Atentos
a los gestos y detalles que nos pueden llegar de la manera más insospechada y
que son evangelio, buena noticia de Jesús para nuestra vida
2Macabeos 6,18-31; Salmo 3; Lucas 19, 1-10
Habremos escuchado a alguien que nos ha
contado su experiencia. Se considera a si mismo una persona sencilla, por así
decirlo, de esas personas que pasan desapercibidas porque no les gusta estar en
primeras filas, pero en aquella ocasión se sintió sorprendida, porque alguien
que llegaba a su pueblo y además con cierta expectación por parte de muchos que
les hubiera gustado estar con ese personaje, por así decirlo, hacerse una foto
con él, sin embargo a su paso por la calle, y donde se encontraba quien nos lo
cuenta, y, como decíamos tratando de pasar desapercibido, sin embargo esta
persona se detuvo con él para interesarse por sus cosas e invitarle a tomar un
café juntos.
Esta persona llena de sorpresa se
seguía preguntando por qué precisamente con él se detuvo a hablar y tratar de
pasar un rato de manera amigable. Detalles y gestos que no se olvidan, que se
valoran, a los que se les da mucha importancia porque quizá levantaron nuestra
autoestima al ser tenidos en cuenta, e incluso pueda suceder que muchas cosas
puedan cambiar.
¿Sería lo que se estaría luego
preguntando Zaqueo cuando Jesús se detiene ante la higuera tras cuyas hojas él
está queriendo simplemente ver pasar a aquel profeta de Nazaret que tanto revuelo
armaba entre las gentes? Era simplemente lo que había buscado, conocer a Jesús,
verlo al menos pasar, que por la aglomeración de la gente por una parte, su
corta estatura por otro lado, pero también por el vacío que encontraba entre
los que le rodeaban porque era un publicano, había terminado por subirse a la
higuera para verlo tranquilamente pasar escondido tras sus ramas y hojas. Pero
Jesús se había detenido y se había puesto a hablar con él.
La cortesía y la hospitalidad tan
propia de aquellos lugares le hicieron bajarse rápidamente del árbol para
recibir en su casa a Jesús, que se había auto invitado a hospedarse en su casa.
Sorpresa, admiración, un despertarse su autoestima al sentirse valorado con
esos detalles, un torbellino de cosas tenía que estar pasando por su cabeza.
Además él no era bien considerado por sus convencinos a causa de su oficio que
por una parte lo había colaboracionista con los que los dominaban, y además la
mala fama que se habían ganado con sus manipulaciones dinerarias que los había
prestamista aprovechados y usureros. Tenía ciertamente conciencia de su
situación y de lo que era su vida pero aquel gesto sorpresivo de Jesús de
querer ir precisamente a su casa, que era la menos considerada y valorada por
las gentes del lugar quizás le había hecho comenzar a plantearse muchas cosas.
Pero en su corazón se estaba
produciendo un terremoto que no le podría dejar tranquilo, una revolución que
le haría cambiar muchas cosas. Terminará diciendo Jesús al final del episodio
que hoy había llegado la salvación a aquella casa. Ya escuchamos en el relato
del evangelio las decisiones que tomaba Zaqueo, no solo de restituir lo que con
malas artes había robado y ganado, sino además compartir su inmensa fortuna con
los demás, especialmente con los pobres. Un evangelio se estaba produciendo en
el corazón de Zaqueo, porque a partir de entonces este episodio iba a ser
evangelio para todos, buena noticia de salvación para todos como una invitación también a dejarnos
invitar por Jesús.
Por una parte cuando escuchamos
nosotros este evangelio aprendamos a dejarnos sorprender por Jesús. En nuestro
camino nos podemos encontrar muchas veces el paso de Jesús, pero un paso que no
quiere ser pasar de largo sino que también estará auto invitándose a hospedarse
en nuestro corazón. No nos vale refugiarnos detrás de unas cortinas o de unos
ramajes para que nadie se fije en nosotros
y podamos sin ninguna contraindicación de compromiso ser simplemente
espectadores. Apaguemos esas músicas que nos aturden cuando andamos preocupados
por nuestros prestigios o nuestros bien aparentar delante de los demás, y
dejémonos interpelar por Jesús. Cuidado nos pasen desapercibidos esos gestos y
detalles que va a tener con nosotros y que nos llegarán en el momento que menos
esperamos, en el lugar donde no pensamos encontrarlo, o desde aquellas personas
que están a nuestro lado y quizás tampoco nosotros tenemos en buena
consideración. Aprendamos a valorar esos detalles y esas llamadas y tratemos de
dar respuesta.
También nos queda preguntarnos qué
gestos y detalles tenemos con los demás, con los que quizás son menos
apreciados, que puedan ser signos de algo nuevo para sus vidas. ¿Llegaremos a
ser evangelio, buena noticia con nuestras vidas para los demás?
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