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lunes, 27 de enero de 2020

Descubramos en lo bueno que realizan los demás una gracia de Dios para nosotros que nos hace ver la maravilla de su bondad


Descubramos en lo bueno que realizan los demás una gracia de Dios para nosotros que nos hace ver la maravilla de su bondad

2Samuel 5, 1-7. 10; Sal 88; Marcos 3, 22-30
Sembrar desconfianza es como ir socavando el terreno por los cimientos y como aparentemente nadie lo ve o se da cuenta pronto el edificio se vendrá abajo. Parece una maldad grande y así es realmente y con frecuencia nos encontramos actitudes así en la vida. No podemos alcanzar las altas cotas que otros están logrando con su tarea, nos corroe la envidia por dentro y buscaríamos la forma que fuera para destruir.
Y una forma es sembrar desconfianza; una forma es querer quitar el prestigio de aquel que vemos como contrincante. Es un lenguaje que vemos con demasiada frecuencia en la vida social, en la vida política, donde se siembra con facilidad la sospecha de los dobles intereses, se hace desconfiar de la gente porque les ponemos intenciones que ellos no tienen, porque aplicamos el éxito de lo que los otros han conseguido a las malas artes. Cuantas situaciones en este sentido podemos ver cada día en la vida social y en la vida política, pero que eso luego se traslada también a nuestras relaciones personales con los que estamos más cerca. Nos volvemos destructivos en lugar de ser constructores aprovechando todo  lo bueno de los demás.
Cuando le has quitado el prestigio a alguien con tus falsedades que difícil es que lo pueda recuperar. Es lo que hacemos con las críticas destructivas, que es como si desplumaras a una gallina en la calle un día de viento y luego quisieras recoger de nuevo las plumas. Y esos bulos corren disparatados sin que nadie los pueda detener; es lo que ahora llaman las falsas noticias, fake news creo que se dice ahora, para distraer al personal de lo que está sucediendo y para socavar lo bueno que los otros puedan estar haciendo. No somos capaces de aceptar nuestra incapacidad para hacer algo bueno pero lo que hacemos es desprestigiar al otro.
Es lo que vemos que sucede con Jesús. Hay quien no puede aceptar aquel mensaje nuevo que Jesús les ofrece. Anclados en su conservadurismo, que muchas veces es cuidar por sus posicionamientos, por las ventajas y beneficios que para ellos mismos tienen, no son capaces de abrirse a aquel mundo nuevo, a aquel sentido nuevo de las cosas, de la vida, que les ofrece Jesús.
Son graves las acusaciones que hacen contra Jesús, graves y blasfemas. Por eso les dirá Jesús que quien peca contra el Espíritu Santo no tiene perdón, porque quien niega la acción del Espíritu divino en nuestros corazones nunca será capaz de reconocer la negrura de su corazón y abrirse a la gracia misericordiosa de Dios. Acusan a Jesús de que obra con el poder del maligno; es algo muy grave lo que están diciendo.
No podemos negar el amor y la misericordia de Dios cuando lo vemos tan palpable delante de nuestros ojos. Es la acción de Jesús que nos muestra el rostro misericordioso de Dios en aquellos signos que realiza. Pero veamos eso mismo en nuestra propia vida, o en lo que sucede a nuestro alrededor. Eso bueno que vemos realizar a los demás ¿por qué no lo vemos como una gracia de Dios para nosotros, porque en esas obras buenas se manifiesta lo que es la bondad de Dios?
Seamos capaces de descubrir y aceptar tanto bueno que podemos recibir de los demás. Es una gracia de Dios para nosotros. Que no haya nunca actitudes y posturas negativas ante lo bueno que realizan los otros.

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