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jueves, 23 de julio de 2009

¿Por qué les hablas en parábolas?

Ex. 19, 1-2.9-11.16-20
Sal. Dn. 3
Mt. 13, 1-17


‘Salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca, se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas…’
Comienzo esta reflexión haciendo referencia al texto que la liturgia nos ofrecía el día de ayer, pero que al celebrar a Santa María Magdalena no pudimos proclamar. Para no perder la continuidad de la Palabra proclamada cada día y siendo además que el texto de hoy hace referencia al citado, es por lo que unimos los textos de los dos días en nuestro comentario.
Hoy precisamente comienza diciéndonos que ‘al llegar a casa se acercaron a Jesús sus discípulos y le preguntaron: ¿Por qué les hablas en parábolas?’ ¿Por qué habla Jesús en parábolas? La gente del entorno del pueblo de Israel y cuanto más al oriente con más intensidad son muy dados a hablar con un lenguaje muy lleno de imágenes, ejemplos y comparaciones. Es el estilo, incluso pedagógico, que emplea Jesús: las parábolas.
Pero igualmente podemos pensar que en el mundo en el que vivimos es el mundo de las imágenes. Todo está lleno de imágenes y todo se expresa con imágenes. Pensemos en todos los medio audiovisuales que hoy se utilizan; pensemos igualmente en la publicidad, por ejemplo. Imágenes que tienen su propia lectura para descubrir o descifrar su significado, que va más allá de lo que es la imagen en sí misma, porque lo que hace es sugerirnos mensajes, ideas, etc.
Eso son en cierto modo las parábolas: una historia rica en imágenes, una comparación o un ejemplo que se nos pone y que tenemos que saber leer para descubrir su mensaje. La misma parábola que hoy Jesús nos ha propuesto es algo más que hablarnos de un sembrar que echa la semilla a boleo para que caiga donde caiga. No toda la semilla dará igual fruto, porque alguna caerá en terrenos nos apropiados para que pueda germinar. Pero eso quiere decirnos algo más que simplemente hablarnos de un sembrador. Es por eso por lo que es una parábola que nos quiere trasmitir un mensaje. Mañana entraremos en comentario más hondo a esta parábola porque se la escucharemos explicar a Cristo mismo.
Pero la pregunta de los discípulos era ‘¿por qué les hablas en parábolas?’ ¿por qué a la gente le habla en parábolas mientras a ellos les explica las cosas de otra manera. Y ahí viene la respuesta de Jesús que nos puede parecer un tanto enigmática. ‘Porque ellos miran sin ver y escuchan sin oír ni entender…’ Y el evangelista recuerda una profecía de Isaías que dice semejantes palabras.
Hay muchos que no quieren oír ni entender; muchos que no quieren ver; muchos a los que se les cierra el corazón para no dejar que la gracia de Dios llegue hasta ellos. Están contentos como están que no sienten ninguna ilusión porque la cosas sean de forma distinta; mejor entonces no oír, ni ver. Nos pasa muchas veces.
Es cuestión de gracia de Dios el poder escuchar su Palabra y su mensaje. Y de una cosa podemos estar seguros: la gracia de Dios no nos faltará nunca. Somos nosotros los que no nos dejamos conducir ni guiar por esa gracia.
‘Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron’. Dichosos los discípulos que pudieron oír de viva voz la palabra de Jesús. Cuánta envidia sentimos a veces de los discípulos que estuvieron en contacto directo con Jesús. Pero Jesús nos está llamando dichosos a nosotros también, los que cada día tenemos la oportunidad de escuchar su palabra, de dejar que su semilla cada día se siempre en nosotros. Es una gracia del Señor que tenemos que saber agradecer. Una gracia del Señor que tenemos que saber aprovechar.

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