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viernes, 9 de junio de 2023

También queremos escuchar con gusto a Jesús, en El ponemos toda nuestra fe y en quien encontramos la verdad de nuestra vida y la vida para nuestra existencia

 


También queremos escuchar con gusto a Jesús, en El ponemos toda nuestra fe y en quien encontramos la verdad de nuestra vida y la vida para nuestra existencia

Tobías 11, 5-18; Sal 145; Marcos 12, 35-37

‘Una muchedumbre numerosa le escuchaba con gusto’, nos dice el evangelista. El episodio se sitúa en Jerusalén. Es allí donde se originan grandes diatribas con Jesús. Los sumos sacerdotes del templo, los dirigentes del pueblo, pertenecientes al Sanedrín o formando parte de aquellos grupos que en cierto modo se disputaban su influencia sobre el pueblo, muchos de los cuales formaban parte también del Sanedrín que era como un Senado en las instituciones judías, les costaba entender las enseñanzas de Jesús, reconocer su figura y de alguna manera querían quitarlo de en medio para que no restara sus influencias sobre el pueblo.

Es lo que motiva, por así decirlo, las enseñanzas de este texto y episodio. Nunca llegaron a comprender lo que en verdad era la misión de Jesús. No aceptaban que pudiera ser el Mesías ni el origen divino de su persona y su mensaje. A esto viene esta interpelación que Jesús les hace recogiendo lo que proféticamente anunciaba el Rey David sobre lo que significaba el Mesías, al que llamaba Señor, una palabra que solo se podía atribuir a Dios.

La gente sencilla sin embargo, como terminará diciendo el evangelista, que no se metía en aquellas disquisiciones de los maestros de la ley, escuchaba con gusto a Jesús.  Esto me está invitando a que nos hagamos algunas reflexiones y preguntas. ¿Escuchamos igualmente con gusto a Jesús?

Queremos escucharle, sí, abrir nuestro corazón a su Palabra. Queremos escucharle porque queremos hacer crecer nuestra fe en El. Difícilmente amamos lo que no conocemos. Difícilmente podemos entrar en esa órbita de la fe y del amor a Jesús si no lo conocemos. Por eso queremos escucharle, queremos conocerle, porque aquí cuando estamos hablando de la fe estamos hablando al mismo tiempo del amor.

No se trata solamente de unos conceptos que tengamos como muy bien guardados en nuestra cabeza. Aunque necesariamente hemos de ahondar en ese conocimiento, para tener las cosas claras, tener bien ordenada nuestra cabeza y los conocimientos que tengamos en referencia, por ejemplo, a Jesús.

Hoy fácilmente en el entorno de la sociedad en la que vivimos podemos encontrarnos que no se tiene una idea clara de Jesús. Lo que significa religión ha pasado a un muy segundo plano en los intereses de la mayoría de la gente, muchos indiferentes ante todo lo que significa el hecho religioso cuando no en clara oposición. Nos encontramos igualmente un rechazo grande a la Iglesia y a todo lo que suene a cristiano; a Jesús a lo más muchos lo ven como un personaje de la historia pero poco más, porque ya comienzan a verle lejano, y le quieren quitar toda la trascendencia para la vida y para la historia que ha significado la presencia, la vida y las enseñanzas de Jesús.

Pero un cristiano no se puede quedar en solo eso, incluso llegando a lo mejor de lo dicho por la trascendencia que ha significado para la historia y para la vida.

Cuando un cristiano se acerca a Jesús se acerca por mucho más que todo eso. En Jesús nosotros reconocemos al Hijo de Dios que se ha hecho Emmanuel, Dios con  nosotros, y para nosotros es nuestra vida y nuestra salvación. Es reconocer que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, para todos los que ponemos nuestra fe en El. Ni nos quedamos en un personaje de la historia, pero de otro tiempo, ni pensamos en un visionario o soñador que puso en movimiento todo un nuevo sentido de la vida y de la historia, sino que nosotros hemos de verlo como el Hijo de Dios en quien ponemos toda nuestra fe, y en quien en verdad encontramos esa verdad de nuestra vida y esa vida para nuestra existencia. Jesús lo es todo para nosotros, por eso ponemos en El nuestra fe, por eso entramos en la nueva orbita del amor.

Es el Jesús a quien amamos, porque es quien en verdad nos está descubriendo toda la grandeza del amor de Dios. Por El dispuestos incluso a dar la vida. Por eso necesitamos crecer en nuestra fe, crecer en el conocimiento de Jesús, tener hambre de Dios, empapamos más y más de su evangelio. También nosotros queremos escuchar con gusto a Jesús.

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