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miércoles, 19 de noviembre de 2025

Encontremos el verdadero sentido del vivir que es dar vida, multiplicar la vida siendo agradecidos con la vida que se nos ha regalado haciendo ese regalo también a los demás

 


Encontremos el verdadero sentido del vivir que es dar vida, multiplicar la vida siendo agradecidos con la vida que se nos ha regalado haciendo ese regalo también a los demás

2Macabeos 7,1.20-31; Salmo 16; Lucas 19,11-28

La vida es un don, como un regalo que se nos da. Por eso la vida necesariamente se hace don. No es algo que se pueda encerrar, no es algo que se pueda acaparar; donde hay vida tiene que multiplicarse; si no la dejamos expandirse es que se muere, se difumina, desaparece. Es que la vida es expansiva. En quien vive no caben los egoísmos, el encerrarse en sí mismo o en pensar solo en ganar para sí mismo, porque el verdadero sentido de vivir es darse. Y nos damos porque somos agradecidos y la mejor forma de manifestar esa gratitud es dándonos creando vida, dándonos compartiendo todo lo que es nuestra vida, todo lo que hemos recibido.

Quien no es capaz de compartir la vida se muere; las personas encerradas en sí mismos, pensando solo en si mismos, son las más desgraciadas porque han perdido la verdadera ilusión de vivir, de lo que es la vida. Cuántos contemplamos en la vida que andan aburridos y sin encontrarle sentido a lo que hacen, porque solo piensan en sí mismos y no han descubierto la ganancia que es vivir y crear vida. Muchos viejos que se mueren contemplamos, y no son viejos porque tengan muchos años, sino porque no han encontrado sentido a su vivir. Aparecen los miedos y las desconfianzas, aparece el deseo de guardarlo tanto para no perderlo que al final se pudre esa vida y se llena de muerte.

Los que seguimos a Jesús somos los más amantes de la vida. Sentimos el regalo que Dios nos hace cuando nos ha dado a Jesús que viene a ayudarnos a comprender ese sentido de la vida. Solo es necesario contemplarlo a Él, no vive para sí sino para amar. Su vida es amar, su vida es entrega, su vida es don, su vida es toda generosidad. Será lo que nos enseña también con sus palabras. Es la promesa de vida que nos hace si llegamos a comprender el sentido de la vida que Él nos ofrece y tratamos de vivirlo.

Ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia, nos enseña la Palabra de Dios. Por eso nos habla de vida eterna, que no es solo pensar en un más allá, que tenemos que pensarlo para aprender a trascendernos, sino que ese vivir la vida eterna es vivirlo ahora porque con Él aprendemos a vivir para siempre. Quien sigue a Jesús quita todos los signos de muerte, quien sigue a Jesús es agradecido y ama, no se reserva nada para sí, no camina con desconfianzas y cerrazones, su camino es repartir vida.

De eso nos está hablando Jesús con sus parábolas, como la que hoy se nos ofrece. La parábola de los talentos, solemos llamarla, por esos talentos, o minas de oro como se nos dice en la versión del evangelio de este día, pero que no son para guardarlos y esconderlos porque miedo a perderles, sino que hay que trabajarlos, hay que negociarlos, hay que hacerlos producir. Es lo que hemos de hacer con la vida, como hemos venido reflexionando.

Y entonces seremos felices, sentiremos la verdadera alegría de la vida; los que solo piensan en sí mismos no llegan a comprender lo que es la verdadera alegría de la vida, necesitarán sucedáneos para poder estar alegres, buscarán estimulantes que lo hacen es quemarnos porque cuando nos fallen esos estimulantes externos nos quedaremos vacíos y sin vida, sin haber podido disfrutar de verdad de la vida.

Leamos y releamos esta parábola que hoy Jesús nos propone y plasmémosla en nuestra propia vida. Encontraremos el verdadero sentido del vivir.


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