La fortaleza de nuestra fe nace de una oración llena de confianza en el Señor y alimentada en la Palabra de Dios
Sant. 3, 13-18; Sal. 18; Mc. 9, 13-28
‘Si algo puedes, ten
lástima de nosotros y ayúdanos’.
Es la súplica llena de angustia y de esperanza de aquel padre que ve a su hijo
sufriendo por la posesión del espíritu maligno. Había venido hasta Jesús,
mientras Jesús estaba en lo alto del Tabor, les había pedido a los discípulos
que hicieran algo por él, pero los discípulos no han podido hacer nada.
Cuando llega Jesús y el padre se presenta ante El
suplicándole porque los discípulos nada habían podido hacer, Jesús se queda de
la falta de fe. Será una constante a lo largo de todo el episodio. Ante la
súplica repetida de aquel padre que le dice ‘si
algo puedes…’, Jesús le responde:
‘¿si puedo? Todo es posible para el que tiene fe’. El padre seguirá
suplicando con fe, pero siente que su fe es débil porque quizá aun quedan
desconfianzas en su corazón. Por eso le grita a Jesús. ‘Tengo fe, pero dudo, ayúdame’.
Hermosa súplica que hemos comentado en más de una
ocasión y que nos sirve de modelo para nuestra oración. ‘Creo, Señor, pero aumenta mi fe’. Creemos, es cierto, pero estamos
llenos de dudas y de desconfianzas; creemos, pero muchas veces mezclamos muchas cosas con nuestra fe;
creemos, pero necesitamos afianzarnos de verdad en esa fe. ¿Dónde mejor
encontrar esa fortaleza para nuestra fe? Que el Señor nos conceda su Espíritu,
que nos dé fortaleza a nuestra fe, que nos dé seguridad y confianza, que nos dé
perseverancia en nuestra fe y en nuestra oración.
Jesús curó a aquel muchacho ante la suplica llena de fe
de aquel padre. No es necesario entrar en detalles de la descripción de cómo
Jesús lo ha realizado que ya lo hemos escuchado. (Siempre aconsejo a quienes
leen estas reflexiones en el blogs que previamente lean la cita del evangelio
que estamos comentando, para ayudarnos a hacer mejor la reflexión, porque
además lo importante es encontrarnos de manera viva con la Palabra que se nos
proclama). Cuando llegan a casa los discípulos, quizá avergonzados porque ellos
no pudieron realizar aquello para lo que Jesús ya les había dado poder cuando
los había enviado de dos en dos a anunciar el Reino, le preguntan por qué ellos
no lo pudieron hacer. ‘¿Por qué no
pudimos echarlo nosotros?’… Esta especie
solo puede salir con oración y ayuno’, les responderá Jesús.
Todo un camino y un proceso para nuestra vida de fe,
para nuestra vida cristiana. Un camino que nos está enseñando cómo tenemos que
fortalecer nuestra fe. Queremos poner toda nuestra confianza en Dios, pero
muchas veces nos llenamos de dudas y de desconfianzas. Es al Señor a quien
tenemos que suplicar que nos ayude en nuestra fe. Queremos afirmar nuestra fe,
mantenernos firmes en ella a pesar de las dificultades o del mundo adverso en
que nos encontramos. Pero ahí tenemos que dar nuestro testimonio de creyentes. ‘Señor, yo creo, pero aumenta mi fe’,
tenemos que pedir una y otra vez. Solo con la oración, alimento de nuestra
alma, podremos sentirnos cada día más fortalecidos. Ya nos lo está diciendo
Jesús en la respuesta que les da a los discípulos.
En estos mensajes hermosos que nos encontramos muchas
veces en facebook e internet, estos días he leído el siguiente: ‘El alma se limpia con el perdón, se hidrata
con la oración, se nutre con la Palabra, se protege con la fe y se tonifica con
el amor de Dios’. Hermoso mensaje que resume muchas cosas y nos puede
ayudar mucho. Creo que está en perfecta consonancia con lo que venimos
reflexionando. Purificarnos con el perdón de Dios - imagen de esa salvación es
la curación de aquel muchacho por parte de Jesús -, alimentarnos de la oración
y de la Palabra de Dios, que nos dará fortaleza a nuestra fe y nos hará
disfrutar del amor de Dios.
La fortaleza de nuestra fe ha de nacer de una oración
llena de confianza en el Señor y que se alimenta de la Palabra de Dios.
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