Que
nunca nos envuelva la vanidad, la búsqueda de apariencias, los brillos superfluos
que nos llevan por caminos de falsedad e hipocresía
1Tesalonicenses 1,1-5.8b-10; Sal 149; Mateo
23,13-22
La falsedad y la hipocresía hacen
odiosas a las personas. Ya sé que me podéis decir de entrada que tratándose de
unas reflexiones con valores cristianos el odio es algo que no tendría que
caber nunca en nuestros corazones, pero de alguna manera es una forma de hablar
para expresar que esa negatividad e hipocresía es algo que nos tiene que caer
mal, algo que no tendría que tener lugar en nuestra vida. Sin embargo el que
actúa así, movido quizá de la vanidad, se cree grande e importante por la
apariencia que quiere reflejar.
Sin embargo se llenan de vanagloria
desde los aduladores de turno que les hacen soñar con sus brillos externos y
aparentes, y colocándose sobre pedestales hasta quieren ser ejemplo para los
demás. Pero a la persona de bien, el que quiere obrar con rectitud y actuar
justamente esas cosas le repugnan, las rechaza y le duele en el corazón tanta
falsedad como nos vamos encontrando en la vida. Pero sigue siendo una tentación
constante que seguimos teniendo en la vida.
El que obra rectamente y quiere actuar
en justicia quizá no se haga notar, sino que calladamente va sembrando su
semilla de hacer el bien, no hará nunca alarde de lo bueno que hace sino que
sabrá vivir con humildad la vida. Son estrellas que parecen escondidas pero que
hacen brillar su luz, como tantas estrellas que podemos ver en la infinitud del
firmamento, que parece que no destacan con un brillo especial pero en unión con
todas las demás dan ese brillo especial al firmamento en una noche estrellada.
Así en la vida vamos dando nuestra luz,
que nos parece pequeña, pero que unida a tantas otras luces que parecen
pequeñas también dan un brillo de esperanza a la vida para que no todo sea
falsedad e hipocresía. Son las luces que verdaderamente nos atraen, son ejemplo
y estimulo para los demás y que nos ayudarán para que entre todos podamos hacer
mejor nuestro mundo.
Hoy escuchamos a Jesús con palabras
fuertes y duras para los que viven en la hipocresía y falsedad, porque quiere
que aprendamos vivir en autenticidad buscando siempre lo que es mejor, lo que
es lo principal, y que no nos vayamos por las ramas como tantas veces nos
sentimos tentados. Jesús habla de actitudes muy concretas que poco menos que se
habían convertido en costumbres hechas ley en su época; Jesús rechaza todo lo
que sea manipulación de las personas y de la ley del Señor; siempre hay
personas interesadas, pero que hacen mucho daño a los demás. No quiere que
entre los que le siguen, entre los que optan por el Reino de Dios se dejen
seducir por esas falsedades.
Estemos alertas y atentos en la vida
para buscar la auténtica verdad, la auténtica ley del Señor, lo que
verdaderamente es su voluntad, y buscaremos siempre así el bien del hombre para
la gloria del Señor. Que nunca nos envuelva la vanidad, la búsqueda de
apariencias, los brillos superfluos que son un engaño para la vida y para nosotros
mismos. Que haya autenticidad en nuestra vida y busquemos siempre el bien.
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