pero hemos de saber aceptarlo porque ese grano puede crecer y puede multiplicarse. Es lo que ahora va a suceder. Porque partiendo de nuestra disponibilidad generosa el actuar cosas maravillosas queda en las manos de Dios. Y nosotros somos unos instrumentos.
¿Nos sobrepasa la cantidad de sufrimientos o carencias que vemos en nuestro mundo? La solución no está en volver la cara hacia otro lado sino en poner manos a la obra. Cuánto podemos hacer porque nuestros pequeños gestos pueden despertar un río grande de solidaridad para que entre todos podamos ir dándole luz de vida a nuestro mundo. Y no podemos desperdiciar ningún pequeño gesto ni el más sencillo impulso que sintamos en nuestro corazón. Jesús no quiere que nada se desperdicie porque mandará incluso que se recojan lo que parecen las sobras para que también otros puedan comer. ‘Recogieron y llenaron doce canastas de pan con lo que había sobrado de los que habían comido’.
Cuántos despilfarros en tantas cosas y momentos contemplamos en nuestro mundo y luego decimos que la humanidad es grande y el mundo no puede generar lo suficiente como para resolver todos los problemas; pero despilfarramos en lugar de aprovechar el más mínimo grano que podamos tener en nuestras manos.
Cuantas cosas nos puede decir este evangelio. Cuánto es lo que podemos hacer para que nuestro mundo sea mejor; cuánto está en nuestras manos para mitigar el sufrimiento que amarga el corazón de tantos a nuestro alrededor. Hoy Jesús nos enseña a mirar y nos está diciendo que no podemos cruzarnos de brazos.

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