Tenemos
que ir hasta Jesús, encontrarnos con Jesús, alimentarnos de El y dejarnos
conducir por su Espíritu, es la Puerta y es el Camino, El es el Pastor de
nuestras vidas
Hechos de los Apóstoles 4, 8-12; Sal. 117; 1
Juan 3, 1-2; 10, 11-18
Cuando queremos construir un edificio
que sea seguro y en el que podamos edificar todas las plantas que queramos
tenemos que tener unos sólidos cimientos sobre el que se va a asentar y nos da
va a dar seguridad de que no se nos venga abajo; si queremos una buena dirección
para nuestra sociedad para que se puedan afrontar y resolver todos los
problemas que se puedan presentar ya sea en la convivencia de los miembros de
esa sociedad y para lograr las mejores formas de vida, hemos de tener unos
líderes, unos dirigentes capaces y entregados al servicio de esa comunidad; si
queremos entrar en un lugar y no tengamos problemas para su acceso o se nos
pueda rechazar hemos de buscar la puerta porque no nos vale estar asaltando
murallas o violentando sus limites o fronteras.
Son cosas necesarias de la vida, en
nuestro nivel personal pero también como esa sociedad o comunidad que
constituimos donde estamos mutuamente interrelacionados y dependemos en cierto
modo los unos de los otros. Y he pensado en ese cimiento que tiene que ser profundo
y con fuertes garantías frente a tanta superficialidad con que andamos por la
vida, que al final no sabemos ni a donde vamos, ni de donde venimos ni tampoco
lo que queremos, porque simplemente vamos a lo que salte. Es lo que realmente
da sentido a nuestra existencia, nos hace descubrir lo que somos y lo que
verdaderamente nos engrandece, lo que nos hará mantenernos con serenidad
incluso en los más duros embates que podamos tener. Qué bueno es sentir a
alguien seguro así a nuestro lado.
Y de todo esto nos está hablando el
evangelio y toda la palabra de Dios que se nos ofrece en este domingo. Este
cuarto domingo de Pascua que normalmente llamamos del Buen Pastor, por las
imágenes con que se nos presenta Jesús en el evangelio. Nos habla del pastor
que guía a su rebaño llevándolo con seguridad por caminos, valles y montañas,
que lo defiende de peligros, del lobo que acecha o del ladrón que salta por
encima de la puerta para robar y que entrega por sus ovejas curando los heridas
o buscándolas donde se hayan perdido, que lo conduce con seguridad por los
caminos de la vida, que lo resguarda en el redil desde el que lo sacará para
conducirlo a los mejores pastos.
¿Qué es lo que contemplamos de Jesús en
el evangelio? No se queda en el templo o sentado en su cátedra, digamos de la
sinagoga, sino que saldrá a los caminos para ir al encuentro de aquellos que le
necesitan de una forma o de otra; saldrá a sembrar la semilla en los campos de
la vida, enseñando ya sea desde la barca a las orillas del lago, o encontrándose
con las multitudes hasta en los lugares descampados para enseñar y para curar y
sanar cuerpos y corazones heridos, pero para alimentar sus cuerpos extenuados o
sus espíritus ansiosos de esperanza.
Por eso esas dos imágenes que nos
aparecen hoy también en la Palabra de Dios. Nos dirá Pedro que Cristo es la
piedra fundamental que habían desechado los arquitectos, pero en quien
encontramos esa fortaleza para nuestra vida, ese cimiento de nuestra
existencia, esa luz y ese sentido de nuestro caminar y de nuestro vivir. En ningún
otro nombre podremos encontrar la salvación, esa luz nueva que dará sentido a
nuestra vida y que nos hará a nosotros también repartidores de luz en medio de
un mundo tan ensombrecido. ¡Qué seguridad tenemos cuando lo hacemos al paso de Jesús! Por eso en otro
momento se nos presentará como el Camino, y la Verdad, y la vida, porque nadie
va al Padre sino por Jesús.
Pero hoy cuando se nos está hablando
del Pastor también se nos hablará de la puerta por la que hemos de entrar. El
ladrón que va a robar y hacer estragos entrará por cualquier parte, saltando la
tapia o rompiendo lo que encuentre a su paso y le impida la entrada. Pero Jesús
nos dice que El es la puerta de las ovejas por las que entran y salen del redil
guiadas por su pastor. Es Jesús por quien nosotros hemos de entrar porque solo
por El conoceremos al Padre – ‘quien me ha visto a mi ha visto al Padre’,
nos dirá en otro momento – y El es el único camino que nos lleva a Dios – ya
recordábamos que El es el Camino, y la Verdad, y la Vida – porque es la Palabra
que se hizo vida y da luz a los hombres. Así tenemos que ir a Jesús,
encontrarnos con Jesús, alimentarnos de El y dejarnos conducir por su Espíritu.
Pero en este domingo y desde estas
consideraciones que nos hacemos contemplando a Jesús, Buen Pastor, nuestra
mente y nuestro corazón se vuelve a quienes en nombre de Jesús están siendo
pastores de nuestra vida en medio de la Iglesia. Con sus limitaciones humanas
están queriendo realizar esa misión de Jesús desde la llamada que también un
día sintieron con Jesús tocó sus corazones llamándolos también por su nombre.
No es tarea fácil y no siempre somos conscientes de los dramas y sufrimientos
que puede haber en sus corazones, pero que los cristianos tenemos que saber
valorar y apoyar, estando al lado de nuestros pastores y sobre todo con nuestra
oración.
Y es también el momento de orar al
dueño de la mies, porque mucha es la mies y pocos los obreros, para que el
Señor siga llamando y moviendo los corazones para que nunca falten a nuestra
Iglesia esos pastores que en nombre de Jesús sigan alimentando nuestra vida y
nuestra fe. Que sean muchos los llamados, y que sean muchos también los que con
generosidad de corazón respondan a esa llamada del Señor. La Iglesia necesita
muchos sacerdotes, el mundo necesita muchos pastores y testigos del evangelio
de Jesús.
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