Descubramos
en lo bueno que realizan los demás una gracia de Dios para nosotros que nos
hace ver la maravilla de su bondad
2Samuel 5, 1-7. 10; Sal 88; Marcos 3, 22-30
Sembrar desconfianza es como ir
socavando el terreno por los cimientos y como aparentemente nadie lo ve o se da
cuenta pronto el edificio se vendrá abajo. Parece una maldad grande y así es
realmente y con frecuencia nos encontramos actitudes así en la vida. No podemos
alcanzar las altas cotas que otros están logrando con su tarea, nos corroe la
envidia por dentro y buscaríamos la forma que fuera para destruir.
Y una forma es sembrar desconfianza;
una forma es querer quitar el prestigio de aquel que vemos como contrincante.
Es un lenguaje que vemos con demasiada frecuencia en la vida social, en la vida
política, donde se siembra con facilidad la sospecha de los dobles intereses,
se hace desconfiar de la gente porque les ponemos intenciones que ellos no
tienen, porque aplicamos el éxito de lo que los otros han conseguido a las
malas artes. Cuantas situaciones en este sentido podemos ver cada día en la
vida social y en la vida política, pero que eso luego se traslada también a
nuestras relaciones personales con los que estamos más cerca. Nos volvemos
destructivos en lugar de ser constructores aprovechando todo lo bueno de los demás.
Cuando le has quitado el prestigio a
alguien con tus falsedades que difícil es que lo pueda recuperar. Es lo que
hacemos con las críticas destructivas, que es como si desplumaras a una gallina
en la calle un día de viento y luego quisieras recoger de nuevo las plumas. Y
esos bulos corren disparatados sin que nadie los pueda detener; es lo que ahora
llaman las falsas noticias, fake news creo que se dice ahora, para distraer al
personal de lo que está sucediendo y para socavar lo bueno que los otros puedan
estar haciendo. No somos capaces de aceptar nuestra incapacidad para hacer algo
bueno pero lo que hacemos es desprestigiar al otro.
Es lo que vemos que sucede con Jesús.
Hay quien no puede aceptar aquel mensaje nuevo que Jesús les ofrece. Anclados
en su conservadurismo, que muchas veces es cuidar por sus posicionamientos, por
las ventajas y beneficios que para ellos mismos tienen, no son capaces de
abrirse a aquel mundo nuevo, a aquel sentido nuevo de las cosas, de la vida,
que les ofrece Jesús.
Son graves las acusaciones que hacen
contra Jesús, graves y blasfemas. Por eso les dirá Jesús que quien peca contra
el Espíritu Santo no tiene perdón, porque quien niega la acción del Espíritu
divino en nuestros corazones nunca será capaz de reconocer la negrura de su
corazón y abrirse a la gracia misericordiosa de Dios. Acusan a Jesús de que
obra con el poder del maligno; es algo muy grave lo que están diciendo.
No podemos negar el amor y la
misericordia de Dios cuando lo vemos tan palpable delante de nuestros ojos. Es
la acción de Jesús que nos muestra el rostro misericordioso de Dios en aquellos
signos que realiza. Pero veamos eso mismo en nuestra propia vida, o en lo que
sucede a nuestro alrededor. Eso bueno que vemos realizar a los demás ¿por qué
no lo vemos como una gracia de Dios para nosotros, porque en esas obras buenas
se manifiesta lo que es la bondad de Dios?
Seamos capaces de descubrir y aceptar
tanto bueno que podemos recibir de los demás. Es una gracia de Dios para nosotros.
Que no haya nunca actitudes y posturas negativas ante lo bueno que realizan los
otros.
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