El cántico del Cordero
Apoc. 15, 1-4
Sal. 97
Lc. 21, 12-19
‘En la orilla estaban de pie los que habían vencido a la bestia…. Tenían en la mano las arpas que Dios les había dado. Cantaban el Cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el Cántico del Cordero…’
Hasta aquí el Apocalipsis ha hablado de luchas y persecuciones; nos ha hablado del dragón y de la bestia, signos del mal que nos acecha; pero al mismo tiempo siempre hemos vislumbrado la gloria de Dios: al que está sentado en el trono, al Cordero degollado, el único que podía abrir el libro con los siete sellos; en torno al que está sentado en el trono y al Cordero hemos contemplado también los cuatro seres vivientes, los veinticuatro ancianos sentados en veinticuatro tronos, los ciento cuarenta y cuatro mil que estaban marcados en la frente con la señal del Cordero para hablarnos de los mártires y de los testigos, y finalmente una multitud considerable que nadie podía contar. Hoy nos habla de los que han vencido a la bestia.
Progresivamente hemos ido contemplando la gloria del Señor y ahora comienzan los cánticos, el cántico nuevo, el cántico de Moisés y el cántico del Cordero. ‘Grandes y maravillosas son sus obras, Señor Dios Soberano de todo; justos y verdaderos tus caminos…’
Al hablarnos del cántico de Moisés – y antes nos ha hablado también de las siete plagas – está haciéndonos una referencia a la liberación de Egipto y a la Pascua. Este cántico de Moisés fue en el prorrumpió el pueblo que se veía liberado de la esclavitud de Egipto cuando ya atraviesan entre obras portentosas de Dios el mar Rojo. Atrás ha quedado la esclavitud y se abre ante ellos el camino de la libertad. Atrás ha quedado el enemigo derrotado y entonan la acción de gracias a Dios que hace tantas maravillas. ‘Cantemos al Señor, sublime es su victoria; carros y caballos ha arrojado al mar…’
Es el canto de la victoria el que ahora también escuchamos. Atrás han quedado también las persecuciones y el mal, porque en el Cordero todo es triunfo de la gloria de Dios.
Precisamente en el evangelio de este día Jesús anuncia persecuciones para los que quieren ser fieles discípulos. ‘Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel… así tendréis ocasión de dar testimonio…’ Pero Jesús no nos deja solos. Con nosotros estará siempre la presencia de su Espíritu. ‘Yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro…’ Y nos invita y nos da seguridad: ‘Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas’.
Jesús nos garantiza la victoria. ‘Yo he vencido al mundo’. Podemos también nosotros entonar el cántico nuevo, el cántico del Cordero. ‘¿Quién no te respetará? ¿Quién no dará gloria a tu nombre, si tú sólo eres santo?’
Es el cántico de la victoria. Es el cántico de la esperanza. ¡Qué bien lo vivieron aquellos cristianos de los primeros tiempos en las persecuciones! Así tenemos que vivirlo nosotros hoy también en un mundo muchas veces adverso. Pero siempre queremos cantar la gloria del Señor. Siempre queremos vivir en fidelidad y en esperanza.
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