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miércoles, 20 de noviembre de 2024

Salgamos de la pasividad conservadora de no perder lo que tenemos con el riesgo que significar abrir nuevos horizontes desde nuestra fe en nuestro mundo

 


Salgamos de la pasividad conservadora de no perder lo que tenemos con el riesgo que significar abrir nuevos horizontes desde nuestra fe en nuestro mundo

Apocalipsis 4, 1-11; Salmo 150; Lucas 19, 11-28

¿En qué ocupamos la vida? Eso viene a decirnos el sentido que la vida tiene para nosotros. Hay quienes no piensan en  hacer nada, simplemente dejarse llevar por la pasividad, a lo que salga, pasarlo bien y vivir la vida; pero claro, tendríamos que preguntarnos y ¿qué es vivir la vida?  Creo que una vida así no se vive, se soporta o nos queremos aprovechar de ella, pero nada aportamos.

Pero hay quienes se arriesgan, quieren salir de esa pasividad, buscan algo nuevo y algo mejor, algo que en verdad les haga sentirse vivos, y siempre estarán buscando qué hacer, no simplemente por ocupar el tiempo sino por darle sentido a su tiempo haciéndolo productivo. Pero es un riesgo, conlleva esfuerzo, no siempre vamos a encontrar el resultado apetecido tan pronto como deseamos, nos exigirá sacrificios, buscar metas, darle hondura a la vida, aunque haya tropiezos, se puedan cometer errores, pero encontraremos satisfacciones más hondas que las de aquellos que no hacen nada y se quedan en la pasividad. Es un riesgo, porque nos exigirá poner todo lo nuestro, lo que somos más que lo que tenemos, porque no son cosas solo lo que buscamos.

Y surgen las personas emprendedoras, aparecen nuevas iniciativas, desarrollamos toda nuestra creatividad, porque de alguna manera estamos siendo creadores de esa vida que vivimos, y por eso mismo sentimos mayor satisfacción. Lo vemos en el orden también de lo material, quien quiere emprender un nuevo negocio, quiere avanzar en la vida para no quedarse en lo de siempre, quien busca también ¿por qué no?, un beneficio material, una riqueza para su vida, tiene que arriesgar y esforzarse, no se puede quedar con los brazos cruzados esperando que todo se lo den hecho.

De esto nos está hablando Jesús en el evangelio. Lo hace como una lección amplia para nuestra vida, pero está también en aquellas circunstancias que ahora mismo están viviendo sus seguidores, pero de alguna manera lo que es la vida del pueblo de Israel. Estaban subiendo a Jerusalén, nos dice el evangelista. Y algunos de sus seguidores más entusiastas ya estaban pensando que llegaba la hora de aquel reino que Jesús tanto había anunciado; claro que seguían sin terminar de entender el sentido del Reino de Dios que Jesús les anunciaba. Algunos pensaban que era la hora de la restauración de Israel, con todas las connotaciones que aquello tenía en su mentalidad. Pero también pensaban que todo se les iba a dar por nada, surgía un Mesías, un liberador y todo estaba hecho. Pero Jesús les propone una parábola.

Alguien que va a buscar el titulo de rey, aunque hay muchos que no están de acuerdo, pero mientras él deja a sus más cercanos un encargo. Les reparte una minas de oro (era una expresión que tenían de esos valores o riquezas que poseían), pero a no todos reparte de la misma manera, unos más y otros menos. Han de negociarlo.

Ponerse a negociar es una habilidad y es también un riesgo, porque aquel con quien negociemos también tiene sus mañas y habilidades y él también quiere ganar. Lo que son los negocios de la vida, como bien sabemos. A su vuelta pide cuentas; unos han dado rendimiento, más o menos según sus capacidades y habilidades, pero hay quien no ha rendido nada, porque nada ha negociado, y así lo reconoce. Había guardado aquella mina de oro que le habían confiado para no perderla y ahora la entrega dando la razón del miedo que tenía de no ganar, de perderla. Y con él aquel que viene con el titulo de rey es muy severo.

Como decíamos, Jesús quiere hablarnos de una forma general para la vida y para nuestras responsabilidades, y ya tomamos nota. Pero Jesús quiere hablarnos de lo que hemos de hacer para realizar ese Reino de Dios. No nos podemos cruzar de brazos, no podemos decir que son tiempos difíciles, no nos podemos quedar en que la gente no responde por mucho que nosotros hagamos, no podemos quedarnos en la pasividad del que se resigna. Y cuidado que habemos cristianos resignados y pacíficos, cuidado que algunas veces también en nuestros ámbitos eclesiales nos falta ese entusiasmo, esa iniciativa y esa creatividad, cuidado que no contentamos, decimos, con conservar los que aun tenemos para que no se vayan, pero nada estamos haciendo para sean otros los que vengan, los que reciban el anuncio del Reino que tenemos que realizar.

¿Querremos entender de verdad lo que Jesús nos está diciendo con la parábola? ¿Llegará un momento en que terminemos por despertar y salir de nuestras rutinas? ¿Seguiremos los cristianos en nuestra dejadez y nuestro poco entusiasmo? ¿Seguiremos refugiándonos en nuestras reuniones de siempre y en nuestros rezos dentro de nuestros templos? ¿Nos daremos cuenta de que es algo más que organizar procesiones lo que los cristianos tenemos que hacer en medio del mundo?

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