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sábado, 5 de noviembre de 2022

Vivamos con rectitud, vivamos nuestros valores, conforme a un nuevo sentido que nos lleve a una mayor plenitud de nuestra vida, el Señor conoce bien nuestro corazón

 


Vivamos con rectitud, vivamos nuestros valores, conforme a un nuevo sentido que nos lleve a una mayor plenitud de nuestra vida, el Señor conoce bien nuestro corazón

Filipenses 4, 10-19; Sal 111; Lucas 16, 9-15

¿Qué cosas son las que consideramos como un tesoro en la vida? Allí donde hemos depositado esos tesoros, allí estará nuestro corazón. Si es un tesoro, significa que es valioso para nosotros; si lo consideramos valioso ya andaremos preocupados por no perderlo, o porque no nos lo roben; andaremos afanamos en su entorno, lo queremos cuidar, no queremos que nos lo roben, muchas veces en lugar de ser motivo de felicidad será motivo de preocupación, una preocupación que nos impedirá disfrutar de las cosas más sencillas que pueda haber cerca de nosotros; lo convertiremos en centro de nuestra vida, en él sin querer, o queriendo, hemos puesto nuestro corazón. De alguna manera hemos puesto como esclavo de ese tesoro a nuestro propio corazón.

¿Cuáles son las cosas que verdaderamente han de ser tesoros de nuestra vida? volvemos a la pregunta del principio porque en su respuesta encontraremos un camino de sentido, de búsqueda de los verdaderos valores. Esta tendría que ser la verdadera pregunta que tuviéramos que hacernos;  cuando encontremos esos verdaderos valores entonces habremos encontrado el tesoro que merece de verdad la pena. Y ya sabemos cómo andamos en la vida encandilados por tantos oropeles, tantos brillos que nos encandilan y nos distraen del verdadero camino.

Es cierto que tenemos que echar mano de bienes materiales, que necesitamos de cosas materiales que tienen un valor económico y que nos van a valer para ese intercambio, que llamamos comercio, con lo que podremos adquirir unos bienes que contribuyan a una vida mejor y más digna. No podríamos adquirir eso que necesitamos si no contáramos con esos bienes económicos y materiales. Claro que siempre consideraremos que no solo en la posesión, uso y disfrute de esas cosas es donde vamos a encontrar la verdadera felicidad. No podemos perder la perspectiva de su finalidad para que no los convirtamos en tesoros de nuestra vida que al final terminarán esclavizándonos.

Es ahí donde tienen que aparecer los verdaderos valores de nuestra vida y la madurez con que iremos usando esos bienes materiales que tenemos o que necesitamos. Como nos dice hoy Jesús después de la parábola del administrador injusto que escuchábamos ayer, ‘ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas’.

¿Qué nos quiere decir Jesús? Sepamos administrar esos bienes con toda fidelidad porque ‘el que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto’. Ahí tenemos que saber ser fieles, ahí tenemos que saber encontrarle su verdadero sentido, ahí se irá mostrando la rectitud de nuestra vida, y así descubriremos lo que son las verdaderas metas de nuestra existencia, ahí sabremos actuar con verdadera libertad para no dejarnos esclavizar, para no convertirnos en dependientes de esos bienes materiales como si fueran lo único importante de la vida y del mundo.

Por eso nos dirá Jesús que no podemos servir a dos señores. ¿Cuál es el verdadero señor de nuestra vida? no dejemos que nada ni nadie se enseñoree de nuestra vida, de nuestra voluntad. Nos dirá Jesús que ‘no podemos servir a Dios y al dinero’. ¿No nos está hablando Jesús continuamente del Reino de Dios? Cuando  hablamos del Reino de Dios es porque reconocemos que Dios es el único Señor de nuestra vida, nada ni nadie puede ser señor de nuestra vida, y desde ahí entonces comenzaremos a actuar con nuevos valores que nos llenen de plenitud.

Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él’, nos dice el evangelista. ¿No nos sucederá de manera parecida cuando hoy queremos hablar de estas cosas y de ese verdadero sentido que tendrían que tener las cosas materiales? No nos importe, vivamos nuestra rectitud, vivamos nuestros valores, no nos vamos a dar de justos, pero sí queremos vivir conforme a un nuevo sentido que nos lleve a una mayor plenitud de nuestra vida, el Señor conoce bien nuestro corazón.

 

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