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miércoles, 12 de mayo de 2021

Abramos nuestro corazón a la presencia y a la sabiduría del Espíritu dejándonos conducir por el Espíritu que nos revela a Jesús y nos hace partícipes de su misma vida

 


Abramos nuestro corazón a la presencia y a la sabiduría del Espíritu dejándonos conducir por el Espíritu que nos revela a Jesús y nos hace partícipes de su misma vida

Hechos de los apóstoles 17, 15. 22 — 18, 1; Sal 148; Juan 16, 12-15

El estudiante comienza con ilusión su carrera, pero a medida en que avanza en sus estudios se va dando cuenta de que aquello es mucho más complejo que lo que había imaginado; quiere conocer y aprender, quiere seguir avanzando, pero hay momentos en que se ve desbordado; como se suele decir hay que dar tiempo al tiempo y todo se irá caminando.

Pongo el ejemplo del estudiante o podemos pensar en otras muchas situaciones de la vida en que también nos sentimos desbordados; la complejidad de los problemas, los nuevos caminos que se abren ante nosotros, la posibilidad de hacer que las cosas cambien, pero exige esfuerzo, dedicación, no perder el entusiasmo, continuar en la tarea a pesar de los pesares como suele decirse.

Los discípulos de Jesús lo habían ido conociendo poco a poco; aquel grupo más íntimo y más particular que constituían los que Jesús había elegido y los había llamado apóstoles iban teniendo cada vez un conocimiento más profundo de Jesús, sin embargo algo nuevo iban descubriendo cada día del misterio de Cristo que algunas veces les costaba entender y aceptar; ahora se encontraban en una encrucijada con los anuncios que había hecho Jesús de lo que iba a suceder; los recuerdos de todo lo que Jesús les había enseñado se iba como acumulando y les costaba asimilarlo.

Y, ¿cuándo Jesús no estuviera, dado los anuncios que estaba haciendo? Les parecía casi imposible recordarlo todo para llegar a vivir aquel nuevo sentido de vida que Jesús les estaba enseñando. Es lo que Jesús les esta anunciando ahora. No han de temer porque el Espíritu será su sabiduría.


‘Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará’.

El Espíritu de la verdad que nos guiará hasta la verdad plena. Buscamos la verdad, está en el deseo más profundo del hombre. Es una constante que se repite continuamente en el evangelio. Jesús nos dirá que El ha venido para dar testimonio de la verdad, esa es su razón de ser. Será cómo responderá a Pilato cuando éste le pregunta sobre su identidad, aunque ante la respuesta de Jesús el Procurador se preguntará con sorna qué es la verdad. Un hombre que procedía del mundo gentil, de la cultura griega y romana donde habían abundado los filósofos, maestros que enseñan el camino de la sabiduría y de la verdad, al final tiene dudas de lo que es la verdad. Por eso la pregunta-respuesta que se hace Pilatos aunque no espera la respuesta de Jesús. ‘¿Qué es la verdad?’

Pero ya Jesús a lo largo del evangelio nos irá dando testimonio de la verdad, porque nos está descubriendo todo el misterio de Dios que es en fin de cuentas descubrirnos también todo el misterio del hombre. Y ahí está nuestra sabiduría, ahí está la verdad que buscamos y que tenemos que creer. Por eso Jesús terminará afirmándonos que El es la Verdad. ‘Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida, nadie va al Padre sino por mí’. Es Jesús mismo la respuesta a esa eterna pregunta de la humanidad.

Y hoy nos dice Jesús que tendremos con nosotros el Espíritu de la Verdad que nos lo revelará todo y nos guiará hasta la verdad en plenitud. Es el Espíritu que nos va a guiar al conocimiento pleno de Jesús. Y ese conocimiento pleno de Jesús va mucho más allá de saber muchas cosas de Jesús. Hay muchos que saben muchas cosas de Jesús, pero les falta algo importante, la fe en Jesús, creer en Jesús.

La fe no nos la da solamente el conocimiento que podamos tener, aunque también lo necesitemos, sino el Espíritu que anida en nuestro corazón y que será quien en verdad despierte la fe en nosotros. Sin dejarnos guiar por el Espíritu Santo no llegaremos al conocimiento pleno de Jesús, no llegaremos a poner toda nuestra fe en Jesús. Porque será el Espíritu el que nos revele en nuestro corazón quién es Jesús, el secreto y el misterio de Jesús para reconocer en El al Hijo de Dios que es nuestra Salvación.

Abramos nuestro corazón a la presencia y a la sabiduría del Espíritu, preparémonos con intensidad para la celebración de la venida del Espíritu, y dejémonos conducir por el Espíritu que nos revela a Jesús y nos hace participes de la vida misma de Jesús para ser también nosotros hijos de Dios.

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