Gen. 13, 2.5-18
Sal. 14
Mt. 7, 6.12-14
Sal. 14
Mt. 7, 6.12-14
¿Qué significa ese camino ancho y ese camino estrecho que nos contrapone Jesús hoy en el evangelio? ¿Será que Jesús quiere ponernos las cosas difíciles y ‘amargarnos’ la vida? ‘Entrad por la puerta estrecha, nos dice… ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida!’
Esto no lo podemos decir y más si escuchamos estas palabras en el contexto de este discurso que ha comenzado precisamente anunciando una felicidad para todos. No olvidemos que el Sermón del Monte, del que son estas palabras hoy escuchadas, comienza con las Bienaventuranzas.
Jesús precisamente ha venido a hablarnos de plenitud de vida y lo que más quiere es restablecer la dignidad del hombre, la dignidad de toda persona, arrancándole de toda aquella esclavitud que le hace sufrir. Recorramos las páginas del evangelio para darnos cuenta de ello. Por ahí puede ir la clave de estas palabras de Jesús.
Todos queremos la dicha y la felicidad, es cierto, la plenitud de la vida. Y esto además lo queremos para todos. Pero ¿en qué ponemos esa plenitud, o en qué ponemos esa dicha? Es ahí donde tenemos el peligro de confundirnos, de pensar sólo en nosotros mismos, o de buscar solamente aquellas cosas que me satisfagan pronto y momentáneamente. Y podemos, entonces, buscar sustitutivos de la verdadera felicidad o de la auténtica plenitud del hombre y la persona.
Es el camino de vida fácil al que nos sentimos tentados, de sólo pensar en sí mismo, de dejarme llevar por la más elemental apetencia o por las pasiones, y no buscar lo que verdaderamente merece la pena.
Buscar lo que verdaderamente merece la pena tiene sus exigencias, exige un control y un dominio de nosotros mismos, un sabernos negar a nosotros muchas cosas para poder encontrar y alcanzar lo verdadero.
Aquí podemos entender lo del camino fácil, lo del camino ancho, y por el contra lo del camino estrecho y exigente. ¿Qué es lo que queremos alcanzar y cómo queremos alcanzarlo?
Por ejemplo, el estudiante que se prepara y se forma para su futuro no podrá simplemente dejarse llevar por lo que le apetece en cada momento, por la fiesta, la diversión y abandonar sus estudios y preparación, porque al final no alcanzará la preparación adecuada, no obtendrá los títulos que le acredite y dé fe de su preparación y no podrá obtener aquel trabajo o aquella responsabilidad seria en su vida. Tendrá que sacrificar muchas cosas para poderse sentir satisfecho al final por lo logrado y ser feliz de verdad.
Así es la vida y así es también lo que es alcanzar esa vida en plenitud que Jesús nos ofrece, esa vida eterna a la que todos estamos llamados, la dicha y la felicidad que el Señor quiere para nosotros y por lo que Jesús, el primero, se sacrifica y muere para alcanzárnoslo. La pasión y la muerte es el camino de la vida y de la resurrección. La Pascua es un modelo de nuestro caminar en todos los sentidos. Todo tiene que ser Pascua en nuestra vida.
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