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jueves, 21 de febrero de 2019

Como Jesús aunque haya momentos de contradicción en la vida tenemos que asumir su Pascua que se hace realidad palpable en nuestra vida de cada día


Como Jesús aunque haya momentos de contradicción en la vida tenemos que asumir su Pascua que se hace realidad palpable en nuestra vida de cada día

Génesis 9,1-13; Sal 101;  Marcos 8,27-33
¿Qué pensará la gente de mí? Quizá sea una pregunta que consciente o inconscientemente alguna vez nos hacemos. Claro que queremos tener buena imagen, en el fondo no nos gustan las críticas aunque digamos que aceptamos lo que sea y que poco nos importa lo que los otros piensen o digan. Claro que uno en su madurez solo ha de preocuparse de actuar con rectitud en todo momento, porque hagamos lo que hagamos siempre habrá alguien que ponga sus ‘peros’, les guste o no lo que nosotros hacemos. La fidelidad a nosotros mismos a lo que somos, a lo que consideramos que es nuestra misión en la vida tendría que ser lo primero que nos importase, tratando por supuesto de superarnos más y más porque somos falibles y en muchas cosas podemos errar.
Claro que Jesús cuando hoy les hace a sus discípulos las preguntas que escuchamos en el evangelio sobre lo que piensa la gente de Él o los propios discípulos más cercanos, no lo hace desde esos presupuestos desde los que nos hacemos esas preguntas sobre nosotros mismos. Jesús era fiel a su misión, pero precisamente esas preguntas van para que los propios discípulos tengan bien claro cual es su misión, que como vemos de alguna manera no terminan de entender.
Se manifiesta, sí, lo que la gente va sintiendo con la presencia de Jesús a quien ven como un gran profeta, pero serán los discípulos interrogados más directamente quienes por boca de Pedro comenzarán a hacer una confesión de fe más profunda. Pero no quiere Jesús que en la mente de los discípulos entre la confusión con aquellas ideas que se tenían entonces sobre lo que era la misión del Mesías. Una imagen que incluso podría se manipulada porque aquellos que luchaban por liberarse de la opresión de Roma; una imagen política de Jesús Mesías, como nos sucede también muchas veces hoy en el ámbito de la sociedad sobre la idea que tienen de la iglesia y de la religión.
Para muchos hoy la Iglesia hoy es como una organización más en nuestro mundo, a la que catalogan según los presupuestos políticos en torno a los que gira la sociedad, y la ven más conservadora o más progresista, al Papa y a los Obispos los comparan con los líderes políticos de un signo o de otro, desacralizando hasta el extremo lo que es la misión de la Iglesia y de los pastores de la Iglesia.
Claro que hemos de tener cuidado de que no demos esa imagen en la Iglesia o en nuestros pastores, cuando se inclinan por una opción o por otra entrando quizás en juegos políticos. Tendríamos que tener todos muy claro cual es la misión de la Iglesia y que no podemos entrar en esos juegos, en que desgraciadamente a través de la historia hemos visto como se ha entrado y no estamos muy lejos de que hoy esté sucediendo lo mismo.
Es lo que sucedía con Jesús y con su misión mesiánica entonces. Por eso Jesús les hablará claramente del sentido de su entrega que le llevará a la pasión y a la cruz. Algo que no entenderán los discípulos, les costará mucho entenderlo. Ya vemos como Pedro tratará de quitar esas ideas de la cabeza de Jesús, aunque Jesús vemos como lo rechaza diciéndole que es una tentación para él. Como habían sido las tentaciones del monte de la cuarentena. ‘Adorarás al Señor, tu Dios y a El solo servirás’, que diría entonces Jesús.
‘El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad’. 
Nos recuerda así cual es el camino de nuestra fe, el camino de nuestra vida cristiana que tiene que pasar siempre por la Pascua. Desde nuestro bautismo estamos configurados con Cristo en su muerte y en su resurrección. En el cada día de nuestra vida tendremos que vivir esa pascua, que significará también para nosotros momentos difíciles, momentos de contradicción, momentos de pasión y hasta persecución. Pero nuestra fidelidad a Jesús tiene que estar por encima de todo. El es nuestro evangelio, nuestra buena nueva de salvación y de vida. En El tenemos asegurado siempre el triunfo de la resurrección. Así será la fidelidad con que vivamos nuestra vida y nuestra fe.

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