La espontaneidad y la disponibilidad generosa para hacer siempre lo bueno hará en verdad que nuestra vida se llene de luz, para contagiar al mundo que tanto lo necesita
Job 1, 6-22; Sal 16; Lucas 9,
46-50
Probablemente a nadie le gusta que lo traten como a un niño. Hasta los
mismos niños en la medida en que van creciendo siempre están aspirando a ser
mayores, para que los traten como mayores y para tener su propia autonomía y en
la manera de ver las cosas su propia libertad para sentirse mayores, hacer lo que
cada uno quiere y no sentir que nadie les impone lo que deben hacer o como
deben actuar. Esos deseos de autonomía, de libertad, de sentirse mayores es
algo que llevamos innato dentro de nosotros.
Pero, sin embargo, en ocasiones pareciera que quisiéramos seguir
siendo niños – quizá por aquello de rehuir responsabilidades – o quisiéramos
seguir siendo niños porque parece que necesitamos de una ternura y de un cariño
que en la medida en que vamos siendo mayores quizás no nos expresan con la
misma intensidad los que están a nuestro lado, pero deseamos esa ternura, esos
mimos o cariños que puedan tener con nosotros. Podría parecer incongruencias
pero cosas así algunas veces nos suceden.
Pero también hay otros aspectos de inocencia, de espontaneidad, o de
unos deseos de búsqueda y en cierto modo aventura que quizá algunas veces
añoramos; pero también podríamos tener en cuenta esa inocencia o esa ausencia
de malicia que tiene un niño, esa visión quizá idílica en que todo le pueda
parecer bueno y hermoso y le hace darse, ser generoso, expresar espontáneamente
esos gestos de cariño hacia aquellos que quiere y que le quieren, esa
disponibilidad natural para acercarse al otro sin prejuicios y sin
desconfianza, con lo que una vida así parece siempre hermosa y en esas pequeñas
cosas nos presentamos felices y con nuestra felicidad y con nuestra sonrisa
hacemos felices a los demás.
Con lo que estamos diciendo parece que no es tan malo seguir siendo
niños, manifestarnos como niños y con una vida de la que desterremos malicias y
prejuicios parece que haríamos un mundo más feliz. Esa sonrisa espontánea e
inocente del que no tiene malicia ni se deja influir por desconfianzas parece
que nos gana el corazón y nos contagia y pudiera ser que nos impulsara a vivir
también con esa sonrisa en el corazón y sentimos que nuestro mundo seria mucho
mejor si así desterráramos esos prejuicios y desconfianzas, esas malicias que
nos harían mirar con unos ojos enrevesados a los que están a nuestro lado.
Esa espontaneidad, esa disponibilidad generosa a hacer siempre cosas
buenas haría en verdad que nuestro corazón y nuestra vida se llenara de luz,
una luz que contagiaría a nuestro mundo que tanto lo necesita.
Cuando los discípulos andaban discutiendo sobre quien era el más
grande, Jesús puso un niño en medio de ellos y les dijo que había que hacerse
como un niño, que había que saber acoger a un niño, que quien se hiciera
pequeño en el servicio y en el amor, en la humildad y en la sencillez estaría
entendiendo lo que era ser grande en el Reino de los cielos. Un poco, podíamos
decir, que Jesús les echa un jarro de agua fría sobre ellos cuando estaban
aspirando a grandezas y ya andaban incluso con discusiones entre ellos a causa
de sus ambiciones.
Antes decíamos que no queríamos que nos trataran como niños, que aspirábamos siempre a ser grandes,
pero en nuestra reflexión fuimos derivando hasta descubrir la belleza de la
vida que en un niño podemos descubrir. Es lo que Jesús nos quiere hacer ver.
Con ambiciones que nos enfrentan, con apetencias que nos llenan de trampas y
malicias no vamos a ninguna parte. Con disponibilidad, con generosidad, con
sencillez, con gestos pequeños, con una sonrisa, con un detalle podemos llegar
lejos. Es el camino que hemos de saber recorrer, que muchas veces nos cuesta tanto
por la carga de ambiciones, de orgullos, de apetencias, de malicias que
llevamos en nuestro corazón.
‘Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los cielos’,
no lograréis entender de verdad lo que significa vivir el Reino de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario