Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino… respétalo y obedécelo…
Éxodo 23, 20-23ª; Sal 90; Mateo
18, 1-5- 10
‘Voy a enviarte un ángel
por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he
preparado. …’
Hoy celebramos el Santo Ángel
de la Guarda. Los que somos mayores quizás recordamos las oraciones que nos
enseñaron de pequeños al santo Ángel de la Guarda, pidiendo su compañía y su
presencia que nos protegiese en todo momento, de noche y de día. oraciones que
se nos han quedado quizás lejanas en el recuerdo, si acaso no olvidadas, pero
seguramente ya nunca rezadas, porque en las carreras de la vida nos parece que
ya no necesitamos ninguna protección o que por nosotros mismos ya cuidamos de
guardarnos. Las generaciones jóvenes quizá no han tenido la oportunidad de
pensar en el ángel de la guarda, o acaso más se duerman con el WhatsApp en la
mano que con una oración en su mente y en su corazón.
Sin embargo hoy es fácil
escuchar hablar de espíritus malignos con sus malas influencias y cosas por el
estilo dejándose arrastrar por cosas que dicen resucitar de tradiciones que
llaman ancestrales o por no sé qué otras influencias. Florecen de nuevo los
santeros o como queramos llamarlos que se dicen poseídos de unos dones especiales
que pueden liberarnos de malos espíritus y no sé cuantas supersticiones más
muchas veces movidas vete a saber por qué intereses.
Sin embargo no queremos oír
hablar de ese Ángel de la Guarda que Dios ha puesto junto a nosotros, que nos
protege y nos inspira en nuestro corazón tantas cosas buenas. Es el que nos
conduce por los caminos del bien, el que allá en nuestro interior despierta
nuestra conciencia ante las tentaciones del mal que nos acechan por todas
partes. Es un signo de la presencia de Dios en nuestra vida que siempre nos
acompaña y nos llena de bendiciones.
El texto sagrado que hemos
mencionado al principio y que hoy nos ofrece la Palabra de Dios hace referencia
en concreto a lo que el pueblo de Israel vivió en su peregrinación por el desierto.
‘Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te
lleve al lugar que he preparado...’ Y recordamos como en la Biblia se nos
habla tantas veces del Ángel del Señor que se les manifiesta a los antiguos
Patriarcas para significar la presencia de Dios que les habla.
Ojalá nosotros sepamos
sentir esa presencia divina en nosotros, ese espíritu celestial que nos
protege, nos guía, nos ilumina, inspira en nuestro corazón el deseo de cosas
buenas, nos previene contra el mal y nos hace sentir la fortaleza de Dios en la
tentación. Muchas veces casi sin darnos cuenta sentimos esa presencia divina en
nosotros porque sentimos el deseo de algo buena, o nos surge una buena
inspiración de algo en lo que quizás nosotros ni habíamos pensado. ¿Por qué no
pensar en esa inspiración del ángel celestial que está junto a nosotros?
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