Mucho
tenemos todavía que andar, muchos pasos que dar para que nuestra vida de verdad
se centre en El porque nos fiamos de El, porque en El ponemos toda nuestra
confianza
Hechos de los apóstoles 8, 1b-8; Sal 65;
Juan 6, 35-40
Algunas veces es bueno sabernos situar
en el marco en que fueron pronunciadas las palabras de Jesús, la situación que
se vivía en aquel momento porque nos lleva por una parte a una mejor
comprensión de lo que Jesús quería transmitirles, pero también porque nos ayuda
a situarnos en nuestro propio marco cuando escuchamos a Jesús y su Palabra que
es una Palabra viva, una Palabra de vida va a llegar a nuestra vida de una
forma concreta en el momento en que vivimos.
Podríamos decir quizás que la situación
que vivían los que escuchaban a Jesús era una situación de desesperanza; un
poco podíamos decir se habían apagado sus esperanzas en el hecho de estar
sometidos a los romanos por una parte con lo que su propia identidad como
pueblo se veía mermada, pero era una situación de pobreza y desorientación
porque tampoco tenían unos dirigentes que pudieran despertar esas ilusiones y
esperanzas de algo nuevo.
La presencia de Jesús fue como un rayo
de luz para aquellas gentes; por eso el evangelista en un momento determinado
recuerda las profecías que hablaban de esa luz que aparecía en los territorios
de Zabulón y Neftalí que un poco se correspondían con la región de Galilea
donde apareció aquel profeta de Nazaret. Ansiosos se iban detrás de Jesús no importándoles
en ocasiones de pasarse días de un lado para otro en búsqueda de seguirle y
escuchar aquella palabra que despertaba esperanzas en sus corazones.
Es lo que había sucedido y había
provocado aquella milagrosa multiplicación de los panes para aquella multitud
que llevaba días detrás del camino de Jesús. Parte de aquella gente que había
comido el desierto de manos de Jesús era la que ahora le buscaba en Cafarnaún y
le escuchaba en su sinagoga. Y Jesús les está pidiendo que en verdad pongan su
fe en El. Les promete que quienes le escuchen van a encontrar una luz para sus
vidas y no se sentirán defraudados. Es un nuevo pan el que Jesús les ofrece, no
solo el que alimenta los estómagos sino el que da valor y sentido a sus vidas.
Pero han de aprender a fiarse, a confiar, a creer en El. Por eso les promete
vida para siempre, vida eterna, resurrección.
Jesús está señalándoles que El no ha
venido a realizar otra cosa sino lo que es la voluntad del Padre del cielo. La
historia de Israel no ha sido otra cosa sino descubrir que Dios para ellos siempre quiere la vida,
quiere la salvación. Toda la historia de Israel es una historia de salvación
porque es la historia de ese actuar de Dios que ama a su pueblo con quien
realiza una Alianza y Dios es fiel, de la fidelidad de Dios no podemos
desconfiar.
Quienes hemos roto esa alianza hemos
sido nosotros los hombres cuando olvidamos los caminos de Dios, cuando queremos
hacernos nuestros propios caminos y hasta nuestros propios dioses porque
nosotros mismos incluso en nuestro orgullo nos endiosamos para desobedecer a
Dios. Pero Dios mantiene su alianza y ahora se está manifestando en su Hijo, en
Jesús a quien hemos de escuchar y a quien hemos de seguir porque para nosotros
tiene palabras de vida eterna.
Y nosotros ¿cómo escuchamos hoy esta
Palabra de Dios? ¿Qué mensaje tiene para nosotros? Tampoco son fáciles los
momentos que vivimos. Muchas cosas se nos han venido abajo, muchos proyectos se
han quedado en nada, muchas ilusiones se han visto rotas, a la fuerza sentimos
como nuestra vida ha cambiado en muchos aspectos aunque no lo terminamos
reconocer, vislumbramos que un mundo nuevo tiene que surgir de todo cuanto nos
está sucediendo, pero seguimos también con nuestros temores, nos cuesta
emprender algo nuevo porque también significaría un cambio grande para nuestras
vidas y en el fondo nos hemos hecho conservadores de lo que tenemos y de lo que
no nos queremos arrancar.
Y Jesús también nos pide a nosotros que
pongamos toda nuestra confianza en El. Sus palabras también quieren despertar
esperanza y una nueva ilusión en nuestros corazones, pero seguimos aferrados a
las cosas de siempre y tenemos nuestros miedos en el corazón. Nos cuesta ver lo
que nos ofrece, nos cuesta descubrir que El es verdad el Pan de vida para
nosotros porque para nosotros tiene un nuevo sentido que de valor a lo que
hacemos, a lo que es nuestra vida.
¿Pondremos toda nuestra confianza en
El? ¿Nos dejaremos conducir por su Palabra, dejar que su luz ilumine nuestras
vidas y nos tomamos en serio eso de comerle para tener vida para siempre y
resurrección en el último día? Mucho tenemos todavía que andar, muchos pasos
que dar para que nuestra vida de verdad se centre en El.
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