2Jn. 4-9
Sal. 118
Lc. 17, 26-37
Lenguaje enigmático el que emplea Jesús en el Evangelio. Si ayer le preguntaban a Jesús cuando iba a llegar el Reino de Dios y El nos decía que no llegaría de forma espectacular porque estaba dentro de nosotros, ahora para hablarnos del tiempo de la venida final del Hijo del Hombre sí nos habla de que vendrá cuando menos lo esperemos.
Por eso nos recuerda a Noé, cuando lo del Diluvio universal; ‘comían, bebían y se casaban, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.... así será en los días del Hijo del Hombre’. Y recuerda la destrucción de Sodoma y Gomorra: ‘...comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos’.
‘Así sucederá el día que se manifiesta el Hijo del Hombre’, nos dice Jesús en el evangelio. Hemos, pues, de estar atentos y preparados; ya sea para la hora de nuestra muerte, que vendrá cuando menos lo esperemos, o ya sea para el final de los tiempos. Será la hora del juicio; entonces nos daremos cuenta de cuál es el verdadero valor de nuestra vida y de lo que tenemos.
No nos valdrán nuestros apegos, las cosas que tengamos. Por eso nos dice que si estamos en la azotea no bajemos a la casa, y si estamos en el campo no vengamos a la ciudad. No queramos apegarnos a las cosas que tengamos en la vida.
¡Cuántos apegos! ¡cuántas cosas que vamos acumulando! ¡cuántos afanes y preocupaciones innecesarias! ¡de cuántas cosas nos cuesta desprendernos!
¿Qué es lo importante? Miremos nuestra vida, lo que somos o lo que tenemos, ¿va a añadirnos un minuto a nuestra existencia?
Nos preocupamos de cosas y descuidamos lo principal. Lo que tengo, ¿a quién se lo voy a dejar? ¿quién realmente va a disfrutar del fruto de tantos afanes que hemos tenido en la vida? Pero ¿te has preocupado de la vida verdadera? ¿Te has preocupado de la misma manera de tú disfrutar por toda la eternidad de la vida verdadera?
Por eso lo importante es estar preparados. Lo importante es la ganancia que podamos haber atesorado en el cielo, donde la polilla no lo corroe ni los ladrones nos lo roban, como nos dice Jesús en otros lugares del Evangelio. ¿Cuál es el tesoro verdadero que hemos procurado? ‘Dichoso el que con vida intachable camina en la voluntad del Señor’, meditamos en el salmo. Es el camino para atesorar el verdadero tesoro que nos llevaría a la plenitud.
Estamos casi al final del año litúrgico y en la liturgia y en la Palabra de Dios que vamos a escuchar ahora y en los primeros días del nuevo año litúrgico en el adviento se nos van a recordar todas estas cosas. Pero no solo tenemos que recordarlo ahora, sino que es algo que tenemos que tener muy presente en nuestra vida, si pensamos en serio en la trascendencia que tiene nuestra existencia porque el Señor nos tiene reservada una vida eterna en plenitud.
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