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miércoles, 20 de febrero de 2019

Jesús quiere abrirnos los ojos para que encontremos la fe pero también abrirnos el corazón para que vivamos en el amor


Jesús quiere abrirnos los ojos para que encontremos la fe pero también abrirnos el corazón para que vivamos en el amor

Génesis 8,6-13.20-22; Sal 115; Marcos 8,22-26
Betsaida era donde habían nacido Simón Pedro y Andrés, probablemente también Felipe y quizá alguno más de los apóstoles, aunque ahora estuvieran establecidos más en Cafarnaún por ser pescadores. Era una de aquellas aldeas que iba recorriendo Jesús por toda Galilea anunciando el Reino de Dios. Ahora le traen a un ciego para que le imponga las manos y lo cure.
Es muy significativo este episodio situado precisamente en Betsaida, un hombre ciego. Es cierto que era algo muy habitual en la antigüedad y más en aquellas regiones tan soleadas y de tan resplandeciente luz. Pensemos hoy en la cantidad de personas que tenemos que utilizar lentes o gafas para poder ver, gracias a los adelantos médicos y de oftalmología; cuando no se tenia, como entonces, este remedio era muy normal que la gente se quedara sin visión con mucha facilidad; si hoy no tuviéramos estos recursos muchos seriamos los que sin visión camináramos por la vida.
Caminar sin visión por la vida es, sin embargo, algo muy frecuente también hoy y ya no me refiero solamente a los ojos corporales como podemos entender. Desorientación anímica y espiritual, desorientación en un caminar sin sentido en la vida, desorientación y confusión ante tantas cosas que se nos ofrecen desde las distintas ideologías o maneras de pensar, desorientación ante la misma confusión que es la vida misma con sus luchas y violencias, con los orgullos ambiciosos de tantos y las envidias y resentimientos que nos corroen por dentro, desorientación y ceguera que nos imponemos muchas veces por la superficialidad y ligereza con que nos tomamos la vida, son algunos aspectos que nos podemos encontrar en nuestro caminar o en lo que nosotros mismos podemos caer.
Tan ciegos vamos que no sabemos encontrar la verdad, no sabemos descubrir los signos que nos llevan a lo bueno y nos dejamos contagiar por tantas cosas de nuestro mundo confuso; y el materialismo y la sensualidad nos pueden y nos dominan, y perdemos el sentido espiritual y trascendente de la vida, y en nuestra confusión no sabemos mirar a los que están a nuestro lado y lo bueno que en ellos podemos descubrir y surgen los enfrentamientos y violencias desde nuestras ambiciones o desde nuestra insolidaridad egoísta.
Tan encerrados en nosotros mismos vivimos tantas veces que no sabemos ver la mano que se nos tiende con buena voluntad en deseo de ayudarnos a encontrar la luz y preferimos en tantas ocasiones caminar solos y desentendiéndonos de los demás. Quien va ciego por el camino de la vida y rehúsa la mano que le ofrece ayuda pronto va a tropezar en la primera piedra u obstáculo que encuentro y se irá de narices en la vida. Pero obcecados en nuestro egoísmo persistimos en ese encerrarnos en nuestro yo creyendo falsamente que solos lo podremos lograr.
El evangelio sin embargo hoy nos habla de que aquel ciego se dejó guiar. Hubo unas buenas personas que lo trajeron hasta Jesús; luego se dejará conducir por Jesús a un lugar apartado del bullicio de la gente para que pudiera encontrar la luz; poco a poco se le van abriendo los ojos y Jesús lo va guiando, llevando de la mano podríamos decir, hasta que encontrará la claridad para sus ojos y descubriera toda la verdad.
Todo un proceso que nosotros también tenemos que hacer, dejándonos guiar para encontrar a Jesús y dejándonos luego guiar por Jesús y su Palabra que nos hará encontrar la Verdad. Todo un proceso que también nosotros tenemos que realizar para ayudar a los demás para que se encuentren con Jesús, para que se encuentren con la Verdad, con quien puede darles el verdadero sentido de su vida. Porque igual que podemos tener actitudes cerradas en que no nos dejemos guiar, también podemos tener actitudes insolidarias en que no seamos capaces de ofrecer nuestra ayuda a tantos que ciegos caminan a nuestro lado por la vida.
Jesús quiere abrirnos los ojos para que encontremos la fe pero quiere también abrirnos el corazón para que vivamos en el amor.

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