Ojalá
nuestro paso por el camino se convierta en un signo del paso de Jesús porque
hagamos oír en nuestra vida la sintonía del evangelio
1Macabeos 1,10-15.41-43.54-57.62-64; Salmo
118; Lucas 18, 35-43
En este caso es el ciego el que intuye
que algo distinto está pasando junto a él por el camino; pero creo que de
alguna manera alguna vez hayamos tenido la experiencia, sin necesidad de ver
nada especial, en que también hemos intuido que allí junto a nosotros hay algo
o alguien que puede ser especial; es la sensación que nos da esa persona,
pueden ser los gestos que como signos realiza de forma espontánea, una como
vibración especial que si tenemos cierta sensibilidad podemos como sentir, no
por los sentidos físicos, porque no es el oído ni los ojos de nuestro rostro
los que van a escuchar o ver algo distinto, pero sí algo que nos contagia y
quizás nos impulsa a que también nosotros hagamos algo distinto.
Muchas veces, sin embargo, vamos tan
imbuidos en nuestros pensamientos y en nuestras locas carreras que no llegamos
a entrar en esa sintonía. Y son sintonías que necesitamos, sintonías que nos
despierten y nos hagan trascendernos, sintonía que nos haga escuchar esa
palabra que puede ser tan maravillosa para nosotros, captar ese gesto que de
alguna manera puede ser también profético para nosotros. Cuidemos de no perder
esa sensibilidad, cuidemos de estar alertas porque muchas veces nos podemos
perder cosas importantes, porque vamos más preocupados por nuestros intereses y
en esa palabra caben muchas cosas.
Como comenzamos a decir, o como hemos
escuchado en el evangelio, al borde del camino, en las afueras quizás de Jericó
se encontraba un ciego con su pobreza esperando que quien pasara por el camino
le hiciera alguna limosna. Quizás sentiría los pasos de tantos que pasaban de
largo - ¿no es eso lo que hacemos tantas veces en la vida que nos hacemos los
ciegos o cruzamos para otro lado para no encontrarnos con quien nos está
tendiendo la mano? – pero en esta ocasión sintió que algo distinto lo que
pasaba. No podía ver, no sabían quien pasaba por allí y por eso pregunta.
‘Pasa Jesús, el Nazareno’, le
dicen. Es suficiente. Comienzan sus gritos y sus súplicas. ‘Jesús, hijo de
David, ten compasión de mi’. Era tanta su euforia que los que iban con
Jesús querían que se callase. ¿Les molestaban aquellos gritos? ¿Serían quizás
gritos que les llegaban a ellos al alma? ¿Podían aquellos gritos impedir que
ellos sí pudieran escuchar y disfrutar de la compañía de Jesús? Tantas veces
que vamos enfrascados en lo nuestro que nos hacemos sordos a muchas cosas que
puedan suceder a nuestro alrededor.
Pero Jesús no podía pasar de largo. Lo
mandó llamar. Y ahora aquellos que antes querían que se callase se apresuran a
llevar al ciego a la presencia de Jesús. ¿Haciendo méritos quizás?
‘¿Qué quieres que haga por ti?’ ¿Qué podía querer? Recobrar su vista, aunque sería
algo más lo que se estaba produciendo en el corazón de aquel hombre. Había
tenido la sensibilidad de que pasaba Jesús y se había interesado por lo que
pasaba por el camino. ‘Tu fe te ha sanado’, le dice Jesús cuando recobra
la vista. Recobra la vista pero que la sensibilidad no la pierdas, parece que
le está diciendo Jesús. Quería seguirle por el camino, nos dice el evangelista.
Cuántos detalles encontramos en este
evangelio, cuántas cosas que nos pueden hablar al corazón, cuántas cosas que
nos pueden abrir los ojos, cuántas cosas que nos pueden despertar la
sensibilidad, cuántas cosas que nos hacen salir de nuestros encierros, cuántas
cosas que nos pueden hacer ver lo que está a nuestro lado de una forma
distinta, cuántas cosas que nos están impulsando a que nosotros vayamos dejando
huella de nuestro paso.
Detengámonos en nuestro camino, miremos
a nuestro lado, hagamos sentir nuestro paso y nuestra presencia a los que están
a la vera del camino, seamos signos de algo nuevo para los que nos rodean,
escuchemos esa llamada o seamos nosotros llamada para los demás. Ojalá nuestro
paso se convierta en un signo del paso de Jesús por lo que hacemos y por lo que
vivimos. El mundo necesita escuchar esa nueva sintonía.
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