Una Buena Noticia que llega con la autoridad de la salvación para todos
1Sam. 1, 9-20; Sal. 132; Mc. 1, 21-28
Si ayer escuchábamos el primer anuncio que Jesús hacía
del Reino de Dios invitando a la conversión y a creer en El, hoy le vamos ya
acudir a la Sinagoga a enseñar. Ayer contemplábamos a los primeros discípulos
que escuchaban su palabra y su invitación y cautivados por El se decidían a
dejarlo todo por seguirle. Hoy vemos cómo la gente se quedaba asombrada de su
enseñanza, porque enseñaba con autoridad.
Su Palabra es Palabra de vida y Palabra de salvación.
Su Palabra hace enardecer los corazones y llegaba a lo más hondo de ellos
haciendo renacer la esperanza y los deseos de una vida nueva. Pero su Palabra
era una Palabra salvadora. Con autoridad expulsaba los demonios, como señal de
esa victoria sobre el mal y sobre el pecado que iba a significar su vida.
‘Había en la sinagoga
un hombre que poseía un espíritu inmundo y se puso a gritar’, nos dice el evangelista. La
presencia de Jesús es una presencia llena de gracia y de salvación. Y el mal se
resiste. ‘¿Qué quieres de nosotros, Jesús
de Nazaret?’
Un signo maravilloso que se realiza con la presencia y
la palabra de Jesús. ‘Cállate y sal de
él’, le dice Jesús. ‘Y el espíritu
inmundo lo retorció y dando un grito muy fuerte, salió. Todos se quedaron
estupefactos. ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo’, es la
reacción de la gentes cuando contemplan lo sucedido. ‘Y su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la
comarca entera de Galilea’.
Se nos está manifestando quién es Jesús. Lo hemos
venido meditando al finalizar el tiempo de Navidad y Epifanía y ahora cuando
comenzamos a leer el principio del evangelio de Marcos lo estamos viendo con
toda claridad. Esto tiene que ayudarnos mucho en el crecimiento de nuestra fe y
en la respuesta de vida que hemos de darle al Señor; la respuesta que hemos de
darle con toda nuestra vida.
No contemplamos estos hechos que nos va narrando el
evangelio de una manera fría como quien simplemente lee o escucha una historia.
Para nosotros tiene que ser mucho más, porque para nosotros es la Palabra del
Señor. Una Palabra que el Señor nos dirige de manera concreta a nosotros con lo
que es nuestra vida porque así quiere llenarnos de su gracia y así quiere ir
transformando cuando de mal hay en nosotros. Decimos, confesamos que es nuestro
salvador, pero decir que es nuestro Salvador es decir que nosotros queremos
llenarnos de esa salvación.
También tantas veces hemos dejado que se meta el mal en
nuestra vida; la tentación nos acecha y no siempre somos lo buenos que tendríamos
que ser y el pecado nos domina, llena nuestro corazón. Nos cuesta reconocerlo,
no tenemos siempre la suficiente humildad. Algunas veces también nos resistimos
a la gracia del Señor. Dejémonos conducir por su Espíritu, dejemos que su
gracia salvadora llegue a nuestra vida, abramos nuestro corazón a su salvación.
Que seamos capaces de sentir la novedad de vida que su Palabra tiene en cada
momento para nosotros. Como aquella gente que sentía y reconocía lo nuevo que
había en la Palabra de Jesús y en su manera de enseñar. Era en verdad Buena
Nueva, Buena Noticia de Salvación, era Evangelio para su vida, como lo es
siempre para nosotros.
Y una palabra en referencia a la primera lectura. Es la
súplica confiada que Ana hace al Señor en su oración. Mucho era el dolor que
sentía en su alma, pero mucha era la confianza que ponía en el Señor. Su
oración estaba llena de lágrimas por su sufrimiento y su dolor, pero su oración
estaba también llena de confianza y de esperanza. Y el Señor escuchó su
oración. Con la misma confianza hemos de acercarnos al Señor desde nuestras
necesidades, desde nuestro dolor, pero siempre con mucho amor.
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