Entramos en la cuaresma no solo porque es miércoles de
ceniza, sino porque vamos a dejarnos interpelar por el amor de Dios para vivir
nosotros en un mismo amor
Joel 2, 12-18; Sal 50; 2Corintios 5, 20 – 6,
2; Mateo 6, 1-6. 16-18
Ceniza,
cuaresma, conversión, arrepentimiento, pascua… son algunas palabras que vamos a
repetir o vamos a escuchar repetidamente estos días. Pero quiero hacerme una
pregunta ¿qué eco van a tener o tienen estas palabras en la gente que nos
rodea? La gente sigue con sus fiestas, con sus ocupaciones, sus luchas de cada día
por salir adelante y en algunos casos por su supervivencia, en esa loca carrera
de la vida por no dejar escapar una oportunidad, o en ese ritmo que nos impone
la vida moderna en el que ya parece que no tenemos tiempo ni para nosotros
mismos, ni para pensar un poco, ¿a qué les suenan estas palabras? ¿Tendrán eco
en sus vidas? Pudiera ser incluso que nos miraran con cara rara cuando las
mencionemos porque otros serán quizá sus intereses.
Pero no
vamos a pensar en los otros – aunque creo que tendría que ser algo para
preocuparnos – sino vamos a pensar en nosotros mismos; sí, los que vamos a la
Iglesia, los que incluso vamos hoy miércoles de ceniza porque decimos que
queremos de verdad entrar en la cuaresma, ¿qué eco tienen en nosotros? La
ceniza ¿un rito que hay que realizar aunque al final nos diga poco? ¿Las otras
palabras como algo que se impone hablar de ello por el tiempo en que estamos y
siempre se ha hecho así? ¿Harán alguna mella en nosotros?
Porque
decir que hacen eco es porque van a encontrar algo en lo que se reflecta ese
sonido y el eco viene a ser como una respuesta. Por eso realmente lo que
tenemos que preguntarnos es qué respuesta va a haber en nosotros. Esa muralla
de nuestra vida en la que han de chocar esos sonidos tendrá que significar una interpelación
a nuestra vida. Porque depende de nuestra respuesta para que se ilumine una
rayito de luz también para los demás y pudieran comenzar a tener un eco en sus
vidas.
Hoy se nos
dice claramente que es tiempo de gracia y de salvación. Hoy se nos dice que no
echemos en saco roto esa gracia de Dios. Hoy se nos pide que nos dejemos
reconciliar, que nos dejemos conducir porque experimentemos en nuestra vida
todo lo que es el amor y la misericordia de Dios sintiendo al mismo tiempo la
miseria de lo que hacemos, la miseria de nuestro pecado. Si no nos dejamos
interpelar no va a haber ningún eco en nuestra vida. Pero ya sabemos que no nos
gusta que nos interpelen, que nos hagan ver la realidad de nuestra vida. Pero
la interpelación más hermosa será encontrarnos con el amor y la misericordia de
Dios.
Pero,
¿sabéis una cosa hermosa? Es que ese encuentro con la misericordia de Dios, con
su amor misericordioso es para que nosotros nos hagamos de la misma manera. Quien
experimenta que es amado no le queda otra que amar también de la misma manera. Si
después de sentir el amor de Dios en nosotros no somos capaces de obrar con ese
mismo amor y misericordia con los demás, algo nos ha fallado, aquel encuentro
no fue del todo vital, quizá nos quedamos demasiado en un rito o en una rutina,
porque no nos hemos sentidos caldeados por ese amor.
La olla
que ponemos al fuego, en su contacto con el fuego se caldea de tal manera que
trasmitirá ese calor a lo que es su contenido. Es lo que necesitamos de verdad
en nuestra vida. Es lo que tenemos que hacer que sea en verdad este tiempo
cuaresmal que iniciamos para que no perdamos el tiempo, para que no se nos
pierda ese ardor, ese calor del amor de Dios.
Solo así
ayudaremos también a que todo esto pueda tener eco en el corazón de los demás.
Porque descubran en nosotros que es posible el amor verdadero, que es posible
sentir la paz en el corazón a pesar de todas las perturbaciones con que nos
encontremos en la vida; porque con nuestros gestos de comprensión, de amor, de cercanía,
de misericordia que nosotros tengamos con el que está a nuestro lado les
estaremos hablando y de la mejor manera posible de que Dios nos ama y merece la
pena probar lo que es ese amor de Dios y poco a poco saborearlo.
Entramos
en la cuaresma porque es miércoles de ceniza; entramos en la cuaresma porque
vamos a dejarnos interpelar por el amor de Dios para vivir nosotros en un mismo
amor.
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