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miércoles, 15 de mayo de 2019

Aprendamos a gozarnos de la luz del evangelio, que es la luz de Jesús, la luz que nos llena de plenitud


Aprendamos a gozarnos de la luz del evangelio, que es la luz de Jesús, la luz que nos llena de plenitud

Hechos 12, 24-13, 5; Sal 66; Juan 12, 44-50
‘Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas’. Es un pensamiento y un mensaje repetido en el evangelio, sobre todo en el evangelio de san Juan. Las cosas muchas veces repetidas tenemos el peligro que al final nos acostumbremos y no lleguemos a sacarle todo el jugo que se merecen. Pero si se nos repiten es por la importancia del mensaje en el que tenemos que reflexionar y ahondar para hacerlo vida de nuestra vida.
Nuestra fe en Jesús nos abre a la verdadera luz de nuestra vida. Nuestra fe en Jesús no es solamente admitir su existencia que pudiera quedársenos lejos en la distancia de tiempo o de la inmensidad del misterio. Nuestra fe en Jesús ha de ser comprender todo el sentido de su vida y todo el sentido y valor que da a nuestra vida. No es algo que podamos mirar como a distancia, sino que hemos de reflejarlo en lo que es nuestra vida, nuestro actuar, nuestras actitudes, en esos valores que van a darle sentido y profundidad a nuestra vida.
Nos encontramos nosotros en ocasiones, y contemplamos como sucede a tantos a nuestro alrededor que se vive como en una desorientación, como quien no encuentra camino, quien no sabe cómo actuar. No es ya el hacer una cosa u otra, sino encontrar aquello que da sentido y valor a lo que vivimos y a lo que hacemos. Es un caminar a oscuras y así nos sentiremos al final vacíos.
Hemos de saber encontrar lo que da profundidad a nuestra vida. Saber hacia donde caminamos, tener metas, poner ideales en nuestro corazón, darle una trascendencia a nuestro vivir, para que no se nos acabe todo un día cuando llegue la muerte. En el corazón del hombre hay siempre unas ansias de plenitud. Hemos de saber encontrar eso que de plenitud a nuestro corazón.
Quienes creemos en Jesús lo hacemos porque todo eso lo encontramos en El. Por eso decimos que es nuestra luz. El nos dice por otra parte que es la Verdad y quien encuentra esa verdad de Cristo encuentra la verdadera sabiduría de su vida. Por eso necesitamos ir una y otra vez al evangelio, escuchar una y otra vez su palabra, sentirlas como nuevas en nosotros cada vez que las escuchamos. El evangelio tiene que ser siempre novedad para nosotros.
Por eso hemos de aprender a saborearlo. Como una comida que nos gusta y que nos agrada, no simplemente nos la tragamos de forma glotona, sino que la saboreamos y así disfrutamos con aquello que comemos. Así hemos de hacer con el evangelio, saborearlo, paladearlo, rumiarlo, meditarlo gozándonos en la buena noticia que es siempre para nosotros.
Cuando nos dejamos conducir por el evangelio encontraremos los valores más hondos para nuestra vida. Cuando seguimos el evangelio no nos encontraremos en tinieblas sino que siempre nos llenaremos de luz. Aprendamos a gozarnos de la luz del evangelio, que es la luz de Jesús, la luz que nos llena de plenitud.

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