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lunes, 26 de agosto de 2019

Que nunca nos envuelva la vanidad, la búsqueda de apariencias, los brillos superfluos que nos llevan por caminos de falsedad e hipocresía


Que nunca nos envuelva la vanidad, la búsqueda de apariencias, los brillos superfluos que nos llevan por caminos de falsedad e hipocresía

1Tesalonicenses 1,1-5.8b-10; Sal 149; Mateo 23,13-22
La falsedad y la hipocresía hacen odiosas a las personas. Ya sé que me podéis decir de entrada que tratándose de unas reflexiones con valores cristianos el odio es algo que no tendría que caber nunca en nuestros corazones, pero de alguna manera es una forma de hablar para expresar que esa negatividad e hipocresía es algo que nos tiene que caer mal, algo que no tendría que tener lugar en nuestra vida. Sin embargo el que actúa así, movido quizá de la vanidad, se cree grande e importante por la apariencia que quiere reflejar.
Sin embargo se llenan de vanagloria desde los aduladores de turno que les hacen soñar con sus brillos externos y aparentes, y colocándose sobre pedestales hasta quieren ser ejemplo para los demás. Pero a la persona de bien, el que quiere obrar con rectitud y actuar justamente esas cosas le repugnan, las rechaza y le duele en el corazón tanta falsedad como nos vamos encontrando en la vida. Pero sigue siendo una tentación constante que seguimos teniendo en la vida.
El que obra rectamente y quiere actuar en justicia quizá no se haga notar, sino que calladamente va sembrando su semilla de hacer el bien, no hará nunca alarde de lo bueno que hace sino que sabrá vivir con humildad la vida. Son estrellas que parecen escondidas pero que hacen brillar su luz, como tantas estrellas que podemos ver en la infinitud del firmamento, que parece que no destacan con un brillo especial pero en unión con todas las demás dan ese brillo especial al firmamento en una noche estrellada.
Así en la vida vamos dando nuestra luz, que nos parece pequeña, pero que unida a tantas otras luces que parecen pequeñas también dan un brillo de esperanza a la vida para que no todo sea falsedad e hipocresía. Son las luces que verdaderamente nos atraen, son ejemplo y estimulo para los demás y que nos ayudarán para que entre todos podamos hacer mejor nuestro mundo.
Hoy escuchamos a Jesús con palabras fuertes y duras para los que viven en la hipocresía y falsedad, porque quiere que aprendamos vivir en autenticidad buscando siempre lo que es mejor, lo que es lo principal, y que no nos vayamos por las ramas como tantas veces nos sentimos tentados. Jesús habla de actitudes muy concretas que poco menos que se habían convertido en costumbres hechas ley en su época; Jesús rechaza todo lo que sea manipulación de las personas y de la ley del Señor; siempre hay personas interesadas, pero que hacen mucho daño a los demás. No quiere que entre los que le siguen, entre los que optan por el Reino de Dios se dejen seducir por esas falsedades.
Estemos alertas y atentos en la vida para buscar la auténtica verdad, la auténtica ley del Señor, lo que verdaderamente es su voluntad, y buscaremos siempre así el bien del hombre para la gloria del Señor. Que nunca nos envuelva la vanidad, la búsqueda de apariencias, los brillos superfluos que son un engaño para la vida y para nosotros mismos. Que haya autenticidad en nuestra vida y busquemos siempre el bien.

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